La educación primaria, una deuda mundial
Los Estados miembro de la Organización de las Naciones Unidas miran el reloj con inquietud: se acerca la fecha límite para hacer un balance de los Objetivos del Desarrollo del Milenio (ODM) y ya se sabe que la agenda síntesis para el desarrollo del planeta está inconclusa. Hay países donde es prácticamente nula la perspectiva de cumplimiento de las metas. Además, algunos de los ODM están en situación más crítica que otros. Es el caso del objetivo número 2, que prevé la universalización de la educación primaria.
El segundo ODM se destaca por su transversalidad. Cumplir con los otros siete ODM es una tarea casi inalcanzable en países en los que la educación primaria no tiene alcance suficiente o es de baja calidad.
En términos mundiales, a pesar de los esfuerzos en las esferas gubernamental, empresarial, de las ONG e incluso del esfuerzo individual, los resultados siguen siendo preocupantes: casi 60 millones de niños no frecuentan la escuela. Sin la escuela primaria, ¿cómo esperar desarrollo sustentable de poblaciones que apenas saben leer y escribir, en un mundo que demanda cada vez más información y conocimiento?
El ex director del equipo de Alianzas mundiales del movimiento Educación para Todos, Olav Seim, afirmó que "no estamos en el camino de alcanzar los objetivos referentes a la educación", a pesar del crecimiento del número de matrículas, de la paridad de género y de la inversión en la escuela primaria. Según él, esas conquistas pueden dar la falsa impresión de avance, cuando, en realidad, el número de niños fuera de la escuela y los gastos en educación crecieron y luego, enseguida, se estancaron.
Ésta se considera una "agenda pendiente", y justificó la realización, por Unesco y Unicef, del Encuentro Global sobre Educación en noviembre de 2013. La propuesta de los ministros de esa área, en su momento, era promover lo que llamaban un "empujón" ("Big Push") para que, al llegar al 2015, se alcanzaran las metas establecidas en la Conferencia Mundial Educación para Todos, realizada en Tailandia, en 1990.
Sheikha Moza bint Nasser, presidente de la Fundación "Education above all" ("Educación por sobre todas las cosas"), de Qatar, declara: "Lo que necesitamos es voluntad política. Necesitamos comprometernos con el principio de que la educación debe estar en el centro de los objetivos del desarrollo, como elemento que hace posibles todas las otras áreas".
Parece haber consenso entre especialistas en relación a la necesidad de valorizar más el contenido efectivamente enseñado y aprendido, para preparar a los niños para la vida y el mercado de trabajo del siglo XXI, por sobre los índices de matrícula o de profesores por estudiante, aún cuando esos datos tienen importancia.
El objetivo educativo de la agenda pos 2015, y durante los próximos 15 años, tendrá una amplitud mayor: del preescolar a la enseñanza superior. De manera relativa, la nueva agenda reduce la prioridad de la escuela primaria, única prioridad educativa de los ODM. Eso no es positivo. Por eso se intentará ahora, incluso con una agenda más abarcadora, que se dé prioridad a aquello que no se terminó, a la agenda inconclusa, esto es, al ODM número 2.
El argumento que yace detrás del empeño de los que han tomado conciencia de la necesidad de dar prioridad absoluta a la educación trasciende el ámbito educativo. Sobresale la dimensión transversal de esa pieza clave del desarrollo. El énfasis en la escuela primaria se justifica, sobre todo, por la visión de futuro. En él se deposita la expectativa de realizaciones de un potencial que hoy está sumergido debido a la tasa de iletrados, al analfabetismo, a la exclusión social de segmentos de la población que, un día, responderán por el destino de sus naciones. En ese aspecto, 2015 es un año en el que no comenzó y, si los relojes no se adelantaran, puede tardar en comenzar.
El autor, doctor en Educación, fue director de la Unesco en EE.UU y Brasil
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