La dictadura venezolana y el kirchnerismo zombie
El domingo pasado, celebrando el Día del Niño, mirábamos con algunos chicos de la familia contenido infantil en YouTube cuando apareció una publicidad muy poco apta para pequeños: una locutora con acento argentino denunciaba la retención “ilegal” de una aeronave venezolana en nuestro país, sobre una música tensa y dramática y fotos demonizantes del presidente norteamericano Joe Biden.
Después de las declaraciones violentas e injuriosas de Maduro y sus funcionarios contra nuestras instituciones y división de poderes, el siguiente paso de la campaña de difamación de Venezuela es llevar la discusión a las redes sociales, al parecer sin distinguir cuestiones elementales como la edad de su target. Con el hashtag #DevuelvanElAvión, los promotores del régimen dictatorial chavista –entre los que se cuentan a muchos argentinos, algunos incluso dentro del Gobierno– buscan llevar su causa ilegítima a los foros informales de la discusión pública, tergiversando el asunto en todos sus puntos importantes.
La iniciativa apela también al drama y a los golpes bajos, con videos de familiares de algunos de los tripulantes retenidos. En uno de estos videos, la mamá de una de las pasajeras del avión cuenta lo buena que es su hija, mientras el montaje –con la música de fondo del tema “La memoria” del cantante argentino León Gieco– muestra fotos simpáticas de la joven. A los que no pudieron convocar es a los padres de Gholamreza Ghasemi, el tripulante de la nave vinculado a grupos terroristas iraníes, ya que es un señor de edad más avanzada. Seguramente habría sido un material muy emotivo también, pero nada de eso quita que tanto sobre su persona como sobre la nave pesan órdenes de captura internacionales que debemos respetar si queremos tener una integración inteligente al mundo.
Esta campaña tiene como una de sus voces más salientes al Instituto Nacional de Aeronáutica Civil (INAC) venezolano, que ha estado publicando en sus redes mucho contenido con el mencionado hashtag donde señalan explícitamente a figuras de autoridad del Estado y Gobierno argentinos como la Administración Nacional de Aviación Civil (ANAC) o al Interventor de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), Agustín Rossi. El propio presidente Alberto Fernández ha sido blanco de las críticas de los voceros del gobierno venezolano en reiteradas ocasiones.
Estos señalamientos son, en el mejor de los casos torpes y en el peor deliberadamente falaces. Esto ya lo dijimos: no es el gobierno argentino el que retiene la aeronave, sino la justicia. Maduro y su gobierno perdieron cualquier tipo de comprensión de lo que es la división de poderes y el estado de derecho, si es que alguna vez la tuvieron.
Como si hicieran falta demostraciones de la amistad del kirchnerismo con la dictadura chavista (que, al parecer, a Maduro le hacen falta) el embajador argentino en Venezuela Oscar Laborde se plegó a la acusación venezolana en detrimento de nuestras instituciones. Incluso el kirchnerismo le mandó al gobierno venezolano al mediático abogado penalista Maximiliano Rusconi, defensor de muchos funcionarios kirchneristas corruptos, para asesorar a Maduro en un posible litigio contra Estados Unidos y la Argentina. ¿De qué se queja Maduro? Si tiene más amigos acá que en su propio país.
En medio de todo este lío Alberto Fernández sigue, al parecer, sin saber dónde está parado. Al mismo tiempo que da estas pésimas señales en materia de política internacional, pretende sostener buenas relaciones con Estados Unidos, especialmente por el tema de la deuda, al cual estamos atados por las idas y vueltas en materia económica. Esta indefinición, que es el estilo de la gestión Fernández, no hace más que seguir debilitando a la República. Los argentinos, que llevamos 3 años padeciéndola, ya la conocemos bien: durante la cuarentena ordena el encierro obligatorio de la población en sus casas pero hace una fiesta de cumpleaños; se llena la boca hablando de educación pero cierra las escuelas, no quiere llamar por teléfono a la vicepresidenta pero hace todo lo que ella quiere… En uno de sus últimos deslices inexplicables el Presidente comparó a la pandemia con el holocausto, banalizando lo que representó el nazismo y el extermino judío para millones de familias en todo el mundo, incluyendo la mía.
Son todas marcas de una gestión que no distingue lo importante de lo trivial, lo correcto de lo incorrecto, que no ve hacia dónde va, da vueltas y nos marea a todos. Es la peor versión del kirchnerismo que hayamos visto, porque es un kirchnerismo de inercia, que se mueve como una versión zombie de sí mismo hacia los mismos lugares de siempre: el populismo, la amistad con la dictadura venezolana y un marcado carácter autoritario.
Hay que tener todo esto bien presente cuando nos llegue el bombardeo de hashtags en las redes sociales. Si se trata de consignas virales, una mejor puede ser pedirle a Maduro que #DevuelvaLaLibertad al pueblo venezolano. Y exigirle a nuestro Gobierno que honre de una vez a las instituciones democráticas en nuestra región.
Exviceministro de Seguridad de la Nación, diputado nacional por Juntos en la provincia de Buenos Aires