La defensa, un sistema “olímpico”
La defensa nacional es un derecho y un deber. Para su logro deberíamos hablar de defensa como un sistema integrado, ya que va más allá y se enlaza con otras áreas del Estado. Podemos afirmar para simplificar la idea, de una “defensa olímpica” porque se integra y enlaza fuertemente, como los hacen los aros olímpicos, con otras estructuras del poder del Estado, especialmente con: relaciones exteriores, producción, inteligencia y seguridad.
Esta estructura “olímpica” está conformada por subsistemas que sumando sus partes, cada uno con su propio poder endógeno, conforman un “todo sinérgico”, que es mucho más que la sumatoria de sus partes.
Para lograrlo, necesitamos partir de un proyecto nacional básico surgido de un esencial consenso político que conciba a la defensa integrada con otras áreas del estado y no en forma aislada. Todos los subsistemas del conjunto se verán beneficiados con su concreción.
1. Defensa.
¿Es necesaria la defensa? ¿Estamos en capacidad de ejercer nuestros derechos soberanos?
No lo estamos. Tenemos indefensión por falta de recursos y por el desprestigio que algunos sectores someten consuetudinariamente al soldado, que, en última instancia, es lo más grave por los daños inmensurables que provoca.
Los recursos materiales son importantes pero el soldado es imprescindible, esa “Rara avis” dispuesto a dar su vida en cumplimiento de su deber. Por cierto que también los hacen policías, gendarmes y algunos otros miembros de la sociedad.
Desde el regreso a la democracia, las FF.AA. fueron castigadas o en el mejor de los casos ignoradas en mayor o menor medida por todos los gobiernos. No supimos cerrar el pasado primando los fines electorales sobre las necesidades de la Nación. La propia percepción de aislamiento, desconsideración y olvido sistemático son una muestra de ello. El deber y la obligación con la defensa nacional nos deberían llevar a mirar a futuro, “salvando al soldado”. En ello también inciden las visiones de lo acontecido en nuestro pasado reciente, incluido el “negocio de los DDHH” que continúa con las acciones persecutorias sobre la generación egresada de los institutos en la década de los 70.
A ello se suma nuestro menguado presupuesto de Defensa, uno de los más bajos del mundo, como así también los intentos de captación política de sus cuadros, la intromisión en los ascensos propuestos por las juntas de calificación son un ejemplo de ello y, entre otros, la ausencia de proyectos a mediano y largo plazo que superen a los diferentes gobiernos.
La indefensión de la Argentina es casi total y sólo con un proyecto estable en la materia podrá revertirse dando paso a un mejor porvenir en un mundo cada vez mas conflictivo. Estamos en un momento de oportunidad que nace a partir de la profunda crisis que estamos sumergidos.
Nuestro país es el octavo en el mundo en extensión territorial, con riquezas naturales en espacios vacíos; recursos extraordinarios como el agua dulce, alimentos, minerales estratégicos, proyección Antártida, recursos marítimos, etc. Es ingenuo pensar que no necesitamos contar con FF.AA. capaces de sostener nuestros espacios terrestres, marítimos y aéreos.
Debemos recuperarlas, motivarlas, instruirlas, equiparlas y darle salarios dignos. Evitar perder recursos humanos valiosos en quienes el Estado ha invertido tiempo y dinero. Hoy muchos de integrantes de las FFA. son tentados por empresas privadas, que encuentran profesionales capacitados, criteriosos, con flexibilidad para adaptarse a nuevas exigencias y, sobre todo, leales.
El presidente de la Nación debe asumir su rol indelegable de comandante en Jefe, y eso significa ser el líder de las FF.AA. y preocuparse por sus subordinados, conocerlos, compartir actividades con calidad en la asignación del tiempo. Entender que tiene a su mando a FF.A. dispuestas a actuar al instante, con flexibilidad y versatilidad en cualquier situación, como ya se ha comprobado frente a emergencias y catástrofes. “El que puede lo más, puede lo menos”.
Deberá actualizarse el marco legal de la defensa, sin limitar su empleo por ideologías atávicas. El mundo cambia y existen nuevas amenazas y desafíos que deben enfrentarse con todos las fuerzas disponibles del Estado.
Las FF.AA. se preparan para la guerra, a fin de defender la paz. El que crea que en el mundo no existen los conflictos, ni hipótesis que facilitan el planeamiento, se equivoca peligrosamente. Recuperar las FF.AA. permitirá recobrar la seguridad del Estado vista como el pleno ejercicio y control soberano de nuestros espacios nacionales.
2. Integración con Relaciones Exteriores
La política exterior orienta el alineamiento global y regional del país. Esto permitirá el posicionamiento y su inserción en el mundo. Nuestra propia concepción cultural y sociológica nos ubica en occidente, lo que no implica rechazar al resto, así lo manda el Preámbulo, pero somos lo que somos, Occidente, por lo menos por ahora, el futuro dirá si cambiamos y dejamos de ser lo que somos. La Cancillería debería fijar pautas muy precisas a la defensa, que seguramente influirán en el desarrollo de las FF.AA. La defensa tiene un espacio de actuación substancial en un mundo de globalización creciente.
A partir de ello la defensa pasa ser un factor importante en la integración con otros países, como una lanza que penetra, ya que por diferentes alianzas, intercambios y otras acciones abriremos el camino para constituirnos en miembros activos de la seguridad internacional.
La participación en Fuerzas de Paz, siempre ha traído no sólo el reconocimiento internacional sino también otros beneficios importantes para el país. Cabe recordar que con el gobierno del presidente Menem, la Argentina tuvo una presencia destacada en misiones de paz, donde las FF.AA. y en algunos casos las fuerzas de seguridad participaron activamente. Hace a nuestra concepción, no somos un país agresor y tenemos un espacio para ganar en este orden que, sin lugar a dudas coadyuvará indirectamente a la recuperación de Malvinas.
Nuestra activa participación en misiones de ONU en los 90 aportaron para el ingreso del país al G20 ante la sorpresa de muchos, alcanzamos la categoría de aliado extra OTAN de EE.UU. (1998) y llegamos a ocupar una oficina en el SHAPE (Cuartel General Supremo de las Potencias Aliadas en Europa) en Mons, Bélgica, junto a otros extra OTAN como Japón, Australia y Nueva Zelanda. Esta oficina se abandonó a fines de 2003 por motivaciones ideológicas.
Estar en contacto con los países más avanzados del mundo abre un abanico de posibilidades de las más diversas, cursos de perfeccionamiento, conocimiento de nuevas tecnologías y desarrollos, adquisición de material, experiencia en integración de fuerzas combinadas y, además, hace a la recuperación del protagonismo y confiabilidad argentina que se reflejará positivamente en otras áreas del Estado Nacional.
3. Integración con Inteligencia
Nuestro país debe volver a creer en la Inteligencia. No es una mala palabra. Debemos independizar la inteligencia de la política coyuntural, en todos los niveles: estratégico nacional, sectorial, militar, operacional, táctica y técnica.
El problema es el mal uso del recurso, se lo ha bastardeado aprovechándolo para la política agonal interna y no para satisfacer las necesidades de la conducción del Estado. Falta de profesionalismo, destrucción del sistema, ¿qué podíamos esperar? Es un área compleja que tiene riesgos que deben ser asumidos y limitados.
Hoy la AFI sólo realiza Investigación, no hace inteligencia, lo cual nos deja totalmente vulnerables. Todos los países serios hacen inteligencia de calidad, o por lo menos, lo intentan.
La defensa es una parte sustantiva de la Inteligencia, ya que podría colaborar con las tareas destinadas a prever y afrontar amenazas, entre otras, las “ciber”, las delincuencia transnacional, la piratería y el narcoterrorismo, tráfico de armas, etc. Percibamos que la otra cara de la inteligencia es la contrainteligencia que mantiene al país a salvo de otros actores internacionales. Recomponer la inteligencia es indispensable. Trabajar con Defensa es ineludible.
4. Integración con Producción
La Producción es otra área que esáa enlazada a la Defensa. Constituye un pilar destacado del sostenimiento y desarrollo del poder militar.
Las capacidades de la industria civil se deben integrar con las específicas militares. Este sistema permitirá no sólo la obtención de insumos básicos para las FF.AA, sino también el desarrollo de proyectos de producción que generen una ventaja competitiva para el país (por ejemplo el desarrollo nuclear con fines pacíficos o el de cohetería), surgidos de los centros de investigación y desarrollo vinculados con la defensa asociados con capitales privados.
Resaltamos el aporte que hacen en esta materia el Invap, Citedef y la Conea, y los que podrían lograrse a partir de la revitalización de las fábricas militares como FFMM, Fadea y Cinar para potenciar sectores productivos.
La mayor fortaleza de nuestra estructura productiva son las pymes, aquí es dónde hay que poner énfasis a través de créditos para la producción relacionada con la defensa y joint ventures, como alimentos, vestuario, repuestos, materiales de dotación desde vehículos a material óptico para observación y vigilancia. Un ejemplo a imitar es la Federación de Industrias de San Pablo (Fiesp), que tiene un grupo de trabajo para la provisión de equipos e insumos para las FF.AA.
En síntesis, la producción no sólo favorecerá la economía del país, sino que es un motor de la defensa que debe ser explotado.
5. Integración con Seguridad
Defensa tiene hoy una vinculación creciente con Seguridad, por ello deberán actuar coordinadamente, sobre todo, en operaciones que requieran la participación de las FF.AA. en tareas que exceden el mero apoyo logístico a las FF.SS. No estamos hablando que las FF.AA. cumplan un rol de policía. Pero, sí el Estado las necesita, puedan ser empleadas excepcionalmente en operaciones puntuales, limitadas en el tiempo, con objetivos específicos. Para ello vuelvo a mencionar la necesidad de modificar el marco legal existente.
Se debe propiciar que las FF.AA. puedan intervenir en caso de grave amenaza a la seguridad, sobre aquella parte o porción del espacio nacional (terrestre, marítimo, fluviales, aéreos y cibernéticos) en que las FF.SS. no tengan capacidad de efectuar el control ni asegurar el normal funcionamiento del estado de derecho para resguardar la vida y los bienes de los ciudadanos, sin necesidad de suspender las garantías constitucionales. (Ej: conflicto mapuche)
Participar activamente en el control y seguridad de objetivos estratégicos nacionales, efectuar transporte de todo tipo, proporcionar vigilancia electrónica, control de los espacios, por mencionar algunos, son acciones que amplían la seguridad y que las FF.A.A pueden y deben ejecutar en el marco de un amplio concepto de la defensa y seguridad del Estado.
Conclusiones
El sistema “olímpico” de la defensa permitirá dar respuestas a las necesidades del Estado, favoreciendo su desarrollo y privilegiando el uso racional de los recursos, además de contar con su sistema apto de cara a los nuevos desafíos y amenazas, brindando mayor seguridad al Estado y a sus instituciones, disponiendo de FF.A. modernas y eficientes insertadas en el mundo.
Recuperar la consideración social de las FFAA excede el gran esfuerzo que ellas mismas realizan, a 40 años de la recuperación de la democracia los gobiernos deben trabajar con esta finalidad que hace a la supervivencia del Estado.
Es preciso superar los enconos del pasado que dividen tajantemente la sociedad. La convivencia dentro de las normas es indispensable para construir un “proyecto sugestivo de vida en común” que retenga a los compatriotas que hoy emigran en búsqueda de mejores horizontes.
La Argentina no puede ser un país secundario, decía Julián Marías. Para que no lo sea es preciso virtud, trabajo, esfuerzo, sacrificio, disciplina y solidaridad, cultivados por líderes a quienes les cabe la mayor responsabilidad.
Hubo en nuestro pasado períodos de duda y descreimiento, momentos de destrucción e injusticia, tiempos de enfrentamientos, cuyas secuelas aun nos dañan. Pero también hubo tiempos inspiradores de epopeyas, de grandes ejemplos, de sabiduría, de trabajo y solidaridad que nos permitieron construir la patria que hoy anhelamos.
Estamos ante una nueva oportunidad. Para que nuestras esperanzas se transformen en realidad será preciso trabajar en todos los ámbitos del quehacer nacional bajo el prisma de los grandes valores insertos en nuestra Constitución, a fin de recoger los buenos frutos en un futuro no tan lejano.
Debemos recordar la exhortación del general San Martín: “Ánimo que para los hombres de coraje se han hecho las empresas”.
General (R), licenciado en Estrategia y Organización, Oficial de Estado Mayor