La decisión de Trump sobre el BID: un golpe en la mesa
La decisión de Donald Trump de tomar control directo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), si bien sorprendió a muchos tanto en Washington como en América Latina, es coherente con la política exterior norteamericana y con las líneas matrices enunciados en la Estrategia de Seguridad Nacional de diciembre de 2017. Es una decisión tanto de alta política y estrategia como económica, tal como lo dejan en claro las palabras elegidas por el Departamento del Tesoro al hacer pública la nominación. N o es, por lo tanto, una decisión contra el candidato argentino Gustavo Beliz, muy respetado tanto en Estados Unidos como en Europa, sino una decisión de estado.
El BID había sido superado por China durante varios años como principal fuente de préstamos a la región, e incluso la CAF Banco de Desarrollo (la vieja Corporación Andina de Fomento), donde Estados Unidos no participa, se ha transformado en una competencia muy fuerte. El impacto del Covid-19, por supuesto, debe ser considerado. Todos los países de la región tendrán una caída gravísima en sus PBI en 2020, e incluso muchos tienen riesgos crecientes de default de la deuda externa. El BID requerirá recapitalizarse masivamente para afrontar las nuevas necesidades y demandas en 2021 y los próximos años, si quiere contribuir efectivamente y mantener su lugar y sobre todo no dejar la oportunidad servida a China.
La decisión es un retroceso para las políticas exteriores de los grandes países de la región. Si la tradición de posguerra mandaba que el presidente del Banco Mundial fuera un norteamericano y el presidente del Fondo Monetario Internacional un europeo, desde su fundación el presidente del BID había sido siempre un latinoamericano con un director ejecutivo designado por la Casa Blanca. Dos ejes se vertebran en esta decisión: la necesidad de recuperar iniciativa para las empresas norteamericanas en América Latina (algo ya anticipado con el programa público-privado "América Crece") y la política de cerrar rápidamente la región a China. Ya en marzo de 2019 Estados Unidos había forzado la cancelación de la Asamblea Anual del BID en Chengdu, China, con la excusa de que China no otorgaba la visa al ministro de economía venezolano designado por Guaidó. Esta decisión es el "espíritu de Chengdu" en estado puro.
Para América Latina y el Caribe la señal es clara: hay menos espacio para aventuras. Los costos y riesgos aumentan para políticas exteriores independientes, y habrá incentivos para los que se alinean. En un mundo con competencia feroz, Estados Unidos ha decidido reconstruir una esfera de influencia, déjà vu de la guerra fría.
Pekín y Moscú, a tomar nota.
Doctor en Ciencias Políticas y profesor e investigador en la School of Foreign Service, Universidad de Georgetown, y Kennan Fellow en el Wilson Center, Washington, DC.