¿La culpa es del turismo?
En las últimas semanas el sector turístico estuvo en el centro de la agenda política. Lamentablemente, no por el valioso aporte que el turismo viene realizando para lidiar con los problemas estructurales de la Argentina (empleo, divisas y desarrollo territorial), sino por transformarse, en la “narrativa” oficialista del Frente de Todos, en un nuevo “chivo expiatorio”. Un “culpable” de la crisis macroeconómico producida por la incompetencia de la coalición gobernante.
Empecemos aclarando una obviedad: la dinámica del turismo no es la responsable de los desajustes macroeconómicos y de la falta de dólares; es, en realidad, la manifestación más clara de esos problemas. Efectivamente, el sector turístico es un generador de divisas para nuestro país. El gran inconveniente es que no ingresan por el Banco Central.
Como sucedió en octubre de 2021 con la apertura de cajas de ahorro bimonetarias para turistas extranjeros (no se abrió ninguna), la nueva disposición que permite cambiar 5000 dólares usando efectivo (dólar MEP) no logrará captar las divisas extranjeras. Problemas en seguridad, tiempo y comodidad -activos valiosos para cualquier turista- actúan como desincentivos.
Está claro que esta resolución no forma parte de una medida de política turística integral, sino que es un manotazo de ahogado de una política económica inconsistente y sin rumbo. Así las cosas, mientras nos perdemos discutiendo capas geológicas de medidas absurdas del kirchnerismo, dejamos de planificar un sector que puede convertirse en uno de los pilares para el desarrollo federal. Más aún en un contexto, post-encierro pandémico, de revalorización de la actividad turística anclada en entornos naturales. Es decir, un vector donde la Argentina es hipercompetitiva. Desde los grandes destinos como Ushuaia, Bariloche, Cataratas y Calafate, pasando por la potencialidad de múltiples destinos: Talampaya en La Rioja y los hermosos paisajes de Catamarca como el Campo de Piedra Pómez; los Esteros del Iberá en Corrientes y El Bañado de la Estrella en Formosa; los destinos de Salta y Jujuy fuera del circuito tradicional; el Valle de Calingasta en San Juan y el Tolhuin en Tierra del Fuego, solo para dar algunos ejemplos.
¿Qué agenda de políticas son necesarias para poder aprovechar la oportunidad que nos ofrece el mundo? Podemos sintetizarlo en dos grandes revoluciones: la de los cielos y la de la infraestructura turística. En otros términos, la Argentina es el octavo país más extenso del mundo. Para potenciar el turismo es condición indispensable tener conectividad e infraestructura.
Cuando Cambiemos llegó al gobierno en diciembre de 2015, el mercado aerocomercial estaba cerrado y sobreregulado. Entre 2016 y 2018 se otorgaron más de 1400 rutas. Muchas de esas rutas fueron otorgadas a firmas lowcost. Asimismo, se eliminó la banda tarifaria, que implicaba un piso mínimo de tarifa, en desmedro de la competencia y del precio que pagan los consumidores. Esa nueva dinámica política produjo una revolución en nuestros cielos, 2019 fue el mejor año de la historia en cantidad de pasajeros transportados: 46,5 millones de personas.
Sin embargo, entre la pandemia y La Cámpora, la revolución de los cielos fue totalmente desmontada. Revertir el desastre de la política aerocomercial es una tarea urgente para devolverle dinamismo al turismo nacional.
Necesitaremos también revertir problemas de infraestructura turística, de modo que una nueva revolución de los cielos se acople a una revolución de la infraestructura turística: valorización y recuperación de entornos naturales, hotelería, gastronomía, logística, aeropuertos, rutas, señalización, etcétera. El retorno a la inversión turística será enorme: empleo transversal-federal y generación de divisas.
En definitiva, que la angustia de este presente no nos haga perder de vista que podemos. Que tenemos una inmensa oportunidad colectiva por delante. Saquemos al turismo del banquillo de los acusados. Pongámoslo de una vez por todas entre los motores de una nueva Argentina. federal, desarrollada e integrada al mundo.
Presidente del Ente de Turismo de la Ciudad de Buenos Aires