La cuarta revolución industrial tiene que ser federal
Una revolución está redefiniendo a la economía global. Con la digitalización masiva de los procesos productivos, la Industria 4.0 abre una gran oportunidad para que Argentina potencie su tradición productiva y reconfigure la forma en la que nos integramos al mundo.
La revolución, sin embargo, no ocurre sola. Diferentes estudios y encuestas muestran que si se deja que los cambios tecnológicos se desarrollen espontáneamente, el resultado es una consolidación de las asimetrías que ya existen en la economía. Por eso la novedad del tiempo actual no es solo la tecnología sino el retorno de las políticas de promoción industrial, que vuelven a estar en el centro de las políticas económicas de los países, tanto de los desarrollados como de los que quieren serlo.
Política Industrial dejó de ser una mala palabra. En marzo de este año un paper del FMI titulado El Retorno de la Política que no debe ser nombrada desempolvó el término después de años y definió a las políticas de innovación y de tecnología como "las verdaderas políticas industriales" que hay que implementar para tener éxito. En los últimos años todas las potencias implementaron algún tipo de política concreta para impulsar sus sectores industriales al mundo 4.0.
En nuestros países en vías de desarrollo, donde las asimetrías no solo persisten sino que tienden a agrandarse, es preciso sumarnos sin hesitación a la revolución a través de políticas que primero mitiguen y luego tiendan a suturar las brechas, sobre todo las regionales que atentan contra nuestra integración territorial.
Un estudio que hicimos recientemente en la Unión Industrial Argentina muestra que, librado a su tendencia natural, este progreso tecnológico lleva a una distribución asimétrica de las nuevas oportunidades y a la concentración de esos beneficios en los sectores que ya están bien posicionados en términos de competitividad e inserción en los procesos productivos globales.
Ese fenómeno también se ve en Argentina. Las empresas que mejor están aprovechando las oportunidades son las más grandes y, en particular, las que pertenecen a los sectores más competitivos y exportadores. De seguir esta tendencia, podría llevar a una profundización de la brecha de productividad entre estos sectores y los menos competitivos.
Por eso, la reconversión del sector productivo de nuestro país a la realidad de las nuevas tecnologías debe ser un esfuerzo conjunto entre los sectores público y privado, que tenga una visión integral sobre las realidades y las diferencias que existen en nuestro país, tanto a nivel sectorial como regional.
Para muchos empresarios del interior, por ejemplo, el acceso a conectividad digital sigue siendo algo más dificultoso que para quienes trabajan en el centro del país. Según datos del Ente Nacional de Comunicación (ENACOM), en la Argentina la media de velocidad de Internet fija es de 12,73 megabits por (Mbps), pero mientras la ciudad de Buenos Aires más que duplica el promedio (30,35Mbps), las provincias con conexión más lenta ni siquiera llegan a la mitad del promedio (5 Mbps). Hacen falta políticas activas para mitigar estas diferencias y permitir que todos pueda sacar fruto a las nuevas posibilidades.
Las tecnologías y la nueva forma de producción también implican un fuerte cambio en las formas de trabajo, lo cual obliga a una revisión integral de las relaciones laborales. Las reformas no tienen que ir en desmedro de los derechos de los trabajadores sino, por el contrario, modernizar las interfaces entre los trabajadores y la tecnología para aumentar la productividad y la empleabilidad. Es fundamental, en ese sentido, pensar marcos de capacitación permanente para seguir el ritmo vertiginoso que propone el desarrollo tecnológico.
Todo esto es posible de encarar en el marco de acuerdos tanto generales como específicos, que requieren ser institucionalizados en espacios amplios y permanentes, como puede ser un Consejo Económico y Social. A la velocidad que se mueve el mundo y los principales países del mundo, no tenemos tiempo que perder. O nos movemos o retrocedemos.
La implementación de políticas públicas diferenciadas para la adopción de nuevas tecnologías también puede ser un acelerador importante para el desarrollo de más pymes en el interior del país, donde todavía experimentamos una gran distancia en términos de cantidad de empresas por habitante.
El autor es abogado, empresario y directivo de la UIA