La crisis educativa no admite otro debate vacío
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Este año vamos a escuchar muchísimo la palabra “educación”. No tengo dudas. Mencionarla está de moda y es funcional a los discursos de campaña. Pero pocos van a hablar de propuestas reales y serias para mejorar un sistema en crisis y al borde del colapso. Tampoco tengo dudas de eso. Según un reciente estudio de la ONG Cimientos y la consultora Isonomía, el 70% de los argentinos cree que las propuestas educativas van a ser importantes a la hora de elegir su voto. Un dato revelador que, al mismo tiempo, contrasta con la dinámica de gran parte de la política.
Por un lado, un selecto grupo anti “casta”, grita que quiere una educación con un sistema de vouchers. Por otro, un grupo que es gobierno, se vanagloria de inauguraciones mientras sus escuelas pierden clases por falta de gas, o quiere que los niños pasen de año sin acreditar saberes. Otra vez. La foto. Hablamos de educación para el título pero nunca para discutir políticas de fondo que son urgentes. Este año es una oportunidad. No hay ninguna posibilidad de resolver los graves problemas que tenemos si no ponemos en el centro a la educación. A los eslóganes de campaña vacíos y en busca de votos se los enfrenta con propuestas e ideas.
Para comenzar a transitar el camino del desarrollo tenemos que garantizar una educación que sea inclusiva, de calidad e innovadora. Si pensamos en la situación actual, parece difícil. Solo la mitad de los jóvenes completa la educación obligatoria y los que lo hacen, según nos confirmaron las evaluaciones Aprender, lo hacen sin los conocimientos básicos para enfrentar el mundo del trabajo y la educación superior. Sin embargo, si logramos consensuar propuestas de fondo vamos a estar cada vez más cerca. En primer lugar, tenemos que acreditar la calidad de las carreras de formación docente y de los institutos de formación. La consecuencia inmediata de esto será tener mejores docentes al frente de las aulas. Ellos son parte de la solución y para eso tenemos que garantizarles una mejor formación.
Debemos reformular la currícula de la primaria y el secundario, profundizando la enseñanza de los aprendizajes fundantes: matemáticas, ciencias, lecto-comprensión y tecnologías. La situación de la infraestructura escolar es fundamental y para mejorarla hay que descentralizar, de manera absoluta, el manejo de los fondos en los municipios. Por supuesto, con un riguroso control. Pero las obras se hacen mejor cuando existe más cercanía con los vecinos.
Además deben estar en agenda: la obligatoriedad de las pruebas Aprender en todos los niveles, incorporación de la sala de 3 años de manera gradual en el nivel inicial, generar una oferta estatal a partir de los centros de primera infancia, implementar un sistema informático único de seguimiento y graduación de estudiantes, plan de implementación de la jornada extendida, incorporar prácticas preprofesionalizantes, generar planes de terminalidad y reformar el estatuto docente, entre otras.
Estamos transitando la revolución del conocimiento. La necesidad de personas formadas es cada vez mayor, en un mundo que está en constante movimiento. Los ciudadanos deben ser capaces de liderar y gestionar esa incertidumbre permanente. Y la única forma de hacerlo es que estén mejor formados. Este es un año fundamental para elegir qué futuro queremos. Tenemos la responsabilidad de exigir a quienes usan la palabra “educación” para su campaña que nos cuenten, nos expliquen y debatan cómo piensan mejorar el sistema educativo. Nuestra educación no soporta, no admite y no necesita ni un debate vacío más.
Diputada nacional - Evolución Radical; exvicerrectora de la Universidad Nacional del Noroeste de la provincia de Bs. As. (Unnoba)