La crisis de los NIC desató el vendaval
La fortaleza de la economía norteamericana es el elemento decisivo que permite pensar en una rápida reversión de la crisis mundial. Los Estados Unidos están en su séptimo año de crecimiento consecutivo, con una inflación que cae a medida que se acelera la fase expansiva.
El déficit fiscal norteamericano es 22.600 millones de dólares -el 0,3% del producto- en 1997. Es el más bajo en 23 años y cayó el 78,9% en comparación con el de 1996 -107.300 millones de dólares-; Los Estados Unidos tienen hoy superávit fiscal, salvo por el pago de los intereses de la deuda.
La crisis del sudeste asiático se desarrolla a la sombra de una gigantesca excepción: China es ajena al vendaval de devaluaciones competitivas desatado en la región.
La República Popular se convirtió en un competidor brutalmente fuerte en los mercados internacionales, con un enorme peso exportador que descoloca a vecinos y rivales.
Las exportaciones chinas aumentaron el 20% en 1997, y su participación en el mercado norteamericano -de lejos el mayor del planeta- pasó del 6% en 1987 del total del sudeste asiático, al 26% el año pasado. China tiene un superávit comercial de 50.000 millones de dólares con los Estados Unidos, el segundo del mundo después de Japón. El ritmo de crecimiento de sus exportaciones es superior al nipón, por lo que en el 2000 será el primero.
Los países industriales del sudeste asiático perdieron competitividad internacional en la década del 90. Quedaron atrapados entre sus limitaciones estructurales y el fenomenal crecimiento de las exportaciones chinas.
Corea del Sur -el más importante de la primera generación de Tigres asiáticos- creció a una tasa superior al 12% anual entre 1986 y 1988, tras haber aumentado su producto el 8% anual promedio a lo largo de 30 años. Se desaceleró al 6,8% en 1989, y en 1992 al 4,5%, la más baja desde 1980. La previsión para el 97 y 98 es del 5% o menos.
Lo decisivo ocurrió con sus exportaciones. Tras crecer el 35% en 1987 y el 29% en 1988, frenaron su alza, la que ascendió al 2,8% en 1989 y 1990. Aumentaron en los años sucesivos, pero sin recuperar jamás los niveles excepcionales de la década del 80.
Taiwan experimentó una suerte similar, con el agregado de una enorme dislocación industrial por la multiplicación de la inversión directa en el exterior. En primer lugar, en China continental.
Es probable que la mitad del superávit comercial de China con los Estados Unidos provenga de empresas de la isla radicadas en el continente.
Aunque siempre está pendiente la posibilidad de una guerra entre el régimen comunista chino y el Kuomitang, que controla la antigua Formosa, su entrelazamiento productivo se acelera.
El ingreso per cápita de Corea del Sur era 300 dólares anuales en 1961, el nivel de Africa. Hoy es de 14.000 dólares anuales. En tres décadas, ese país periférico y devastado por una guerra internacional (1950/1953), carente además de recursos naturales, se transformó en la undécima potencia industrial del mundo.
Este logro histórico fue el resultado de un sistema de planificación centralizada, que derivó el ahorro interno -entre el 35 y el 40% del producto- a un conjunto de grandes conglomerados (chaebol) volcados al mercado mundial, mediante una política deliberada de créditos subsidiados. El mecanismo de acumulación coreano encontró sus límites en la década del 90.
Cinco de las principales chaebol fueron a la quiebra en 1997. El octavo holding del país -la automotriz Kia- se declaró en cesación de pagos hace una semana, con deudas por 11.300 millones de dólares. El nivel de endeudamiento promedio de las chaebol supera el 400% del capital. Su tasa de retorno es menos del 3 por ciento.
La sobreinversión -crecimiento físico del stock de capital- fue la fuerza de Corea del Sur durante 30 años, y hoy es su debilidad. La crisis del sudeste asiático es la de las ventajas adquiridas por medio de la acción del Estado en países carentes de recursos naturales. Faltó en su desarrollo una fuente interna de acumulación fundada en la innovación (aumento sostenido de la productividad). Esta ausencia se ocultó por el aumento incesante de la fuerza de trabajo (migración del campo a las ciudades) y la sobreinversión, que ahora se agotaron.
El mecanismo de acumulación coreano funcionó mientras el país se especializó en tres industrias, cuyos productos vendió al exterior: la automotriz, la electrónica y la de astilleros navales.
Los países no se especializan hoy en industrias integradas. Sólo hacen partes de productos finales, lo que incluye bienes y servicios. Allí donde es más barato hacer una parte, se localiza su producción. Luego se junta todo lo fabricado en países distintos en un solo producto trasnacional. Es la internacionalización productiva del capitalismo, o globalización.
La dislocación de la producción, y su integración virtual mediante la revolución tecnológica de la información, otorga enorme relevancia a la abundancia de recursos naturales (ventajas comparativas).
El paso de la ventaja comparativa a la competitiva a través de la innovación (productividad) es el único camino de crecimiento sostenido en las condiciones de globalización.
La crisis del sudeste asiático es la del sistema de planificación centralizada, y la de las ventajas adquiridas por medio de la acción del Estado. También es una enorme reinvindicación histórica para la Argentina, el país de las ventajas comparativas (recursos naturales) por definición. Federico Pinedo lo anticipó en 1940.
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