La crisis climática es una crisis humanitaria
Los desplazamientos provocados por las crisis climáticas son una realidad mundial, que reflejan y amplifican las profundas desigualdades e injusticias sociales. Tal es así que las comunidades que menos contribuyen al calentamiento global son las que más padecen su impacto negativo. En los últimos años, la cifra ha crecido considerablemente: en 2022 hubo más de 32 millones de nuevos desplazamientos debido a desastres y eventos relacionados con el clima. Este es el número más alto en una década.
Los efectos de la desertificación, el aumento del nivel del mar y la creciente frecuencia y gravedad de los fenómenos meteorológicos, vulneran los derechos humanos, incluyendo el derecho a la vida, al agua y al saneamiento, a la alimentación, a la salud y a una vivienda adecuada. Hoy en día, el 84% de las personas refugiadas y solicitantes de asilo provienen de países altamente vulnerables al clima. Tal es el caso de Somalia, que está atravesando un período histórico de sequía, una situación que no se había visto en más de 40 años. Una quinta temporada de lluvias fallidas impidió el crecimiento de los cultivos, lo que ha llevado a la desnutrición y el desplazamiento forzoso masivo. Esta situación dificulta y precariza aún más la vida de quienes se ven obligados a huir, también, por conflictos o violencia: 1,1 millones de personas debieron desplazarse dentro del mismo país, y más de 110.000 somalíes se vieron obligados a cruzar la frontera hacia Kenia en el último tiempo
Amina Osman es una mujer granjera de 35 años que se ha dedicado toda su vida a cultivar mangos, papayas y cocos a la orilla del río Jubba, en Jilib, su aldea de origen, en Somalia. Por la prolongada sequía no tuvo otra alternativa que abandonar su granja, junto a sus 8 hijos, en busca de alimentos, seguridad y protección. Pero esta no fue la primera vez que tuvo que dejarlo todo. La hambruna de 2011 que, de acuerdo con datos de la ONU, cobró más de 250.000 vidas, la obligó a huir también a Kenia, aunque en aquel momento pudo volver a su hogar y reanudar su vida.
Sin embargo, la segunda huida fue mucho más dolorosa para Amina, quien caminó junto a sus hijos durante tres semanas, dependiendo enteramente de la ayuda que recibían de personas que se encontraban en el camino. Desgraciadamente, dos de sus hijos murieron poco después de haber cruzado la frontera antes de llegar a Dadaab. La gravedad de la sequía es tal, que Amina cree que no podrá volver nunca a su país: “No sucederá jamás. Me quedaré aquí o iré a donde Alá me dé paz y sustento”, dijo. Y agregó: “Nunca había visto una sequía así en toda mi vida”.
A causa del conflicto y la sequía, ha aumentado el número de somalíes que buscan protección en los campamentos de refugiados de Dadaab, en Kenia. Allí residen más de 320.000 refugiados y solicitantes de asilo, pero la llegada de personas que huyen de la sequía en Somalia para poder sobrevivir supera las capacidades del lugar y las condiciones de vida son cada vez más precarias, debido a que los recursos se están agotando. Acnur, la Agencia de la ONU para los Refugiados, junto con el Gobierno de Kenia y otros socios humanitarios, ayuda a las personas refugiadas recién llegadas para acceder a servicios básicos, como alimento, agua y atención médica.
En el mundo, el 98% de los desplazamientos por desastres se desencadenaron por situaciones climáticas como inundaciones, tormentas y sequías. En comparación con los hombres, las mujeres de bajos recursos y los niños tienen 14 veces más probabilidades de morir a causa de desastres provocados por el clima.
Acnur ha identificado 22 países que experimentarán con mayor gravedad los impactos de la crisis climática de aquí a 2030, de los cuales 20 -ya frágiles por la pobreza y la inseguridad- encontrarán particularmente difícil adaptarse a sus efectos. En conjunto, estos países albergan al 52% de los desplazados internos, al 24% de los apátridas y al 28% de los refugiados, y es probable que las cifras aumenten.
La historia de Amina es una más de los millones de personas que, en un contexto de crisis climática, huyen para salvar sus vidas. Sin embargo, el alcance de la ayuda humanitaria es limitado, sobre todo porque las personas refugiadas como Amina no tienen manera de saber si podrán regresar algún día a su hogar.
Para visibilizar y contribuir a cambiar esta realidad, Fundación Acnur Argentina reanuda la iniciativa Ponchos Azules por el Clima, que convoca a argentinos y argentinas a sumar su nombre en una petición para exigir a los gobiernos tomar medidas urgentes para combatir la crisis humanitaria climática y frenar los desplazamientos forzados de millones de personas. Este año el objetivo es alcanzar un millón y medio de firmas, las cuales serán presentadas en la próxima Conferencia de Las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 29), que se celebrará a partir del 11 de noviembre de 2024 en Bakú, Azerbaiyán.
Desde Fundación Acnur invitamos a la comunidad a actuar, uniéndose a los Ponchos Azules por el Clima y firmando en www.ponchosazules.org, para apoyar a quienes afectados por la crisis climática, deben abandonar sus hogares. La situación requiere del compromiso y la solidaridad de toda la sociedad. Es necesario que juntos alcemos nuestra voz.
Directora de Comunicaciones de Fundación Acnur Argentina.