La crisis aumenta el ahorro mundial
La crisis intensifica, en vez de debilitar, la extraordinaria hiperliquidez de los mercados financieros internacionales. Los capitales que se retiraron de Wall Street desde la caída inicial del Dow Jones (544 puntos el 26 de octubre) permanecen en los Estados Unidos, y los que se fugan con mayor o menor celeridad del resto de los mercados (Europa, Asia, América latina) buscan como siempre el país-refugio y su moneda (el dólar) en caso de crisis.
El resultado es un vuelco fenomenal de capitales del mundo entero y, en primer lugar, de los Estados Unidos, hacia los títulos del Tesoro norteamericano a 30 años. El rendimiento (tasa implícita) de ellos fue del 6,10% el jueves último, de lejos el más bajo de los últimos 9 meses.
La hiperliquidez de los mercados financieros internacionales es la situación previa a la crisis. La intensificación de la hiperliquidez es su consecuencia.
Todos los pronósticos sobre deflación mundial, recesión internacional generalizada y alza de las tasas de interés globales en el mediano y largo plazo dejan de lado este dato esencial.
La paradoja no es el ocultamiento ingenioso de la realidad, sino la revelación de su sentido más profundo. Es lo que no se ve, y está a la vista, según advirtió Gilbert K. Chesterton.
El Asia no japonesa (con exclusión de China e India, ajenas a la crisis desatada en la región) representa el 7,3% del producto mundial y el 4,4% del comercio global de bienes y servicios.
La región creció el 7,5% en 1996, y se espera una disminución del 4 o 5% en 1998. Una caída semejante significa una baja de las exportaciones norteamericanas al Asia (como porcentaje del producto) del 2%. Lo mismo para Europa. En Japón, las consecuencias pueden ser más serias: la desaceleración estimada es del 4,4 por ciento.
Si el sudeste asiático disminuye sus importaciones el 10% el próximo año, el producto bruto norteamericano caerá 0,2% (Japón, 0,4%). El pensamiento estratégico enfrenta siempre la peor hipótesis: ésta es la peor hipótesis. "El miedo es alguien que llama a la puerta, y cuando uno va a abrir no está", señaló Shakespeare.
El producto del sudeste asiático es fácil de discriminar: la mitad pertenece a China (1250 millones de habitantes), que este año crecerá el 10% (como lo hace desde hace 18 años), y que en 1998 lo hará el 9 por ciento.
Paul Krugman subraya que el principio de conocimiento sobre la economía mundial es advertir la inmensa desproporción entre el tamaño real del mundo en desarrollo _pequeño, no obstante su extraordinario dinamismo_ y el del capitalismo avanzado.
El vuelco de la inversión extranjera directa al mundo en desarrollo alcanzó un récord de 112.000 millones de dólares en 1996. En el mismo periodo, la inversión interior conjunta del Primer Mundo fue de cuatro billones de dólares (cada billón es un millón de millones), con un producto bruto superior a los 20 billones.
Quizá lo más práctico es ver al mundo con los ojos de Alan Greenspan. El presidente de la Reserva Federal no movió el miércoles último las tasas de interés a corto plazo (la de los fondos federales es del 5,5%). No redujo, pues, el costo del dinero en medio de una crisis financiera internacional.
Es lo contrario de lo que hizo en 1987, cuando respondió al derrumbe de Wall Street _el lunes negro de la tercera semana de octubre (19/10/87)_ con un aumento inmediato de la liquidez del sistema financiero.
Greenspan afirmó hace 10 meses que los mercados bursátiles vivían un momento de "exuberancia irracional". Ahora precisó su pensamiento y subrayó el aspecto "positivo" de la crisis, en contradicción con las visiones catastróficas que proliferan debido a la incertidumbre.
Quien jamás pudo ser acusado de optimista, sostuvo que la súbita pérdida de valor de las bolsas evita que "la expansión económica norteamericana y el auge accionario se tornen insostenibles". Advirtió que la sobreexpansión del sudeste asiático concluirá cuando las empresas se hagan cargo de sus pérdidas. Sugirió un remedio fuerte, pero de reconocida efectividad en la historia del capitalismo: un buen número de quiebras.
El inconveniente es que pueden arrastrar al sistema financiero. El 75% de la deuda externa de los bancos de Corea del Sur vence en un plazo de tres a seis meses. El nivel de créditos incobrables del sistema financiero de la 1undécima potencia económica del mundo es entre tres y cuatro veces superior al promedio de la OCDE.
La lógica de la acumulación capitalista presuponía siempre la existencia de una economía mundial. Hoy, esa virtualidad es efectiva: la economía capitalista es mundial.
Por eso revisa todos los pasos anteriores de su trayectoria: la regla retrospectiva con que los juzga es el aumento incesante de la productividad.
Todas las construcciones históricas que no respondan a esta exigencia entran en crisis. Las más débiles (burocráticas) pueden desplomarse. Sucedió con la Unión Soviética, en 1991. Ocurre ahora con los "nuevos países industriales" (NIC) del Asia, que son obra de la planificación centralizada y de la acción de los Estados, que inventaron ventajas comparativas donde no existían.
Hay una oscura armonía en las cosas humanas. Todo lo que asciende se encuentra siempre consigo mismo: es el corsi e recorsi.
( * ) Analista internacional y director adjunto del diario El Cronista.
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