La comunidad internacional debe actuar con firmeza con Venezuela
La situación de Venezuela es insostenible, requiere de una respuesta urgente y coordinada de la comunidad internacional. No podemos permitir que la dictadura de Nicolás Maduro continúe oprimiendo y empobreciendo a su pueblo. Es hora de actuar con firmeza y determinación para apoyar al pueblo venezolano en su legítima aspiración de vivir en democracia y libertad.
El fraude electoral es la intervención ilícita de un proceso electoral con el propósito de impedir, anular o modificar los resultados reales, ya sea aumentando la cantidad de votos del candidato favorecido, disminuyendo las de los candidatos rivales, o ambas.
Este fenómeno ha sido recurrente en la historia de la Argentina, pero afortunadamente esa práctica nociva ha sido superada. El primer sistema electoral que adoptó nuestro país fue el de lista única, que consiste en que el partido que ha obtenido la mayor cantidad de sufragios en un distrito se alza con la totalidad de las bancas en disputa y así sucesivamente. La ley Sáenz Peña (1912) produjo un gran avance pues posibilitó la representación de las minorías en cada distrito, en una relación de los dos tercios para el más votado y el tercio restante para el que le seguía en número de votos.
Podríamos seguir haciendo referencia a los sistemas electorales que se han aplicado en nuestro país hasta nuestros días, pero la tragedia que está viviendo Venezuela va más allá de una cuestión meramente teórica. Se trata del derrumbe electoral de un régimen autocrático como es el chavismo, que lejos de reconocer la derrota ha trucado los resultados proclamándose ilegítimamente ganador, a pesar de que la oposición, encabezada por Corina Machado y que presentó como candidato a Edmundo González Urrutia, ha obtenido una victoria aplastante. Nunca una dictadura criminal entrega el poder. Hará todas las maniobras posibles para quedarse. Incluso, como lo está haciendo, recurriendo a la ejecución de opositores, y esto incluye a aquellos que tomen parte en una manifestación pacífica que apoye al gobierno que resultó electo en las urnas.
La reciente elección presidencial es solo el último episodio en una larga serie de maniobras antidemocráticas destinadas a perpetuar un régimen que ha sumido a Venezuela en una crisis sin precedentes. Hugo Chávez se acercó al régimen cubano y eligió a Fidel Castro como su mentor. En 1999 la relación bilateral mejoró significativamente, durante su presidencia formó una importante alianza con Castro y una relación comercial significativa con Cuba desde su elección ese año. La cálida relación entre ambos países continuó intensificándose. Durante su presidencia, Chávez se refirió al régimen cubano como una “democracia revolucionaria”, término que permite recordar las denominadas “democracias populares” que aludía a los países aliados de la Unión Soviética en Europa Oriental. La relación bilateral incluye la ayuda al desarrollo, las empresas conjuntas, las grandes transacciones financieras, el intercambio de recursos energéticos y la tecnología de la información, y la cooperación en los campos de los servicios de inteligencia y militares.
Una característica de las relaciones entre Cuba y Venezuela es que ambas naciones están intercambiando activos entre sí, que son baratos para el país emisor, pero de gran importancia para el país receptor.
Desde que Nicolás Maduro asumió el poder en 2013 ha manipulado sistemáticamente los procesos electorales, como se evidenció en las elecciones de 2018, ampliamente reconocidas como fraudulentas por la comunidad internacional. Las recientes elecciones, marcadas por la ausencia de observadores independientes, el veto a la candidata natural María Corina Machado y la represión de la oposición, no son una excepción. Desde el inicio del régimen las fuerzas de seguridad venezolanas y organizaciones parapoliciales promovidas desde el Estado han respondido con violencia a las protestas pacíficas, resultando en miles de detenciones arbitrarias, torturas y desapariciones forzadas. En particular, en los días posteriores a la reciente elección, un número indeterminado de personas han sido ilegalmente detenidas o se encuentran desaparecidas. Organizaciones internacionales y organizaciones no gubernamentales han documentado estas violaciones, denunciando la acción del régimen. El Consejo Nacional Electoral no aceptó a observadores propuestos por la oposición, por el contrario invitó a claros aliados al chavismo, como Baradel, Yasky, entre otros argentinos chavistas.
La economía venezolana está destruida debido a una inflación descontrolada y una pobreza que afecta a más del 90% de su población. Ante la falta de acceso a alimentos, medicinas y servicios básicos se ha producido una crisis sin precedentes de la salud pública. Enfermedades prevenibles se están propagando sin control. Resulta sorprendente que en esta época muera gente por enfermedades que ya habían desaparecido gracias a la aparición de medicamentos eficaces.
Sin una guerra declarada, el éxodo de venezolanos asciende a más de ocho millones, con lo que eso implica a nivel psicológico debido a la separación de familias y a la pérdida de sus bienes. En la Argentina viven más de doscientos mil. El país caribeño en su momento había recibido a miles de argentinos que habían sido echados por dictaduras en los 60 y los 70 del siglo pasado.
No caben dudas de que el Consejo Nacional Electoral ha manipulado los resultados y ha mostrado la victoria del dictador Maduro sin exhibir ninguna prueba al respecto.
Cabe exhortar a la comunidad internacional a que desconozca el ilegítimo gobierno de Nicolás Maduro y aplique severas sanciones a los responsables del régimen, económicas y diplomáticas, tratando de no afectar a la población. Implementar la doctrina de la Responsabilidad de Proteger, aprobada en 2005 por las Naciones Unidas. Aumentar la ayuda humanitaria al pueblo venezolano a efectos de aliviar las penurias por subalimentación que está sufriendo.
El gran escritor venezolano en el exilio Rodrigo Blanco Calderón lo ha expresado de manera elocuente en el suplemento Ideas de LA NACION del 3 de agosto, al ser consultado si pensaba que Maduro realmente cree lo que expresa : “He dedicado muchas horas a reflexionar sobre eso, porque alguien puede decir que se burla de nosotros. Es la reflexión sobre el mal: cómo puede existir una persona o grupo de personas, una estructura de poder que pueda mentir tan descaradamente, que sea capaz de organizar un país para que la gente se muera literalmente de hambre, mientras ellos se dan la gran vida. Eso que dicen que Venezuela está mejor que nunca. Maduro es un psicópata, es un cínico como toda persona con ese nivel de poder, pero llega un punto donde se crea una comunidad psicopatógena y por eso es tan peligroso”. ß