La caída del precio del petróleo debilita a Venezuela
La influencia política venezolana en la región se está desdibujando
Cuando -en tiempos de Hugo Chávez- muchos creían que el precio internacional del petróleo sólo podía subir, Venezuela puso en marcha un inédito programa de subsidios para algunos pequeños países de la región, en virtud del cual -a cambio de entregas de crudo subsidiado- se hizo de un conjunto de votos "cautivos" que utilizó en los organismos regionales.
De ese modo, su influencia relativa en América latina creció desmedidamente, opacando la de otros países de la región y logrando que ésta abrazara una suerte de "discurso único" en cuestiones de política exterior, estructurado obviamente sobre la concepción del mundo que tiene Venezuela. Crudo subsidiado, entonces, a cambio de votos y apoyos externos. Un negocio político.
De este modo, muy particularmente Unasur y Mercosur fueron funcionales a la política exterior venezolana. Las groseras manipulaciones de la crisis de Pando (en Bolivia) y de la suspensión de Paraguay, testimonian la existencia perversa de esa funcionalidad.
Unasur y Mercosur fueron funcionales a la política exterior venezolana
Pero ocurre que, de repente, contra lo que Chávez intuyera, los precios internacionales del crudo comenzaron a caer, con efectos dramáticos sobre el esquema de poder antes descripto. Al que Venezuela dedicó -desde el año 2005- la friolera de 44.000 millones de dólares, en ingresos que fueron sacrificados para poder exportar a la región su ideología.
Esos ingresos desviados significaron una fuerte postergación para el pueblo de Venezuela, que naturalmente resultó obligado a sacrificar nivel de vida.
El referido esquema de subsidios petroleros es el que se denominó: "Petrocaribe". Aún en marcha, pese a las dificultades que comentaremos. Hay, cabe acotar, quienes piensan que ese esquema es geopolíticamente tan importante para los "bolivarianos" que -pese a los sacrificios que supone mantenerlo- de un modo u otro seguirá vigente.
Los subsidios incluyen a Cuba, que es su principal beneficiario. Para Cuba, esos subsidios han obrado a la manera de "salvavidas" económico, con el que pudo mantenerla a flote pese a su perimido e ineficaz colectivismo. Nada menos que el 59% del petróleo que hoy consume Cuba es de origen venezolano y llega subsidiado. Hablamos de unos 100.000 barriles de crudo diarios. A US$ 50 el barril, unos cinco millones de dólares diarios.
El crudo venezolano también llega a Nicaragua. En este segundo caso, el 70% del crudo que Nicaragua consume es de origen venezolano. A lo que cabe agregar que empresas de la familia de Daniel Ortega tienen el monopolio total de su importación a Nicaragua.
A su vez, para la República Dominicana, el crudo subsidiado venezolano conforma el 23% de lo que allí se consume. Para El Salvador, el 13%. Para Jamaica, el 32%. Y para Haití, nada menos que el 93%.
Todos miran hoy, justificadamente preocupados, la posibilidad de que los subsidios venezolanos puedan sobrevivir sin cambios o ajuste alguno
Todos ellos miran hoy, justificadamente preocupados, la posibilidad de que los subsidios venezolanos puedan sobrevivir sin cambios o ajuste alguno. Guatemala ha tomado ya la decisión de salir de Petrocaribe y recuperar así la libertad de elegir libremente el rumbo de su política exterior. Petrocaribe, para poder operar, necesita de unos 200.000 barriles de crudo venezolano diarios, la mitad de los cuales se entrega a Cuba.
Lo cierto es que -en seis meses- el precio del crudo se ha reducido en un 50%, aproximadamente. Y que la economía de Venezuela está destrozada y que -por la carencia de divisas- todo es allí escaso. Lo que obliga a la gente a pasar buena parte de sus días haciendo colas para abastecerse de los artículos de primera necesidad. Situación que ha generado malestar y un profundo malhumor social y llevado la "popularidad" del ineficaz Nicolás Maduro a apenas un 24% de los encuestados. Lo que supone que menos de la cuarta parte de los venezolanos lo apoya. Muy pocos. Concretamente, menos de uno de cada cuatro.
Para la Venezuela de hoy, incapaz de alimentar a su pueblo, cuanto más subsidios vía Petrocaribe menos divisas para pagar las importaciones de bienes de primera necesidad, incluyendo los alimentos. Más penurias, entonces.
Los números básicos del problema al que aludo son bastante claros. Venezuela produce -a través de Pdvesa - unos 2,5 millones de barriles de crudo diarios. De ellos, tiene unos 500.000 barriles que han sido ya efectivamente "prendados" a China (contra su apoyo financiero) y unos 200.000 barriles que están, por su parte, afectados al programa de Petrocaribe (la mitad -reitero- para Cuba). El consumo doméstico (que también está subsidiado) requiere, a su vez, de unos 600.000 barriles diarios de crudo.
El saldo exportable que queda es, entonces, del orden de unos 1,2 millones de barriles de crudo diarios. A los precios actuales, eso genera apenas unos 20.000 millones de dólares anuales, cuando Venezuela necesita unos 77.000 millones de dólares sólo para poder pagar las importaciones que debe hacer.
Venezuela obtuvo desde 2007 créditos chinos por la friolera de 45 billones de dólares. De ellos, aún debe unos 20 billones de dólares. Pagarlos es imposible, si no es en especie. La "dependencia" venezolana de China es innegable. La audacia, casi inconsciente, de China, también lo es.
El programa asistencial de Petrocaribe está bajo revisión e intensa presión. Por ello Cuba ya salió, disparada, a abrir otra opción distinta: la norteamericana. Más allá de la retórica. Con previsión y prudencia.
También por ello los papeles de la deuda venezolana se cotizan hoy al 39% de su valor de origen y -en materia de riesgo- están calificados en la última categoría. La peor. La menos creíble. Aquella a la que sigue solamente la de los países que están en incumplimiento.
La influencia política venezolana en la región se está desdibujando. Velozmente. Como cabía suponer
Nicolás Maduro, sabiendo que el petróleo genera el 96% de los ingresos de Venezuela por exportaciones y tardíamente consciente del "brete" en el que está su castigado país, salió a mendigar apoyo financiero urgente en el exterior, apuntando esencialmente a China, una vez más.
Acaba de regresar, pero aparentemente con las manos semi-vacías. Apenas con algunos ofrecimientos de la banca privada de Qatar, a estar a las noticias que han trascendido hasta ahora.
Ocurre que China también tiene límites en los casos difíciles. Como ya sucediera con Zimbabwe, la asistencia financiera china requiere -para los casos difíciles- de obtener alguna contraprestación: concreta en bienes o en materias primas. Cheques en blanco, no.
Por todo esto, la influencia política venezolana en la región se está desdibujando. Velozmente. Como cabía suponer.
Si la economía venezolana se deteriora aún más, como es previsible, la frágil situación doméstica del país caribeño se puede complicar. Enormemente. Y rápido. De allí los reclamos de cambio de rumbo, incluyendo los formulados por la propia Conferencia Episcopal venezolana, a los que Nicolás Maduro prefiere ignorar.
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