La bonarda no es barbera
Muchos titubeos de los vinos tintos no son consecuencia de la fashion, sino hijos marmotas de la pereza
Muchos la pifiaron confundiéndose. Llegaron a manejar vidueños de un ambiguo cepaje mixto Barbera-Bonarda, no sólo en Mendoza, sino incluso en la Lombardía italiana. Un problema, en ambos mundos, de rústicos perezosos despistados, según dijo el ampelógrafo Alberto Alcalde en el alba de los años 70.
La Bonarda es variedad tirando a lunfa del norte de Italia (Piamonte), que los masters of wines ingleses prefieren ignorar porque se usaba mucho y maso para vini di tavola. El Barbera también es piamontés, pero más hacia el oeste. Acido y selectivo, clave en la vinificación de los Nebbiolo bien piripipí. Así que atenti. No tocar bajo el mantel la rodilla equivocada...
Los rústicos productores italianos de la región metieron gamba por pura comodidad y facilismo. Total, el 80% de los bruscos tintos mezcla resultantes se usaban acompañando sencillota pastasciutta asinomásica para consumidores que no habían visto en su vida a un sommelier. Criaturas privilegiadas.
En la Argentina, los inmigrantes italianos del siglo XIX repitieron el esquema. Mezclaron en la viña la Bonarda y la Barbera; y a los racimos consecuentes los usaron a su vez en mix con la uva comunarda criolla chica, en el pingüino de la casa, con hielo y soda.
A estas uvas de Barbera-Bonarda no se les exigían para nada polifenoles concentrados, battonage ni taninos dulces. Sólo alta productividad: 500 quintales por hectárea, rindes promedio considerados razonables. Para vinos finos, menos de cien es lo que corresponde.
Con el paso de las décadas los viñedos fueron depurados. Hubo cultivos de Bonarda, por un lado; y (menos) de Barbera, por el otro. La primera variedad se difundió con ímpetu: es la que ocupa más hectáreas en el país después del Malbec.
A lo que abunda no se le da importancia. Hasta hace pocos años el instituto vitivini controlador nacional tenía subestimada a la variedad como de clase B.
Pero si con este varietal se vinificaban en Italia tintos muy apreciados, ¿por qué no aquí? Una nueva etapa de mejores vinos investigó sus chances argentinas, logrando a corto plazo resultados sorprendentes.
En 1994, la Bodega Norton desarrolló un Barbera de perfiles clásicos que probamos no hace tanto con el wine maker. ¡Y qué placer! Recibió elogios del connaisseur italiano Giacomo Bologna. En San Rafael la Bodega Bianchi produjo otro carnoso y aromático no comercializado como varietal, sino integrando al blend del virtuoso Borgoña. Otro tanto hizo Esmeralda con su Rodas Bonarda, hábilmente malbequizado, excelente para el cada día, y La Rural con su Pequeña Vasija.
El cambio pleno se logró en 2000 con un consistente Bonarda que elaboró Roberto González para Nieto Senetiner. Con racimos de unos pocos parrales de (por la edad) muy bajo rendimiento, en una vetusta viña de Alto Agrelo comprada por la bodega por su Malbec. La decisión era desarraigar esa bonarda, pero antes el wine maker González decidió vinificarla. Una intuición. El varietal resultante superó cualquier expectativa, con aromas afrutados y a la vez delicadamente ahumados, en un cauteloso ámbito de madera.
Mención especial es el empuje bonarda de la Familia Zuccardi, pionera de Santa Rosa en el desarrollo del cepaje. Primero con su Zuccardi varietal Serie A ($ 54), que, según el enólogo italiano Alberto Antonini, superó a sus mismos compatriotas en la intensidad sensual de sus aromas graves y calidad del paladar. Y recientemente, con su partida limitada Emma Bonarda (130) de viñedos altos, en Uco. Vinificada por la tercera generación Zuccardi (Sebastián) recibió espaldarazo de la revista inglesa Decanter.
No lo puedo asegurar, pero creo que compite entre los diez varietales mundiales top del cepaje.
1.Colomé sensual
Púrpura oscuro, pero vivaz y atractivo. El Syrah Colomé tiene aroma intenso y sensual, indica que los tonos negros no se logran por sangría, sino por radiaciones solares de altura. El paladar, áspero por joven, necesita mínimo dos años en botella. De tomarlo ya, agite bien en decanter para airear.
2. Malbec recomendado
Con cordero patagónico probé el Malbec Kinien Ruca Malen 2007. Pese al color negro luctuoso, dejó atrás la fashion New World Wine y lo encontré más placentero que antes. Aromas malbec carnosos largos y un paladar de esos densos que subyugan al pendexismo.
3. Gourmandise invernal
Justo para cassoulet de lentejas y otros guisados high class, viene al pelo el CXV (Cientoquince) 2009 de Bodegas La Rosa. Hay que poniéndose estaba la gansa pero qué buen blend. De base Malbec (50 %) con Cabernet y Syrah. Un poco concentrado, pero de paladar amistoso y largo.
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