La boleta única va a mejorar la dirigencia argentina
Renovar la política y romper con el status quo para mejorar la calidad de vida de los argentinos, dos reclamos que la ciudadanía tiene hacia la dirigencia política en su conjunto hace décadas, ha sido un objetivo claro del espacio político del cual formo parte. Varios años después, seguimos convencidos de que nuestra dirigencia debe evitar los vicios del sistema electoral y ocuparse de representar con honestidad y responsabilidad la voluntad de los electores. Por eso necesitamos la boleta única y la necesitamos ya.
Estamos en la segunda década del siglo XXI, inmersos en la era de las nuevas tecnologías, pero seguimos votando como en el siglo pasado. La boleta única, en la actualidad, es utilizada -con diferentes matices- por más de noventa países. En nuestro país, algunas provincias como Santa Fe, Córdoba, Mendoza y Neuquén han modificado sus legislaciones para incorporarla. Otras, fueron más lejos, adoptando la boleta única electrónica como CABA para las elecciones de 2015 y Salta, que la sigue utilizando y con éxito.
La boleta única simplifica el acto electoral tanto para los electores como para las autoridades de mesa, otorga transparencia, facilita el escrutinio y por sobre todas las cosas, garantiza que el elector pueda expresar su voluntad. En la provincia de Buenos Aires, en las PASO de 2021 hubo 29 boletas, a las que deben sumarse las opciones vecinalistas. Como consecuencia, es imposible tener una oferta ordenada y confunde a cualquier persona que entre al cuarto oscuro. De haber tenido una boleta única, toda la oferta electoral quedaría unificada en un mismo papel, permitiendo al votante elegir con mayor claridad.
Esta reforma fortalece el pluralismo y como consecuencia, a la democracia, porque equilibra el poder de participación de todas las agrupaciones borrando las asimetrías con los partidos más pequeños. Los pone en pie de igualdad con las fuerzas tradicionales, que con mayores recursos económicos, arraigo y aparato tienen una ventaja: pueden fiscalizar todas las mesas, reponer las boletas durante la jornada y controlar mejor el escrutinio final. Ayuda también a suprimir los partidos “sellos de goma” que se venden al mejor postor para cobrar sumas millonarias cada dos años, por el dinero que se les otorga para la impresión de boletas.
Un gran vicio del sistema actual es que algunas fuerzas políticas premian con cargos municipales, provinciales y nacionales el reparto de boletas en la campaña y su sustracción y el voto cadena en los comicios. Un gran número de legisladores acceden a esos cargos gracias a estas avivadas que se priorizan por sobre su capacidad y representación. La boleta única mejoraría la calidad de todas las legislaturas y municipios del país: los empleados y servidores públicos tendrían el foco en gestionar y mejorar la vida de la gente en vez de hacer trampas en un sistema electoral “hackeable”.
En tiempos de un fuerte reclamo de austeridad para el manejo de las cuentas públicas, la boleta única hace más eficiente el costo electoral, hasta el cuidado del ambiente por el menor uso de papel.
En conclusión, creo que uno de los mayores aportes de esta iniciativa es el de alcanzar un consenso entre las diferentes fuerzas políticas para mejorar la calidad democrática y modernizar el sistema electoral. Sabemos que no es suficiente, necesitamos una boleta electrónica, pero éste es un primer paso en el camino de transformar la Argentina. La tecnología nos ha ayudado a simplificar y transparentar todos los procesos de la vida diaria. Hoy tenemos las herramientas para que la política se enfoque en resolver los problemas de los argentinos en vez de beneficiarse de las debilidades del sistema electoral. Solamente tenemos que ponernos de acuerdo.
Senador Nacional por la Provincia de Buenos Aires en el interbloque de Juntos por el Cambio