Las discusiones sobre el futuro del primer medio público de la historia, que este año renovará su carta real, involucran casi todos los ámbitos: financiamiento, contenidos, regulación y sus objetivos en la era digital; el 80 % de los ciudadanos británicos respalda su programación
LONDRES.- Es muy común escuchar en voz de autoridades políticas locales que sus sistemas de medios públicos tienen que ser como la BBC. Probablemente, para ellos la BBC es sinónimo de planos imposibles dentro del mundo de las hormigas, series de ficción atrapantes y, acaso, las tres palabritas que vieron nacer en 1922 al primer y más prestigioso medio público de la historia: informar, educar, entretener. Sin embargo, pocas veces se hace referencia a su organización y su cualidad autorreflexiva, que tienen mucho que ver con que esas palabras sigan teniendo sentido tanto a la hora de producir un clásico como Doctor Who como un programa periodístico como Question Time, en el que los políticos tienen que responder a filosas preguntas y repreguntas.
En lo que va de 2016, los debates sobre el financiamiento, objetivos y razón de ser de la BBC se convirtieron en un tema de tensión cotidiana debido a que toca renovar su Carta Real, es decir, su constitución. Y todos –gobierno, BBC, audiencia– tienen algo para decir al respecto.
La rispidez comenzó a crecer en julio de 2015, cuando el gobierno anunció que la BBC se tendría que hacer cargo de las licencias de televisión de los ciudadanos mayores de 75 años, hasta ahora subsidiados. Esta licencia debe ser pagada por todo aquel que tenga un televisor y constituye el principal ingreso de la BBC, que la percibe directamente. El debate continuó cuando el Departamento de Cultura, Medios y Deporte publicó una consulta abierta con una serie de puntos que deberían ser revisados de cara a la nueva Carta. Entre otras cosas, consultó a los ciudadanos por la misión de la BBC en la era digital, su escala y alcance, su forma de regulación, y propuso pensar un financiamiento que reemplace la licencia –modalidad prevista en varios países de Europa– por algún tipo de impuesto, por ejemplo, por hogar. Desde que salió la consulta, muchas y muy variadas voces se alzaron, unas cuantas cuestionando la financiación: si el presupuesto pasara por el gobierno en lugar de ir directo a la BBC –es decir, si el gobierno fuera el que percibe el impuesto en lugar de un ente autónomo– la independencia de los medios públicos peligraría, expresaban los que estaban en contra de esta idea.
La administración de ese impuesto, además de mantenerla independiente en términos generales, genera una relación estrecha de compromiso entre la BBC y su audiencia. Tanto es así que la participación ciudadana en la consulta del gobierno fue de casi 200.000 opiniones, una de las más convocantes de la historia británica. Después de la del gobierno, la BBC abrió otra y sus autoridades giraron por todo el Reino Unido para intercambiar puntos de vista.
En marzo de este año, gobierno y BBC presentaron los resultados de sus consultas y los reportes específicos encargados a distintos investigadores independientes sobre gobernanza, autonomía financiera e impacto de la BBC en el mercado de las industrias creativas. Al inaugurar la Oxford Media Convention a comienzos de marzo, el secretario de Estado John Whittingdale habló de los resultados de las diversas investigaciones: "Queda claro que el público valora a la BBC: un 80% dice que satisface bien o muy bien a las audiencias. El público cree que produce contenido de alta calidad y distintivo: el 75% estuvo de acuerdo con esa afirmación. Y queda claro que el público desea que la BBC siga siendo independiente –una mayoría apabullante compartió ese sentimiento". Pero también el político mencionó sus debilidades: debería llegar más a las minorías étnicas y a los jóvenes y representar más a las poblaciones de las naciones del Reino Unido, algo que también concluyó el BBC Trust, organismo que hasta ahora gobierna la BBC.
En la misma convención le llegó el turno a Rona Fairhead, autoridad máxima de BBC Trust, quien destacó que de acuerdo a ambas consultas públicas, no hay apetito para un cambio radical. Luego de hablar de pilares como la protección de la independencia del medio, dio un ejemplo surgido de la encuesta: "El público apoya la misión amplia y existente de la BBC. (…) En su mejor expresión, el entretenimiento puede informar y educar a la audiencia también. Miren Bake-Off. O Great Barrier Reef [La gran barrera de arrecifes]. Si alguna vez hubo una prueba de que el servicio público puede ser popular y, a la vez distintivo, se ve en esos programas". Esa respuesta tiene que ver con otro de los puntos importantes que el gobierno había marcado al incluirlo su consulta pública: ¿Está la BBC cumpliendo con el objetivo de ser "distintiva"?, se preguntaba, dando como ejemplo (negativo) la compra del formato de The Voice a una empresa extranjera por 20 millones de libras frente al ejemplo (positivo) de Strictly Come Dancing, desarrollado por BBC y vendido a varios países del exterior. En la convención, el Ministro Whittingdale insistió en que la Corporación debería ser todavía más distintiva.
Consensos sobran, tal vez más que en ningún otro país. Pero en cuestiones como el precio y el alcance de la licencia –que el gobierno podría autorizar que en el futuro se ajuste por inflación–-y en la entidad reguladora que garantice sus estándares de calidad se juegan los detalles de la BBC del futuro, de la pantalla para afuera y de la organización hacia adentro.
Según la especialista en medios y telecomunicaciones Claire Enders, directora de Enders Analysis, las primeras intenciones más reformistas del Partido Conservador respecto de la BBC fueron moderadas por dos factores: las respuestas concluyentes de una consulta popular tan masiva apoyando a la actual BBC y el contexto político del referéndum que en junio próximo definirá si el Reino Unido sale o no de la Comunidad Europea. Este no sería entonces el momento político más adecuado para incorporar cambios dramáticos, y si bien Enders estima que varias discusiones puntuales continuarán durante este año, también cree que habrá más acuerdos.
Por el momento, la BBC sigue siendo noticia casi cotidianamente. Es más: en el contexto del "Brexit", otro de los idas y vueltas entre gobierno y medio público es cómo los canales vienen cubriendo los temas de la Unión Europea.
Según últimas declaraciones, el "Libro Blanco" sobre el futuro de la BBC será publicado en mayo. Así como es un momento de sentar posición sobre el futuro de la BBC y la configuración del mapa de medios públicos y privados del Reino Unido, no deja de ser atrapante que todas estas discusiones, ideológicas, económicas y estratégicas, se den alrededor de una institución que, lejos de estar durmiendo en los laureles, arropada por el nuevo Sherlocky el naturalista David Attenborough, sigue generando debates sobre política pública que son cruciales a la hora de pensar cómo los ciudadanos se informan, se educan y se entretienen.