La atención: un recurso con capacidades limitadas
La atención es un proceso cognitivo clave para llevar a cabo día a día nuestras acciones y también para el ejercicio de funciones mentales superiores como, por ejemplo, la memoria. La atención nos permite acceder al mundo que nos rodea en tanto se encarga de filtrar las señales del ambiente, amplificar las que son importantes y, al mismo tiempo, suprimir aquellas irrelevantes. Estos dos procesos son conocidos como facilitación e inhibición. Su alteración da lugar a un déficit de atención; pero también puede suceder que otras funciones cognitivas se vean afectadas por fallas “básicas” en la atención. Por ejemplo, hay personas que consultan por fallas en la memoria cuando, en realidad, tienen dificultades atencionales que son las que entorpecen el recuerdo de datos o eventos.
La atención es un recurso con capacidades limitadas. Cuando estamos frente a dos fuentes de información complejas, la eficiencia de una decae frente a la otra. En un contexto como el actual, en donde vivimos en un constante bombardeo de estímulos (mensajes electrónicos, chats, noticias instantáneas, llamadas de teléfonos, redes sociales, entre tantísimos otros), la preocupación por la atención se ha vuelto exacerbada y surgen de manera constante interrogantes como estos: ¿los dispositivos digitales y las redes informáticas están debilitando nuestra atención?, ¿tenemos cada vez menos capacidad de mantenernos enfocados en una tarea? Tanto, que algunos estudiosos se animan a llamar a esta época como “la era de la distracción”.
¿Los dispositivos digitales y las redes informáticas están debilitando nuestra atención?
Más allá de respuestas categóricas, siempre es interesante recorrer distintas posibilidades de abordaje de las cuestiones y a partir de eso generar nuevos interrogantes. El sociólogo Frank Furedi, de la Universidad de Kent, Canterbury, señala ante esto que esta preocupación nos podría llevar a reflexionar, más que en el problema de la “desatención actual”, sobre cuáles son los nuevos focos de nuestra atención. Como dijimos, uno de los procesos involucrados en la atención consiste en filtrar lo importante de lo que no lo es; por lo tanto, pensar socialmente nuestra atención implica pensar qué valoramos merecedor de ella. Según él, la “crisis de atención” tiene que ver más bien con la incertidumbre sobre lo que pensamos que realmente importa. Así, por ejemplo, explica Furedi, la queja constante de los maestros por los problemas atencionales de sus estudiantes que no pueden dejar de mirar sus celulares podría también plantearse como una dificultad en su motivación y en la dificultad actual de la interacción docente-alumno.
Dijimos que un gran desafío del conocimiento es que a cada paso logre algunas respuestas pero a su vez muchas nuevas preguntas. Quizás a partir de esto nos surja la reflexión de si no convendría como padres o docentes enfocarnos menos en el “problema de la atención” de nuestros hijos o alumnos y más en el desafío nuestro de encontrar las estrategias más eficaces para lograrla.
Twitter: @ManesF