La Argentina necesita generar un shock de confianza
El gobierno de Alberto Fernández dilapidó el stock de confianza internacional que el país había acumulado en el gobierno de Mauricio Macri. Fernández naufraga entre la inconsistencia, la interna de su coalición y la mala praxis de decirle a cada interlocutor internacional lo que halaga sus oídos.
Generar un shock de confianza internacional debería ser el objetivo de la política exterior del próximo gobierno. Para ello, debemos reconocer nuestra posición como país periférico, de ingreso medio y que perdió peso relativo. El otro condicionante es el orden global. La disputa entre Estados Unidos y China borra las líneas entre comercio y geopolítica. A eso se suman la pandemia –con un retorno de la inflación global y la disrupción en las cadenas de valor– y la invasión rusa a Ucrania, con la crisis energética y alimentaria. En este contexto, las potencias miran a la Argentina como posible proveedora de alimentos y energía, pero para aprovechar esto es necesario generar un shock de confianza internacional que contemple los siguientes pilares.
En la disputa entre China y EE.UU., la solución no es la equidistancia o la ambigüedad, sino asumir posturas públicas asociadas al imperativo categórico del desarrollo. El próximo presidente deberá tener un diálogo honesto sobre nuestros intereses y valores, reconociendo que existirán tensiones. Un ejemplo es la incorporación a Brics, que hoy involucra el patrocinio de Rusia y la solicitud de Irán. Esto generaría dudas en términos de seguridad hemisférica y defensa del derecho internacional, y no redundaría necesariamente en beneficios comerciales.
Por otro lado, la Argentina debe hacer de la defensa de la democracia y los derechos humanos en la región un eje de su política exterior y reflejarlo en las votaciones en foros multilaterales. También es importante avanzar en una modernización de las Fuerzas Armadas que evidencie su elección estratégica en materia de seguridad hemisférica.
El segundo pilar es una política exterior para el desarrollo que aumente el comercio y atraiga inversiones, con foco en los motores de crecimiento: agroindustria, energía, minería, turismo, industrias basadas en el conocimiento e industrias asociadas a ventajas comparativas. Podríamos proponer al Mercosur una misión conjunta ante la UE para promover la entrada en vigencia del Acuerdo Mercosur-UE, entre otras medidas. Debemos reconstruir con Brasil una relación estratégica: ello puede fomentarse con un mecanismo de consulta y coordinación regular a nivel presidencial en temas como comercio, infraestructura y energía.
El próximo gobierno deberá avanzar con el acceso a la OCDE y rebalancear sus representaciones diplomáticas para reflejar la nueva geografía del comercio. Por ejemplo, fortaleciendo la presencia ante Asean. También incrementar la integración física con Chile y la coordinación con la Alianza del Pacífico.
Por último, la Argentina puede liderar en la región agendas que aumentan su prestigio internacional y apuntalan su desarrollo, como energía nuclear y cambio climático. El próximo gobierno podría convocar a una Cumbre Climática Sudamericana y promover acuerdos en desarrollo sostenible, seguridad energética y alimentaria.
Depende de nosotros generar los consensos necesarios y reconstruir la confianza internacional para que el potencial de desarrollo que el mundo ve en nuestro país se traduzca en mejores condiciones de vida para los argentinos.
Secretario general y de Relaciones Internacionales de la Ciudad