La Argentina cortesana de Hitler
A mediados de la Segunda Guerra Mundial, el líder nacionalista argentino Juan Carlos Goyeneche mantuvo contactos secretos en Berlín con los jefes máximos del Tercer Reich.
Tales gestiones, reveladas merced a cientos de páginas de documentos recientemente desclasificados en los Estados Unidos, confirman la existencia de estrechos vínculos entre Buenos Aires y Berlín durante la Segunda Guerra Mundial. Asimismo, demuestran el especial interés del Tercer Reich en influir sobre los acontecimientos políticos de la Argentina en esos años.
Goyeneche -en una misión en la que actuó en nombre del presidente argentino Ramón Castillo y de grupos nacionalistas de Buenos Aires- logró en Berlín algo impensable en aquellos años para cualquier político latinoamericano de segunda línea: ser recibido por los más altos jerarcas nazis y hasta obtener una promesa de apoyo al gobierno argentino del propio Adolf Hitler.
En un intercambio de cartas con el Führer y en conversaciones privadas con el jefe de las temidas SS, Heinrich Himmler, y con el ministro de Relaciones Exteriores, Joachim von Ribbentrop, el "restaurador" Goyeneche abordó el tema acaso más importante de su agenda: cómo encontrar una salida a la complicada situación política del presidente Castillo. El golpe militar que derrocó al gobierno sobrevendría cinco meses después: el 4 de junio de 1943.
Goyeneche, que fue recibido en Berlín por los más altos jerarcas nazis
Foto del Archivo General de la Nación
Pero no todo anduvo bien para el enviado argentino. Las tratativas con el régimen nazi fueron descubiertas por el servicio de radioespionaje norteamericano Magic, que interceptó cables enviados por Goyeneche de Berlín a la embajada alemana en Buenos Aires. Esos despachos debían ser entregados al entonces coronel Juan Perón, una de las cabezas del Grupo de Oficiales Unidos (GOU, un sector ultranacionalista del Ejército, con inocultables simpatías hacia el Eje), al nacionalista Mario Amadeo y al teniente Eduardo Aumann, edecán naval del presidente Castillo.
Bloque hispano y católico
Goyeneche expuso ante Himmler y Ribbentrop los pensamientos del movimiento nacionalista argentino, que favorecían la creación de un bloque de países hispanos y católicos que compartieran con Alemania la lucha contra el bolchevismo. Aconsejó a Himmler "proteger a los católicos en Europa" y ambos discutieron el posible papel del embajador argentino en España Adrián Escobar como nexo con el Vaticano. Se consideró, asimismo, la creación de una línea aérea entre España y la Argentina, con aviones provistos por Alemania.
El nacionalismo restaurador de Goyeneche y Amadeo tuvo gran influencia en el golpe militar de 1943 y en el ascenso político de Perón, aunque una vez que éste llegó al poder comenzó a distanciarse de las ideas que representaban. Goyeneche y Amadeo editaron la revista Sol y Luna desde 1938 hasta 1944, y Goyeneche formó parte desde 1936 del Baluarte Restauración, un grupo nacionalista católico.
Goyeneche había partido desde Buenos Aires el 7 de abril de 1942 como agregado cultural destinado a la embajada argentina en Madrid. Para cuando llegó a Berlín, ya se había reunido con los más importantes líderes fascistas de Europa: el general Francisco Franco, en España; Benito Mussolini, en Italia; el primer ministro Antonio de Olivera Salazar, en Portugal, y Pierre Laval, vicepremier del régimen Vichy, en Francia.
La preocupación que estas tratativas generaron en Washington está reflejada en los extensos interrogatorios sobre el tema a los que fueron sometidos los más altos jefes de la diplomacia y el espionaje nazi al finalizar la guerra. La Nación es el primer medio que logra obtener copias de los documentos originales que registran esos interrogatorios, que hasta aquí habían permanecido en secreto durante cinco décadas.
Preguntas para Hitler
La primera reunión de Goyeneche con el canciller Ribbentrop fue en Westfalen el 30 de noviembre de 1942, pocos días después del comienzo de la contraofensiva soviética en Stalingrado. El resumen sobreviviente, redactado por la cancillería alemana y capturado por los aliados en Marburg al final de la guerra, es de apenas siete párrafos.
"El señor Goyenche -dice textualmente- informó al canciller que había venido a Europa no sólo para obtener una clara impresión de la situación allí, sino también para conocer privadamente la opinión de los gobiernos de Alemania, Italia, España y Portugal sobre la Argentina, para poder así transmitir estas opiniones al presidente Castillo y a los líderes del movimiento nacionalista argentino, o sea, a la mayoría de la juventud y del Ejército."
Goyeneche planteó ante Ribbentrop tres preocupaciones específicas para ser transmitidas a Hitler:
- ¿Alemania adquirirá productos argentinos tras la guerra?
- ¿Reconoce el derecho argentino sobre las Malvinas?
- ¿Estaba de acuerdo con que España constituyera el "puente natural" entre la Argentina y Europa?
Goyeneche observó "que los círculos nacionalistas, en su lucha por mantener a su patria neutral de las intrigas anglosajonas (...) eran ahogados por las olas de la prensa y propaganda norteamericanas, que representaban una seria amenaza en las próximas elecciones presidenciales. Los Estados Unidos no repararían en límite alguno para arrimar al poder un candidato aceptable (probablemente, el general Justo). Por lo tanto, la juventud, el Ejército y la Marina estaban dando una batalla a muerte en contra de los Estados Unidos, una amenaza a la existencia de la Nación".
Las respuestas
Una semana más tarde, el 7 de diciembre, Goyeneche y Ribbentrop volvieron a encontrarse. El resumen de esta reunión cubre 11 carillas. Ribbentrop dijo que "estaba complacido de conocer a Herr Goyeneche, ya que había escuchado que tenía una especial y personal relación con el presidente Castillo".
El jerarca se entregó luego a una larga diatriba contra Rusia, los Estados Unidos, los judíos, la Iglesia Católica y el comunismo. Aclarando que "pertenecía al campo protestante", explicó que "en la zona del Ruhr, en los servicios católicos a menudo uno no podía distinguir si el sacerdote en el púlpito estaba dando un sermón religioso o uno político-comunista".
Despotricó contra los embajadores soviéticos en Londres y Washington ("judíos"), y sostuvo que "Stalin jamás abandonará las ideas fundamentales del bolchevismo, ya que los hombres tras el bolchevismo fueron y son judíos". El canciller lamentó que los Estados Unidos e Inglaterra no hubieran acompañado a Alemania en su lucha contra el comunismo, y pintó al presidente Roosevelt como vendido al bolchevismo y a los judíos.
"Sé que en muchos países no entienden o no quieren entender el problema judío -dijo Ribbentrop-, pero nosotros lo entendemos perfectamente." El canciller hablaba cinco meses después de que se habilitó el campo de Auschwitz.
Finalmente entregó un escrito a Goyenche con las respuestas del Führer a las preguntas presentadas en la primera reunión:
- "Si la Argentina mantiene su posición (neutral) puedo darle una respuesta 100 por ciento positiva a esta pregunta desde el punto de vista político. Tomaremos todo lo que la Argentina produzca."
- "Inglaterra es nuestra enemiga. (...) Las Malvinas están por lo menos más cercanas a la Argentina que a Inglaterra. Pero creo que si la Argentina no se cuida puede ocurrir que las islas sean tomadas por los Estados Unidos. Desde esta perspectiva, la resistencia argentina a los Estados Unidos es muy importante."
- "Deseamos una España fuerte y nacionalista. (...) Sus nexos espirituales y culturales con Sudamérica son muy deseables. El establecimiento de una relación espiritual y cultural con Europa es el deber primordial argentino."
Fotos autografiadas
Ribbentrop impartió a Goyeneche sus recomendaciones: "Lo más importante es mantener clara la posición argentina. La juventud argentina no quiere tenernada que ver con el bolchevismo; debe, por lo tanto, estar agradecida a Alemania por haber aniquilado este mal mundial. La Argentina debe mantener un frente radical en contra de Roosevelt, y entonces los Estados Unidos nunca podrán cumplir sus objetivos en contra de la voluntad argentina".
La reunión finalizó con "Herr Goyeneche (...) diciéndole que la juventud argentina había luchado en este sentido durante años. Que esta lucha era especialmente heroica si se tenía en cuenta que los norteamericanos regularmente cubrían el país entero con su ruido en la prensa, radio y con todos los medios de la propaganda. Que, por lo tanto, era extraordinariamente importante para la juventud argentina y su lucha poder recibir las seguridades implícitas en las palabras del Reichs Aussen Minister".
Agregó Goyeneche que "sería de gran aliento al elemento nacionalista si se pudiera considerar la posibilidad de que el Führer mencionara la situación argentino-chilena en uno de sus discursos, prediciendo un gran futuro para estos países si continuaban su resistencia".
Finalmente solicitó fotos del Führer y de Ribbentrop con dedicatorias para la juventud argentina. "Esto también contribuiría a alentar a la juventud argentina en su resistencia." Goyeneche recibió una foto de Ribbentrop de manos de su jefe de Protocolo, el barón Von Doernberg, antes de abandonar Berlín.
Con Himmler
Como jefe máximo de las SS, Himmler estaba a cargo de los campos de exterminio nazis y había visitado a Auschwitz, donde comprobó personalmente la eficacia del gas Zyklon B seis meses antes de su reunión con Goyeneche. El encuentro fue presenciado por Walter Schellenberg, jefe del servicio de espionaje de las SS en el extranjero.
Interrogado por el oficial norteamericano W. W. Blancké en Nuremberg, el 6 de febrero de 1946, Schellenberg sostuvo que durante la reunión "Goyeneche estuvo muy cauto y Himmler también solamente mostró su mejor perfil; en otras palabras, solamente discutió puntos generales. Goyeneche, entonces, procedió a decir muy francamente que era un católico romano y afirmó que no se podía pensar en Sudamérica sin pensar conjuntamente en el catolicismo".
Goyeneche decía que "si Himmler no ayudaba al catolicismo en Europa, entonces Alemania perdería la simpatía de toda Sudamérica. (...) Himmler dio respuestas realmente positivas a Goyeneche, pero muy hábilmente fue virando la conversación del catolicismo a la enemistad común con el bolchevismo".
Goyeneche y Himmler hablaron sobre el papel de Escobar, el embajador argentino en España. "No como agente, sino como un nexo con el Vaticano. Creo también que la creación de una aerolínea a la Argentina formó parte de esta conversación", dijo Schellenberg.
Recordó, asimismo, que Goyeneche retornó a Madrid, "aunque no estoy seguro de si no fue a Roma primero", y que de ahí en adelante el argentino mantuvo contactos con el SD (el servicio secreto de las SS).
¿Qué clase de información recibía el SD de Goyeneche? "Concernía exclusivamente al problema argentino y latinoamericano." Schellenberg afirmó que la información provenía -al menos en parte- de Amadeo: "Si tenía esta información de Amadeo solamente o a través de otros canales también, no lo sé".
¿Pero recibía de vez en cuando información de Amadeo? "Sí", fue la escueta respuesta.
Schellenberg agregó información sobre el embajador Escobar. "Era un hombre muy fuertemente orientado hacía Europa que sentía alta estima por Alemania. Me gustaría contrastarlo con la facción militar en la Argentina: políticamente no era tan unilateral. Creía que bajo la influencia del Vaticano, América latina, en conjunción con España y Portugal, debía crear una nueva esfera de influencia política. Era su objetivo unir a todos los católicos romanos. Era la hispanidad. No era ningún aventurero político ni un agente."
Sobre Goyeneche: "Hablé personalmente varias veces con Goyeneche. Era un convencido enemigo del bolchevismo. Trabajaba para la unificación de todos los católicos, y por eso quería ver la aparición de una Europa católica con la cual pudiera ensamblar la Argentina. Criticó muchas cosas en Alemania, particularmente la educación de la juventud alemana, que se llevaba a cabo sin ningún énfasis sobre lo religioso. (...) Creía que solamente la unificación de todos los católicos podría frenar la marea del bolchevismo, y ése era el puente con Alemania".
Interrogatorio de Ribbentrop
Schellenberg finalizó su testimonio ante Blancké a las cuatro de la tarde. A las cinco y media compareció el ex canciller Ribbentrop, que llenó 12 carillas de confusos recuerdos sobre la Argentina. Agobiado por la derrota y por los juicios de Nuremberg, Ribbentrop no pudo o no quiso aportar detalles. Sus consultas con su abogado defensor, el doctor Horn, no quedaron documentadas en la transcripción existente.
"De acuerdo con mi memoria -expuso-, había dos corrientes en la Argentina. Una era más o menos amigable hacia Alemania y la otra se hacía más y más contraria."
El canciller confirmó lo que los americanos ya sabían: que los agentes del SD de Himmler manejaban contactos que enfurecían a Ribbentrop y escapaban a su control. "Quiero decirles una cosa. Quiero enfatizar esto. Había ciertas líneas conectándonos con la Argentina que estaban fuera de mi esfera de interés", dijo, haciendo referencia al escándalo permanente que provocaban estos contactos, los cuales finalmente causaron la ruptura de relaciones, en enero de 1944.
Este coqueteo constante entre el SD y ciertas figuras significativas de la Argentina "dio a las fuerzas de la Argentina que deseaban romper relaciones el pretexto o la ocasión, digamos, de hacerlo", se lamentó el ex canciller, que había esperado mantener abierta la única embajada que poseía en el continente americano hasta el final de la guerra.
Mensajes cifrados
Goyeneche no quiso cablegrafiar sus novedades al Río de la Plata a través de canales argentinos. Los mensajes fueron enviados por el transmisor de la Cancillería en Berlín a la embajada alemana en Buenos Aires, para ser entregados, entre otros, a Perón y al teniente Aumann, asistente de Castillo.
El hombre a cargo de esta operación fue Otto Reinebeck, jefe de la Oficina Latinoamericana de la cancillería alemana, que el 4 de febrero de 1946 firmó ante los norteamericanos una declaración jurada de 22 páginas donde habla sobre "el caso del líder de las juventudes Juan Carlos Goyeneche". Dice allí que "en diciembre de 1942 Goyeneche vino a Alemania y entre otras cosas visitó la División Azul Española en el frente ruso. A su regreso me visitó y solicitó entrevistas con Von Ribbentrop y Hitler. Dijo que ya había obtenido entrevistas similares con Benito Mussolini en Italia y con el general Franco en España, y que ambos jefes de Estado le aseguraron gran apoyo a sus propuestas de entrenar a la juventud argentina de acuerdo con los principios fascistas y nacionalsocialistas".
Reinebeck agrega un dato: "Goyeneche deseaba una declaración oficial alemana diciendo que Alemania no tenía reclamos territoriales sobre América del Sur, ya que tal declaración representaría un muy atractivo elemento para su programa de propaganda".
No había puerta que le negara el paso al "líder de las juventudes" argentinas. "Goyeneche solicitó permiso para cablegrafiar los resultados de sus conferencias a la Argentina al teniente de la Marina Aumann haciendo uso de los códigos cifrados de la Cancillería", testificó Reinebeck.
"Fue otorgado este permiso y los telegramas, designados para Juan, fueron enviados por mí al encargado de negocios alemán en Buenos Aires. Ribbentrop en persona nos dio instrucciones para que estos y los subsiguientes mensajes (...) fueran enviados a España en el código cifrado diplomático alemán, porque Goyeneche no confiaba en el encargado de negocios argentino (en Berlín, Luis Luti), ya que éste era antinazi, y por lo tanto se debía temer publicidad innecesaria para estas negociaciones secretas."
El envío de cables para el destinatario "Juan" confirmó a Reinebeck lo que él ya sabía a través de su estrecha relación con el SD: que enviaba sus propios cables a Buenos Aires por vía independiente. "Era perfectamente obvio que los círculos oficiales argentinos, aunque aparentemente restringían la actividad de los representantes alemanes, en realidad los ayudaban en secreto. El encargado de negocios en la Argentina, ministro (Erich Otto) Meynen, hasta le informó a la Cancillería que el coronel Enrique González recibía inteligencia directamente del SD y se la transmitía al coronel Juan Domingo Perón y al presidente de la Nación."
Distinto final
Los protagonistas alemanes de esta historia tuvieron finales menos felices que los de los argentinos. Ante la derrota a manos de los aliados, Hitler y Himmler se suicidaron en 1945. Ribbentrop enfrentó cargos junto con otros veinte jerarcas nazis en la primera ronda de juicios en Nuremberg, y fue condenado a muerte por su participación en la "solución final" del "problema judío". El 16 de octubre de 1946, Ribbentrop fue el primero en subir a la horca en la prisión de Nuremberg. Su cuerpo fue incinerado en el crematorio del campo de Dachau y sus cenizas, esparcidas en un arroyo de Munich.
El jefe del contraespionaje nazi, Schellenberg, que en mayo de 1941 alertó al comandante alemán de la Francia ocupada que frenara la emigración forzada de judíos ya que una "solución final" estaba en puerta, fue condenado a seis años de prisión en Nuremberg. Murió en Italia en 1952.
El presidente Castillo fue destituido por la revolución de 1943. La situación de los agentes de Himmler en Buenos Aires se vio favorecida por el creciente poder de Perón en el nuevo esquema de poder. Perón "prometía dar la mayor libertad al servicio secreto alemán", dijo Schellenberg en su interrogatorio.
Escobar fue nombrado embajador en Washington en 1944, pero las crecientes tensiones entre el gobierno militar argentino y los Estados Unidos forzaron su pronto retorno al país. En 1945 fue nombrado embajador en París, con similar resultado. Su nombre fue incluido en el Libro Azul sobre actividades nazis en la Argentina, publicado por el Departamento de Estado a principios de 1946, y Escobar se jubiló de la diplomacia. Murió en 1954.
El doctor Amadeo fue, quizás, el nacionalista que más méritos acumuló en la vida política argentina. Reconocido intelectual y autor de varios libros, fue canciller del primer gobierno de la Revolución Libertadora y luego embajador ante las Naciones Unidas, donde presentó una vigorosa protesta en nombre de su país frente al secuestro por un comando israelí, en 1960, del criminal de guerra Adolf Eichmann, que había vivido secretamente escondido en la Argentina durante años.
El teniente Aumann, que recibía de la embajada alemana los cables de Goyeneche en Berlín, ascendió hasta contralmirante. Había sido un oficial brillante, piloto de dirigibles y luego aviador naval, además de cursar derecho internacional. Tras la guerra fue agregado naval en Canadá y en los Estados Unidos. Retirado en 1951, posteriormente estuvo a cargo de la Liga Naval Argentina hasta su muerte, en 1975.
El Bebe Goyeneche, como le decían sus amigos, se desencantó con Perón y, junto con Amadeo y otros nacionalistas, se unió a los "comandos civiles" que propiciaron su derrocamiento. Nombrado secretario de Prensa por el primer gobierno de la Revolución Libertadora, duró menos de dos meses en el cargo. Fue obligado por la fuerza pública a abandonar su despacho, en un incidente en el que no faltó la extracción de pistolas en su apoyo.
El escándalo sacó a relucir la inclusión en el Libro Azul de breves párrafos referentes a su paso por Berlín. Los cargos en su contra por "traición a la patria" fueron desechados con el argumento de que la Argentina era un país neutral en el momento de las entrevistas. Goyeneche murió en 1974 y fue enterrado en la Recoleta.
Arte de magia
El sistema Magic, que permitió la intercepción de radiomensajes sobre las reuniones secretas del líder nacionalista argentino Juan Carlos Goyeneche con los jerarcas del Reich, fue la más secreta y potente arma de espionaje con que contaron los Estados Unidos durante la Segunda Guerra.
Los cables de Goyeneche, enviados desde Berlín a Buenos Aires, fueron objeto del Resumen Magic #347, redactado por el coronel Carter W. Clarke, del Servicio de Inteligencia Militar norteamericano, el 4 de abril de 1943.
El documento fue conservado 54 años en los hasta hoy secretos archivos de la National Security Agency.
Cables interceptados
Sus dos párrafos se reproducen aquí textualmente por primera vez:
"En enero, el Dr. Juan Goyeneche, el argentino pro-Eje que ha estado viajando por Europa, logró un arreglo con la cancillería alemana para que un informe de su entrevista con el canciller Ribbentrop fuera transmitido al Chargé (encargado de negocios) alemán en Buenos Aires y entregado por el Chargé a ciertos oficiales argentinos. Parece ser ahora, en base a las comunicaciones alemanas recibidas desde entonces, que el doctor ha venido usando este canal para comunicarse con Mario Amadeo, el secretario pro-Eje de la cancillería argentina, quien se informa tiene gran influencia sobre el canciller (Enrique) Ruíz Guiñazú. En una de estas comunicaciones Goyeneche dice: Por razones obvias, no me gustaría enviar mi informe a traves de la Embajada Argentina en Berlín.
"Una comunicación alemana del 13 de febrero revela que Goyeneche, para entonces en Madrid, había solicitado una vez más a los alemanes hacer llegar un telegrama al Dr. (Mario) Amadeo. Para esa fecha, sin embargo, la cancillería alemana había comenzado a cuestionar la sabiduría de continuar esta práctica. En un mensaje a su Chargé en Buenos Aires, (la cancillería alemana) dice que, a pesar de no tener razón alguna para desconfiar de Goyeneche, le parecía extraño que el doctor considerara seguro transmitir comunicaciones a través de los alemanes, pero peligroso hacerlo a través de los representantes diplomáticos argentinos. La cancillería solicitó la opinion del Chargé sobre si el canciller argentino debía ser informado de las comunicaciones del Dr. Amadeo para prevenir el peligro de ofender al canciller y, por lo tanto, causar tensiones en nuestra relación con la Argentina."
Documento del departamento de Estado sobre la misión de Goyeneche
El coronel Clarke, autor de este resumen y una verdadera leyenda de la criptología, fue ascendido a general luego de su destacadísimo papel en Magic, y finalizada la guerra volvió a cumplir una misión protagónica en el ultrasecreto proyecto Venona, a través del cual los Estados Unidos lograron quebrar el código cifrado del espionaje soviético.