La Argentina ante EE.UU, China y Rusia
Si bien es posible en la actualidad leer extensamente sobre como se va perfilando el contexto internacional, es menos común leer sobre que deben hacer los diferentes Estados en materia de política exterior frente a este cambiante panorama. Una de las distinguidas excepciones en este campo es el exsecretario de Estado norteamericano Henry Kissinger, quien a los 98 años continúa analizando y aconsejando que debe hacer EE.UU., en particular en los casos de China y Rusia.
Con respecto a China, Kissinger considera que EE.UU. nunca ha tenido que lidiar con una nación de tal magnitud. Que funcionando en base a principios confucianos y marxistas, busca siempre lograr los más altos grados de performance a nivel tecnológico y económico, amenazando a EE.UU. en varios frentes. Considera que se deben encontrar los mecanismos para una coexistencia creativa que amortigüen los deseos chinos de hegemonía global. Los requerimientos mínimos para ello deben ser autolimitar -de ambas partes-las acciones nocivas a esta importante relación mutua, y evitar un enfrentamiento militar entre estas dos potencias altamente tecnológicas. Kissinger cree que esto es necesario, alcanzable, pero no automático. Pero considera crítico correr más rápido que China, por lo que la innovación tecnológica norteamericana debe superar a las capacidades organizativas chinas.
El exsecretario de Estado considera que el presidente Biden tiene un equipo de relaciones exteriores muy competente, que intenta mejorar el tono de la relación con China, y explorar en forma conjunta como evitar enfrentamientos que amenacen las estructuras básicas de cada nación. A su vez, Biden debe balancear las presiones domésticas con sus necesidades internacionales. No puede aparecer como un “blando” ante la oposición republicana, mientras procura dar forma a la relación con China, pero asegurando la cohesión interna. En el caso especifico de Taiwán, recuerda que este tema interrumpía cada reunión que él mantuvo con Mao y Zhou Enlai en su viaje secreto a Pekín en 1971. Y que la ambigüedad generada con la solución de una sola China, dio lugar a un renovado orden mundial, que incorporó plenamente a la China popular. Con esta perspectiva histórica, Kissinger propone actuar con mucha creatividad, realismo y firmeza para evitar una confrontación militar.
En cuanto a Rusia, considera que no ha existido una discusión profunda acerca de como debe estructurarse la relación entre ambos países, y que el diálogo se ha limitado a asuntos del corto plazo. Observando el caso de los enfrentamientos al este de Ucrania, considera que este país no debería ser miembro de la OTAN, sino más bien un país puente, como Finlandia, ya que si se convirtiera en miembro de esa alianza la amenaza militar para Rusia se encontraría a 480 kilómetros de Moscú, lo que aumentaría la histórica sensación rusa de inseguridad.
Considera que Rusia, cuya participación a nivel global es hoy limitada, debe todavía encontrar su lugar en el orden mundial, encontrándose algo aislada. Si bien los eventos en Ucrania son un problema serio para los vecinos europeos, la amenaza rusa a nivel global, a pesar de su importancia simbólica como potencia nuclear, es relativamente limitada. Si bien hay que evitar la confrontación permanente, habrá que actuar con considerable firmeza en caso de una acción militar rusa en Ucrania.
Aunque Kissinger fomenta el diálogo de los EE.UU. con ambas potencias autocráticas, considera que el diálogo en si mismo es insuficiente, si no está ligado a una elaborada claridad conceptual en cuanto a que es lo que se requiere para mantener un sólido orden global. En el caso de China, considera que el definir principios generales de coexistencia, no será un proceso libre de tensiones, ni que se llegará necesariamente a un punto final.
En el contexto de las relaciones entre EE.UU. con China y Rusia, la Argentina debe conducir una estrategia de horizontes diversos, actuando a diferentes niveles (económico, político, tecnológico, entre otros). Pero la densidad de las relaciones en los diferentes niveles puede ser distinta, según la nación con la que se interactúa. A nivel económico, se pueden tener relaciones de alta densidad con el exterior próximo, las potencias establecidas y los nuevos centros de poder (China, Asean, Rusia). Pero a nivel político, mientras las relaciones pueden ser de alta densidad con nuestros vecinos y las potencias establecidas, se debe tener sumo cuidado con las relaciones con naciones autocráticas como China y Rusia, con las que no compartimos valores ni de democracia ni de DD. HH.
A su vez, como advirtió el excanciller Dante Caputo en el caso de China, sus prácticas pueden peligrosamente permear al sistema político argentino. A nivel tecnológico, se debe interactuar con las potencias establecidas y el exterior próximo, mientras que al interactuar con Rusia y China debemos aprovechar las oportunidades como las vacunas para el Covid-19, pero evitar las situaciones que representen “lineas rojas” para nuestros vecinos y las potencias establecidas, como parece ser el caso del 5G. Siempre será importante evitar relaciones de alta intensidad a ciertos niveles que sean dañinos para el interés nacional, o que generen elevados grados de dependencia.
Especialista en relaciones internacionales; miembro consultor de CARI y de Cippec