La amenaza islámica acerca a los cristianos
La reunión cumbre entre el papa Francisco y el jefe de la Iglesia rusa busca terminar con siglos de distanciamientos y fortalecer a la cristiandad, acosada por el fanatismo en Medio Oriente y el norte de África
Tuvieron que pasar casi mil años para que los jefes de la Iglesia de Moscú y la de Roma, el patriarca Kirill, de 69 años, y el papa Francisco, diez años mayor, se encontraran en un territorio difícil de prever: el aeropuerto cubano José Martí, en La Habana. El primero, en ruta hacia México, y el segundo, camino a Brasil y Paraguay. El encuentro comenzó a gestarse hace unas dos décadas y en los últimos dos años, ante el exterminio de cristianos a manos de los musulmanes fanáticos de Medio Oriente y el norte de África, que despobló de creyentes esa región, se aceleraron los pasos.
La separación de las dos ramas más importantes del cristianismo se produjo en 1054, cuando el papa León IX excomulgó al patriarca de Constantinopla, Miguel I Cerulario, quien a su vez condenó al papa, en una excomunión mutua.
Hoy, mientras los católicos en el mundo suman 1254 millones, se estima que los ortodoxos son entre 220 y 260 millones. La Iglesia Ortodoxa rusa, con 380 obispos, es la mayor del mundo y está presente en Rusia, Ucrania, Rumania, Grecia, Serbia, Bulgaria, Bielorrusia, Moldavia, Georgia, Macedonia y Chipre, entre otros países.
En nuestro país los ortodoxos dependientes del patriarcado de Moscú se encuentran en la ciudad de Buenos Aires, Lanús, San Martín, Mar del Plata y siete casas en la provincia Misiones. En el resto de América latina están presentes -además de en Brasil y Paraguay- en Chile, Ecuador, Bolivia, Colombia, Perú, Panamá y Cuba, donde en 2004 Kirill, que años atrás visitó la Argentina, bendijo la catedral con la presencia de Raúl Castro.
Uno de los principales impulsores del acercamiento hacia la ortodoxia fue Juan Pablo II, que soñó con realizar una viaje a Moscú e inició gestiones en los años noventa, aunque sin éxito. En 2002, el papa polaco estableció cuatro diócesis católicas en Rusia, con un arzobispo metropolitano en Moscú, lo cual fue mal visto por las autoridades ortodoxas.
Otra fuente potencial de desencuentro aún mayor surgió cuando se decidió elevar a la Iglesia greco-católica ucraniana al rango de patriarcado, con sede en Kiev. Esta Iglesia se separó de la ortodoxia en 1596 y aceptó la supremacía papal, pero logró que le respetaran el uso del idioma, su liturgia, su espiritualidad y el sacerdocio casado. Esta Iglesia Católica oriental es considerada muy importante -son 4.500.000 de fieles-, con pujantes instituciones educativas formadoras de una nueva y destacada generación de teólogos y líderes eclesiales. Pero las demás iglesias ortodoxas expresaron su firme oposición a la "expansión de uniatismo" -como se los denomina despectivamente- en territorio ortodoxo.
Con la muerte de Wojtyla y la llegada de Ratzinger, la relación institucional comenzó a mejorar y las agrias polémicas dejaron paso a funcionales y discretos contactos diplomáticos. En enero de 2009, Benedicto XVI envió un cálido mensaje de felicitación a Kirill por su entronización como patriarca de Moscú. Además, el papa adoptó otra significativa medida. Por decisión personal pidió que se le retirara el título de "patriarca de Occidente", un anticipo de la proclamación del papa Francisco, que al ser investido pontífice se presentó como obispo de Roma. El gesto fue recibido con satisfacción en la ortodoxia. Y en algunos círculos se estima que con el nuevo papa americano las relaciones pueden lograr mejores cauces.
Lo que trascendió en los últimos días fueron los detalles de cómo se gestó este encuentro, que tiene características novelescas y en donde Raúl Castro tuvo un rol protagónico. En mayo de 2015 viajó a la capital rusa en visita oficial. En los días siguientes tuvo un encuentro con Vladimir Putin y luego se reunió en privado con Kirill y lo invitó oficialmente a la isla, creando así una circunstancia favorable para la reunión con el Papa. Ese mismo día Castro voló a Roma y el domingo 10 fue recibido por Bergoglio. Castro, que al igual que Fidel estudió en colegios jesuitas, salió de la entrevista con una gran sonrisa. "Si continúa así, volveré a rezar", confesó.
Kirill es considerado un firme partidario del ecumenismo, al igual que el Papa, lo que alimenta las esperanzas de que ambas iglesias superen el cisma. "Hoy ortodoxos y católicos trabajan juntos y han formado un frente común para la defensa de los valores cristianos en la sociedad moderna", dijo el patriarca ruso, dando por superadas las tensiones de los años noventa. Los católicos, agregó, "ya no serán considerados como extranjeros".
Aunque desde algunos sectores se observan hechos que generan interrogantes (la jerarquía ortodoxa rusa no ha experimentado un aggiornamiento ni ha tenido su Concilio Vaticano II, y es notoria la tendencia al lujo en figuras de la jerarquía eclesiástica), el temor a la amenaza del fanatismo musulmán aceleró los pasos de este acercamiento y fue fundamental para lograrlo. Entre los treinta puntos del documento suscripto por ambos líderes religiosos y escrito en italiano y en ruso, los más destacados fueron los dedicados a lograr la unidad entre ambas ramas de la cristiandad.
"En muchos países de Medio Oriente y África del Norte, se exterminan familias completas de nuestros hermanos y hermanas en Cristo, pueblos y ciudades enteros habitados por ellos. Sus templos están sometidos a la destrucción bárbara y a los saqueos; los santuarios, a la profanación; los monumentos, a la demolición. En Siria, Irak y otros países de Medio Oriente observamos con dolor el éxodo masivo de cristianos de la tierra donde nuestra fe comenzó a extenderse y donde ellos vivían a partir de los tiempos apostólicos, junto con otras comunidades religiosas."
Los líderes religiosos confesaron sus limitaciones para encarar este problema y formularon "un llamamiento a la comunidad internacional a unirse para poner fin a la violencia y al terrorismo, y al mismo tiempo, a través del diálogo, a contribuir a la pronta obtención de la paz civil. Y solicitan a la comunidad internacional todos los esfuerzos posibles para poner fin al terrorismo mediante acciones comunes, conjuntas y sincronizadas.
Sorprendió el amplio texto dedicado a la Iglesia greco-católica, que fue visto como muy positivo por Daniel Kozlinski, la máxima autoridad religiosa de ese sector en nuestro país. Aunque no dejó de lamentar los sufrimientos a que se ven expuestos los fieles en la península de Crimea, actualmente en poder del gobierno ruso.
Una frase del papa Francisco llamó la atención: "Hablamos como hermanos, tenemos el mismo bautismo, somos obispos. Hablamos de nuestras iglesias, sabemos que la unidad se hace caminando. Y hablamos claramente, sin medias palabras. Yo les confieso que he sentido la consolación en este diálogo, he sentido el Espíritu Santo".