La abuela vistió a Mirtha Legrand y otras divas del cine; ella se lanza a la moda global
Nieta de la emblemática Vanina de War, la diseñadora Sayana Agtseribbe vive en Dubái, comercializa sus prendas en Estados Unidos, Francia, Emiratos Árabes e India... y no abandona el mate ni el rock argentino
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“The world is yours” (El mundo es tuyo): así está escrito, en letras de neón celestes, plasmadas en un posteo de las redes sociales de la marca. Y más como una certeza que como una premonición, esa expresión, sin dudas, podría ser un mantra para la dueña de la firma. Es que la diseñadora franco argentina Sayana González Agtseribbe asumió sus deseos ya siendo una niña, y apenas terminó el secundario salió tras ellos. Con la convicción de querer dedicarse a la moda, se mudó a Europa para estudiar en la Parsons The New School de París y luego completar un MBA en Luxury Brand Management. Esos fueron los comienzos del raid empresarial que la llevó a cruzar hacia el otro lado del hemisferio para trabajar en una firma especializada en estampados sobre tela y otra de indumentaria, ambas en la India. Después hizo lo propio como estilista y organizando desfiles, hasta que finalmente fundó DeWAR en Nueva Delhi en 2017.
“Si mi abuela me viera me diría que deje de ser tan seria y me divierta un poco más. Creo que estaría orgullosa”
Pero eso no es todo porque la sangre tira y el recorrido hedonista de la diseñadora de 30 años también, y por sobre todo, tuvo que ver con revisitar los modos de hacer y expresar de sus ancestros para recuperar los saberes de las mujeres de su familia materna y volver a poner en valor la vestimenta. Así como lo hizo su abuela francesa, la reconocida Vanina de War, creadora icónica de las décadas de oro del cine nacional argentino, aunque antes, a principios del siglo XX, ya lo había hecho su bisabuela, Lyska Kostio de Warkoffska. Nacida en Azerbaiyán, la actriz devenida diseñadora despuntó por la extravagancia en su modo de vestir, además de ser una asidua organizadora de bailes de tango y hacer vanguardia en la París de la Belle Époque abriendo su primera tienda en la segunda mitad de los años 30. Reconocida por los diseños en tejidos y también en crochet, según el relato del periodista Michael Henri Oréal en la publicación Kostio de War, Édith Piaf, Greta Garbo y Marlene Dietrich, entre otras celebridades, habrían vestido sus creaciones. El Victoria and Albert Museum de Londres y el francés de Artes Decorativas conservan piezas de colección de la firma.
Destino
“Ahora lo miro como un pequeño mundo imaginario al que quiero volver”, comenta Sayana –desde Dubái, donde vive desde principios de este año– a propósito de las visitas que hacía al atelier de su abuela, montado en un petit hôtel de Barrio Norte. Ahí estaba la emblemática boutique Vanina de War, justo en la esquina de Arenales y Talcahuano (donde hoy funciona la casa de decoración Mihran). “Éramos muy compinches”, expresa, y añora el ritual que compartían todas las semanas. Los miércoles específicamente, cuando salía de la primaria del Liceo Francés Jean Mermoz y se instalaba durante horas en ese espacio de ensueño. Sin saberlo, en ese sitio Sayana empezó a proyectar su futuro, en medio del glamour que le inspiraban los rollos de telas de colores, las plumas y las modelos que iban y venían mientras se probaban la ropa.
Tal cual lo recuerda la cronista Victoria Lescano en Prueba de Vestuario, Vanina de War con frecuencia estuvo a cargo del vestuario cinematográfico de Mirtha Legrand y Amelia Bence, entre otras divas del momento. Era usual ver su nombre en los créditos de las películas más recordadas de las décadas del 50 y 60: Bajo un mismo rostro y La patota, entre otras. Un vestido tipo solero en gros negro, otro de crêpe amarillo con bordado de cuentas esféricas al tono y una capa realizada en tafeta rosa, son algunos de los diseños que actualmente se atesoran en el acervo del Museo del Traje en Buenos Aires.
Y si bien momentáneamente Sayana está asentada en Medio Oriente, viaja continuamente a Nueva Delhi, donde llegó para trabajar en la marca Pashma y terminó quedándose por siete años. En la escena de la industria pudo adquirir los conocimientos prácticos, sobre negocios, que no había hallado en la universidad. Al poco tiempo de desembarcar en India, con tan solo 23 años, hizo producción con quince personas a cargo, y se metió de lleno en el rubro de la indumentaria. “La experiencia es lo que realmente cuenta”, reconoce ahora al frente de su empresa y del taller con el que además fabrica producto terminado para otras marcas de ropa. “Desde que tengo uso de memoria para mí fue algo natural; siempre quise tener esta marca, volver a recrear este ambiente”, reflexiona sobre el nacimiento de su proyecto y el modo en el que eligió tomar la posta, como herencia familiar, de una firma, que ya tiene más de 80 años de historia en el mundo de la moda.
Después de vivir y transitar por ciudades tan diversas como Buenos Aires, París, Bruselas, Nueva Delhi y Dubái, es una declarada fanática de la Argentina
Los proyectos
Aunque comenzó pensando en dedicarse a la haute couture, terminó especializándose en prendas “prêt-à-porter de alta gama” (así lo define la creadora). Una marca que además es considerada vegana porque no usa cuero de animales y hace foco en la sutileza de la sastrería, en modelos de línea simple y texturas contrapuestas. “No me gustaría ser una diseñadora con precios descabellados, sino que busco que sean piezas para usar a diario, de buena calidad, que estén bien hechas y que al usarlas una pueda sentirse bien”, subraya. Hasta el momento, Sayana participó en la última edición de París Fashion Week, que se hizo en modalidad presencial previa al inicio a la pandemia, y comercializa sus productos en Estados Unidos, Francia, Emiratos Árabes Unidos e India. Y aunque al principio la idea fue atraer a las clientas locales, la colección más reciente tiene como inspiración una idea global: “se basa en el panorama actual, la defino por la introspección, los fragmentos y el poder”, indica. La introspección refiere al agradecimiento por el tiempo atravesado a causa del Covid-19, ese que permitió volver a mirar realmente hacia adentro y poner el énfasis en el ADN de la marca, que considera “confortable y chic”. Los fragmentos, porque procuran representar el estado del mundo de hoy, y el poder, en definitiva, es el sentimiento que le quiere transmitir a sus clientas cada vez que visten alguno de sus diseños.
Casada con un indio, está totalmente familiarizada con los hábitos y las tradiciones culturales de ese país, incluso aprendió a hacer algunos platos típicos. Aún así y después de vivir y transitar por ciudades tan diversas como Buenos Aires, París, Bruselas, Nueva Delhi y Dubái, es una declarada fanática de la Argentina. Reconoce que se la pasa escuchando rock nacional, y que cuando sale a pasear el perro el sonido que la acompaña es de sus temas favoritos de la Bersuit Vergarabat. La música, el mate y la comida son cuestiones claves en su día a día. “Amo estar en la India, me encanta, ahí está mi trabajo, mi equipo, pero la verdad es que es un lugar bastante extremo, te lleva mucha energía”, confiesa. Además, desde allá, revaloriza la libertad, la independencia y sobre todo los avances en los derechos que transitan las mujeres a este lado del mundo. ¿Qué le diría Vanina de War, su abuela, si la viera ahora? “Que deje de ser tan seria y me divierta un poco más. Creo que estaría orgullosa”, sintetiza