Kueider, de aliado de Milei a feroz enemigo
El maldito de Kueider siempre arruinándome los planes. Ya van dos sábados seguidos que mete la cuchara y me obliga a prestarle atención, cuando yo quería dedicarme a cosas importantes. Hoy, al aniversario de Milei, el mejor presidente que haya conocido jamás la humanidad, y el mejor de acá al final de los tiempos. Imperdonable que conspire así contra Javi... un aliado de Javi.
Algo diré después sobre el primer año, pero es noticia más fresca y más alucinante que anteayer la casta del Senado haya echado a este senador ultracasta protegido por el gobierno que vino a exterminar a la casta. No es tan complejo como suena. El ánimo con que el kirchnerismo la emprendió contra Edgardo Kueider, Mister Ed, se explica fácil. Después de La Rosadita, de Josecito López y de los cuadernos, el Instituto Patria elaboró un protocolo destinado justamente a evitar situaciones enojosas en el tráfico de divisas. Obvio, Mister Ed no lo leyó; tampoco su presta secretaria, Iara. Unos irresponsables. Si algo la saca a Cristina es esa torpeza, que, por cierto, se ha cansado de reprocharle a Néstor. “¡Qué manía la de dejar los dedos en todos lados!”, le gritó una vez en la cara. Como si ella hubiese sido muy cuidadosa. En este caso, tiene razón. A Ed lo pescaron en la frontera porque se estaba sonando la nariz con un billete de 100 dólares.
Entiendo también la incomodidad en las filas libertarias al ver a la Casa Rosada empeñada en defender (solo a último momento le soltó la mano) a un sujeto como Kueider. La entiendo, no la justifico. Un voto es un voto. Si en determinados proyectos, tipo la Ley Bases, está en juego el destino de la República, ¿te vas a poner a contarles las costillas a los patriotas que dan su apoyo? Desde el primer día, Ed hizo conocer su disposición a colaborar, y, además, por sumas muy razonables. Le cabe sí al Gobierno revisar su manual de procedimientos: esas 200 lucas se deberían haber entregado directamente en Asunción. Ahora, el lugar de Ed lo va a ocupar una camporista. Catástrofe. Nadie cree que tenga las mismas tarifas.
Otros aspectos de la trama suscitan lógicos interrogantes. Los libertarios plantean que la sesión no fue válida porque la presidió Vicky Villarruel, que en ese momento debería haber estado reemplazando a Milei (en viaje fiestero a Roma para entregarse a los brazos de Giorgia Meloni). Aflojen, leones: Vicky no vota. En realidad, fue inválida porque Kueider no pudo defenderse. Lo que hizo es indefendible, pero guardemos las formas: tenía derecho a decir algo, echarle la culpa a Iarita, jurar que encontró la guita en el baño de una estación de servicio… Y algo más extraño: Kueider todavía no está ni siquiera procesado y lo sacaron a patadas del Congreso, al que el año próximo podrá incorporarse Cristina, condenada ya en primera y segunda instancia. Limpísima la ficha de Cris, roñosa la de Mister Ed. El que nace para pito nunca llega a corneta.
A raíz de esta historia tan desgraciada nos enteramos de que son 28 los senadores con causas abiertas en la Justicia, en su mayoría por corruptelas. Es decir, casi el 40% de la Cámara. El número viene creciendo sistemáticamente, con lo cual me pregunto si no debería pensarse en un cupo de honestos. Por ejemplo, del 10%. Digo, cosa de evitar que la decencia resulte un obstáculo insalvable para aspirar a una banca. ¿Lijo rechazado en la Corte? Aplicamos el cupo y entra al Senado.
En estos 41 años de democracia, cinco legisladores fueron echados del Congreso por chorros o inmorales. El gorilismo ha reparado en que los cinco son peronistas. Yo felicito muy sinceramente al viejo partido: solo fueron descubiertos cinco.
Ahora sí, vamos al primer año de Milei. Un apretado balance me da que la economía está cada vez mejor, y Javi, cada vez más Javi. Esto último, con lo bueno y lo malo. Lo bueno. Me encanta lo transparente que es: no oculta su narcisismo, la obsesión estética, su gusto por los viajes, la lengua y la mente endemoniadas, mentirillas, contramarchas, revoleo adolescente de acusaciones, despreocupación por todo lo que no sean números. Qué importante tener un líder al que se le ven los pliegues íntimos: no esconde, no disimula, no aparenta. Después del profesor Alberto, como tocar el cielo con las manos. Lo malo. Muy poco. Narcisismo, obsesión estética, mentirillas, contradicciones, revoleo de acusaciones, que no discipline la cabeza y el verbo. Se lo dijo Claudio Escribano al hablar anteayer en ADEPA: “Así no, señor Presidente”.
Lo bueno: Francos, Sturzenegger, Luis Caputo. ¡Y la quiebra de Piquetes SRL! Lo malo: el monje negro Caputín, Scioli, Lijo. ¡Y sacrificar a millones de abuelos! También hay que elogiar el doloroso pero necesario pacto con Cristina en temas estratégicos, y condenar el pacto con la más casta de la casta.
La pura verdad es que Javi se está quedando con el país. Veremos qué país queda después de Javi.