Kirchnerismo a cielo abierto
A los intendentes de Juntos por el Cambio les sonó extraña la invitación. Era para el acto de hace dos viernes en La Plata, el día de los aplausos incompletos a Cristina Kirchner; convocaban Axel Kicillof y la vicegobernadora, Verónica Magario, y les pedían a todos que fueran sin acompañantes por la situación epidemiológica. "Los invitamos a que nos envíen un video de 30 segundos contando los desafíos para la reconstrucción bonaerense en 2021", decía el texto. Porque así se llamaba el encuentro: "Desafíos para la reconstrucción bonaerense". Era justamente ese concepto, reconstruir, el que hacía dudar a los opositores: saben que el Gobierno señala al macrismo como único responsable del desastre de la provincia y, más específicamente, suponen que cualquier recuperación, si ocurre, vendrá en todo caso sin el peronismo en el poder.
Ninguno fue ni tampoco mandó videos. "Menos mal: terminó siendo un acto partidario", dijo esta semana uno de esos jefes comunales a este diario. Lo que pasó después se sabe. Esa tarde habló la expresidenta y no solo mandó un mensaje al propio Gobierno proponiendo que cambiaran de trabajo aquellos funcionarios que no estuvieran a la altura de las circunstancias, sino que se adentró en los únicos asuntos que, hasta ahora, había dejado en un 100% bajo responsabilidad de la administración de Alberto Fernández. Como si hubiera trazado lineamientos troncales de gestión: precios, salarios, jubilaciones, tarifas. Un modelo económico.
¿Habrá en adelante funcionarios menos amigables a la racionalidad económica o, peor, un viraje general hacia un rumbo más intervencionista, como si al país le faltaran sobresaltos? Es la sospecha
Algunos empresarios lo interpretaron igual que los intendentes. No solo como acto partidario: también como punto de inflexión. ¿Habrá en adelante funcionarios menos amigables a la racionalidad económica o, peor, un viraje general hacia un rumbo más intervencionista, como si al país le faltaran sobresaltos? Es la sospecha. El martes, en la reunión interna de la Unión Industrial Argentina comentaban la necesidad de estar presentes en un acto organizado por Matías Kulfas, uno de los ministros más leales al Presidente y a quien consideran un interlocutor frecuente. Se los convocaba para algo protocolar, despedir el año. "No sé, cuando me dicen despedida, ya me preocupa", bromeó el líder de un grupo fabril nacional. Es cierto que la inquietud entre ellos ya estaba instalada y que reside tanto en los nombres futuros como en saber quién manda en este momento en un gabinete que, dicen, casi no resuelve problemas.
El acto de La Plata resultó revelador en varios sentidos. El más obvio: fue como una tercera carta de Cristina Kirchner, a quien ya no advierten solo abocada a lo que pase con sus causas judiciales. Entre lo menos explícito de aquel encuentro habría que incluir el discurso de Máximo Kirchner, que también se ocupó de la economía: "Los empresarios tienen que entender que los argentinos no pueden más, no puede ser que quieran hacer lo mismo todos los años", dijo el diputado. ¿Es eso lo que viene? ¿Es Máximo el próximo candidato? Nadie en el Instituto Patria lo asegura, pero el establishment económico no tiene ninguna duda: no hay en la Argentina agrupación con mayor anhelo de conducción que La Cámpora, la única que ven trabajar las 24 horas para ocupar espacios en todas las áreas. Se explican ahora esos asados armados por Sergio Massa entre empresarios de primera línea y Máximo Kirchner y Eduardo de Pedro en plena cuarentena. Los camporistas nunca escondieron los motivos: un verdadero proyecto de poder tiene que incluir indefectiblemente a los dueños del capital, con los que descuentan una convivencia larga. "No estamos acá para una gestión de cuatro años: esto trasciende a Alberto", argumentaban entonces.
Todo indica que la Argentina iniciará en 2021 una etapa de kirchnerismo a cielo abierto. El cambio de tendencia empezó en octubre, no bien el Gobierno logró cierta tranquilidad cambiaria, luego del susto de la corrida que había llevado el dólar a 195 pesos y, así, a la parte más ideologizada del Frente de Todos a aceptar la posibilidad de un ajuste. Pero, con la paz transitoria, el alza en las materias primas y la demanda de dinero estacional que representa diciembre por los aguinaldos y los pagos en pesos, volvieron ahora los ímpetus. Un llamado de atención para Guzmán, que trabaja para cerrar un acuerdo con el Fondo Monetario. ¿En quién pensaba Cristina Kirchner en el acto del viernes cuando propuso alinear salarios y jubilaciones con los precios de los alimentos y las tarifas? ¿No bastará entonces con los cambios que le introdujo al proyecto de reforma previsional?
En algunas empresas lo venían intuyendo desde hacía un mes y medio y por señales más sutiles. Algunos técnicos de la Anses, por ejemplo, empezaron a pedirles a compañías privadas los balances de los últimos 10 años. O por declaraciones públicas de Paula Español, secretaria de Comercio, que celebró la semana pasada con el ministro bonaerense Augusto Costa y los intendentes Mariano Cascallares (Almirante Brown) y Leonardo Nardini (Malvinas Argentinas) la norma que faculta a los jefes comunales a controlar precios. La funcionaria se jactó de que ya se hubieran hecho 27.000 fiscalizaciones en el año. "Hay que trabajar en esquemas para que los precios del mercado interno no sean los precios de exportación", completó Costa. A los empresarios les suena conocido. "Mire, yo con Guillermo Moreno he tenido batallas campales, pero el tipo se cargaba la mochila él, no cajoneaba las cosas y llegábamos a un acuerdo. Esto es completamente distinto", se quejaron en un grupo fabril.
La diferencia está además en que el contexto se agravó. La Argentina terminará este año en el nivel de inversión más baja en casi 80 años, 11,5% del PBI, y la vacuna tampoco parece aportar la suficiente tranquilidad. Por el cambio de cepa en el mundo y, acá, por las dificultades del gobierno argentino para proveerla. Isaías Drajer, de laboratorios ELEA, tuvo que aclarar el martes en la UIA que todas las vacunas que pueden llegar a la Argentina tendrían un estándar óptimo. Algunos de sus compañeros, como Cristiano Rattazzi, dudaban de la Sputnik V. Carlos Garrera, de la Federación de Industriales de Santa Fe, planteó además la necesidad de que las dosis llegaran de manera adecuada al interior. Esa es otra discusión que viene: el reparto de los recursos económicos y sanitarios. En ese encuentro, el salteño José Urtubey propuso involucrarse en el debate sobre la coparticipación entre la Nación y la ciudad de Buenos Aires que debe resolver la Corte.
Son temas para tiempos de escasez. Empresarios que acaban de contactarse con Guzmán advierten que el ministro ya los ha incorporado a su discurso. "Hay que refederalizar el país", lo oyeron decir, con el argumento de que "la Argentina no es un Estado nación". ¿Convicción de desarrollo territorial o instrucción del Instituto Patria? No están seguros. Pero décadas de convivencia con el poder político y cuatro gobiernos kirchneristas a cuestas les hacen temer lo de siempre.