Kicillof y las cajas que Cristina llena de sorpresas
Axel Kicillof mantiene en estado de crispación al peronismo bonaerense. Los intendentes del conurbano se sienten excluidos del ciclo de cierta bonanza económica que goza la provincia. Los recursos que dependen de la recaudación propia y representan la mitad de sus ingresos experimentaron en el primer trimestre una mejora real de 10 puntos, éxito que tendría al gobernador como beneficiario exclusivo gracias al ministro de Economía, Pablo López, encargado de ejecutar la política de goteo de fondos que esteriliza las posiciones que los jefes comunales ganaron en el gobierno bonaerense.
A esa situación de desahogo financiero contribuyen los 120 mil millones de pesos del Fondo del Conurbano, que estiran del 18 al casi 23 por ciento lo que percibe por coparticipación federal. También ser la provincia mejor asistida por transferencias discrecionales (152 mil millones hasta julio) y una renegociación de la deuda externa que colocó el primer vencimiento en 2024. Aunque por un monto exigente: mil millones de dólares. Kicillof y López tienen un argumento a favor para relativizar el planteo de los intendentes. Las transferencias a municipios tuvieron este año una variación real del 11,5 por ciento. Pero también es cierto que el gobernador forzó a los intendentes que habían generado ahorros en sus administraciones a invertirlos en obras o en títulos públicos bonaerenses. Y que el compromiso asumido en el Presupuesto para girarles el Fondo de Infraestructura Municipal (FIM) por 17 mil millones de pesos sigue sin distribuirse en los plazos previstos por el Presupuesto. Kicillof podría jactarse de poner en práctica un socialismo equitativo. No les paga a los de la oposición, pero tampoco a los del oficialismo.
Detalles que recién comienzan a advertir los intendentes que controlan el PJ, frente a la intención de Kicillof de ser reelecto sin su literal intervención. Una de las sorpresas con las que Cristina llenó las cajas que pensaban administrar cuando la vicepresidenta habilitó su incorporación al gobierno tras la derrota del Frente de Todos en las PASO. La falta de manejo de recursos y la escasa participación en las decisiones políticas son los ejes cartesianos que expresan la parálisis que, irónicamente, moviliza la inquietud de los intendentes. Shila Vilker y Raúl Timerman condensaron en su sondeo de septiembre el escenario que los preocupa. Juntos estaría muy cerca de vencer al oficialismo por más de diez puntos, pese al buen desempeño de los libertarios. Por ahora, solo una hipótesis. Pero que le restaría validez a otra: que la oposición sólo puede ganarle al peronismo en segunda vuelta. Secundada por Kicillof, Cristina encendió ayer la alarma de emergencia en Twitter. Exigió al ministerio de Economía un instrumento efectivo para controlar la suba de alimentos.
Tema sensible en el conurbano, su bastión electoral. Sergio Massa podría convivir con imprecaciones como esta, si no puede moderar la inflación. Una ingratitud. Viene de privilegiar su alianza con Kicillof a la histórica relación con el clan Moyano por el conflicto azuzado en Autopistas Buenos Aires (Aubasa) por uno de sus miembros, Facundo. Según parece, el ahorro de mil millones de pesos, producto de pasar de 14 a 50 servicios licitados, habrían puesto en crisis al extitular del sindicato de los trabajadores de ese sector.
Sobre todo por la turbación que le provocaron las de limpieza, jardinería y software. Facundo habría sufrido una transformación desde que se reincorporó al sector denominado peajeros de Aubasa con un salario de 270 mil pesos mensuales. “Desde entonces, para él todo es peaje. Por eso se deprime”. Es la broma que circula en la empresa que preside Ricardo Lissalde con Felipe Vismara de vice. Casi el mismo sarcasmo que se utiliza para aludir a la aplacada belicosidad de su hermano Pablo. Sobre todo después que Horacio Rodríguez Larreta se comprometió a resarcir con 2000 millones de pesos a los 500 trabajadores de grúas ligados al servicio de estacionamiento medido cuya licitación está vencida. Sus haberes serán pagados por la Ciudad mientras se resuelva la nueva. El ganador deberá absorberlos. Una contribución onerosa del jefe del gobierno porteño a la unidad de la CGT que Pablo amenazó quebrar. Gordos e independientes le reclamaron a Alberto Fernández que apacigue a los Moyano.
Particularmente a Hugo, el pater familiae encargado de velar por el grupo. En la cena que compartieron con el presidente la semana pasada, expresaron su preocupación por la demora de Massa en girar los 24 mil millones de pesos que les prometió por los recortes a fondos de las obras sociales sindicales. No fue un gesto casual. La CGT reconoce que el poder de Alberto no reside en destrabar conflictos sino en su capacidad de acicatearlos.
Martín Insaurralde no se privó de citar a Fernández en el festejo del Día del Jubilado que este lunes compartió en Lomas de Zamora con Massa. La aparente excusa para llegar tarde al asado que volvió a reunir en Avellaneda a los intendentes de la Primera y Tercera Sección. Tal vez para evitar ser el único asociado con las críticas a Kicillof, como había advertido la semana pasada que podía ocurrirle. A diferencia de entonces, esta vez asistieron Gabriel Katopodis, Jorge Ferraresi y Gustavo Arrieta.
A cargo de Obras Públicas, Hábitat y Vialidad Nacional, los intendentes de San Martín, Avellaneda y Cañuelas, están en la picota de sus pares por la demora con que le giran fondos. Un fenómeno derivado de la redeterminación de costos disparados por la inflación. La causa Vialidad es un poderoso inhibidor. Nadie se atreve a firmar nada. Es probable que los hayan tranquilizado antes. No iban a ser parte del temario, como sí lo fueron los recursos imputados a presupuestos que no pueden ejecutarse por decisión de López. Una situación que incluye a Infraestructura (192 mil millones) y Vialidad bonaerense (45 mil millones) que conducen los intendentes Leonardo Nardini (Malvinas Argentinas) y Hernán Izurieta (Punta Indio). Las quejas alcanzaron a los que no llegan de Salud (221 mil millones), controlados por La Cámpora a través de Nicolás Kreplak. Junto a los de Homero Giles en IOMA (200 mil millones) concentran casi el 20 por ciento de un Presupuesto de 3,2 billones.
Nadie pareció interesado en ahondar demasiado en eso. Sobre todo por algunas precisiones que trascienden del encuentro previo en Lomas de Zamora, del que Máximo se retiró irritado por el reclamo de los intendentes a que defina su situación en el PJ: es su presidente. Máximo habría pedido tiempo para no responder “en caliente”. La sospecha de los intendentes es que su situación en el gobierno no es igual a la de La Cámpora.
La supuesta estrechez de recursos afectaría incluso a Lotería (120 mil millones) que controlan Insaurralde y Massa con Omar Galdurralde y Maria Laura García. De Galdurralde depende Omar Silva, a cargo del área de Juegos y Explotación. Pero abocado, según versiones maliciosas, a una supuesta actividad vidriosa: la compra y venta de licencias para agencias de juego.
Kicillof cedió al pedido que el socio de Cristóbal López, Federico Achával, le hizo a través de su hijo homónimo e intendente de Pilar para que Carlos Gallo sea el secretario ejecutivo. Algunas versiones ubican ahora a Gallo en un crucero de placer. De ser cierto pondría en duda un aserto de los intendentes. La holgura económica de la Provincia se debería, entre otros factores, a que Kicillof decidió mantener achatada la pirámide salarial de sus empleados.