
Kicillof transita la soledad del poder
Axel Kicillof transita horas decisivas. Este mes quedaría resuelto si Cristina lo habilita a competir por su reelección o lo señala para hacerlo por la presidencia. La incertidumbre que rodea a esta disyuntiva crucial quedó reflejada en la jura de cadetes de la escuela de policía Juan Vucetich, que encabezó el 4 de mayo en Vicente López. Solo lo acompañaron dos de los 19 ministros de su numeroso gabinete. Más que la ausencia de los ligados a La Cámpora y los intendentes del conurbano, sorprendió la de los identificados exclusivamente con el gobernador.
Igual que la licencia pedida a las 72 horas por Sergio Berni, uno de los que asistió. En apariencias, una necesidad fundada en las secuelas de la golpiza recibida hace un mes en la protesta por el asesinato del chofer Daniel Barrientos. El propio entorno de Berni sembró dudas sobre el argumento utilizado por el gobierno bonaerense para efectuar este anuncio. Podría ser una excusa y, también, el paso previo a renunciar al Ministerio de Seguridad. Berni tiene licencia hasta el 26 de mayo. Se aguarda de Cristina un mensaje el 25, cuando se cumplan 20 años de la elección de Néstor Kirchner como presidente.
Si ese día se confirma que Kicillof no será candidato a gobernador, Berni perdería la única fuente de sustento político para permanecer en el cargo. Los intendentes relativizan la probabilidad de esa crisis en ciernes. Es lógico: si bien les permitiría recobrar protagonismo, los expondría como instigadores de una conjura al filo de la campaña. Prefieren eludir esa posición incómoda y atribuir las ausencias en Vicente López al protocolo que aplica el área de Ceremonial bajo la tutela de Nicolás Beltrán, el rudo secretario privado del gobernador.
Incluso destacan la contribución de Martín Insaurralde para que asistan los intendentes del oficialismo y de la oposición. Aunque por lo general ninguno se niega a estar en una entrega de recursos. Patrulleros, en este caso. Por eso Leo Nardini estuvo en su doble condición de ministro de Infraestructura e intendente de Malvinas Argentinas. El jefe del Gabinete de Kicillof, en cambio, pegó el faltazo. Igual que Marina Lesci, quien lo suplanta como intendente en Lomas de Zamora.
Ese municipio se habría encargado de difundir el presunto malestar con el gobernador de los intendentes de Juntos por el ataque a esa coalición en su discurso. Una queja que halló solidaridad en Máximo Kirchner, según otro del Frente de Todos. El jefe de La Cámpora temería que Kicillof complique un eventual acuerdo en la Legislatura si es reelecto. Al parecer, una posibilidad que no lo seduciría. Tampoco a Insaurralde.
El vínculo con el gobernador no es el único que pone a prueba el temple de Máximo como dirigente. Al frente del PJ bonaerense y en vista a una posible PASO, debe resolver si concede a Daniel Scioli un apoderado. A cambio pide que Alberto Fernández haga lo propio con el kirchnerismo en el PJ nacional: el presidente es su titular. Máximo negocia con Victoria Tolosa Paz. La ministra de Desarrollo Social le arrebató a La Cámpora el Plan Nacional contra el Hambre que financia el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Unos 220 millones de dólares que hasta el 5 de mayo controló Laura Alonso. Pero sobre todo María Laura Colombo, la encargada de emitir un comunicado interno para advertir el pase del programa de la secretaría de Inclusión a la de Articulación Social, a cargo de un colaborador de Tolosa Paz, Leo Moyano. Colombo es subordinada de Alonso en el ministerio. Pero gozaría de un rango superior a ella en la escala jerárquica de La Cámpora. Por eso nadie piensa que Colombo haya firmado un comunicado sin que Máximo lo sepa.
El Plan Nacional contra el Hambre financia los comedores de las organizaciones sociales que protestarán el 18 de mayo contra Tolosa Paz. Esteban “Gringo” Castro amenazó el lunes con renunciar a la secretaría general de la UTEP si el Movimiento Evita no adhería a la protesta impulsada por la Unidad Piquetera. Igual que Tolosa Paz, el Movimiento Evita es aliado de Fernández, que insiste en resolver el candidato a sucederlo con una PASO. Máximo se comprometió con Emilio Pérsico a que haya una en La Matanza, para dirimir quién será el candidato a intendente. Pérsico es uno de los líderes del Movimiento Evita y confía en que ese lugar lo ocupe su esposa, Patricia Cubría. Es probable que ninguno de estos asuntos figure en la agenda que abordará el 16 de mayo el Congreso del PJ que se reuniría para definir su política de alianzas. Algunas se estarían configurando bastante antes.
Daniel Scioli recorrió anteayer Dock Sud, con Jorge Ferraresi de anfitrión. El mismo intendente de Avellaneda que había reconocido a Sergio Massa por impedir una catástrofe: que el gobierno se vaya en helicóptero. Massa calificó de “gravísimo error” elegir candidato a presidente por las PASO horas después que el embajador en Brasil confirmara que competirá en ellas para definirlo. Probablemente lo haya hecho para contrarrestar la versión en la que un dirigente de La Cámpora de estrecho contacto con Cristina y Máximo habría admitido que Massa podría haber sido candidato indiscutido en otras circunstancias. Pero también que era probable que Scioli llegaría a serlo. Ferraresi, que renunció días atrás como interventor de Edesur, donde había sido designado por el Palacio de Hacienda, es vicepresidente del Instituto Patria, el think thank que conduce Cristina.
Massa modificó las previsiones sobre las buenas noticias económicas. Corrió el plazo de abril a septiembre. Las PASO tienen fecha para el 13 de agosto. Parece difícil imaginarlo alineando su gestión con una probable candidatura de Scioli. Casi tanto como que ella sea el resultado de una competencia con Kicillof. .Pero más aún que Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich consigan resolver las aparentes diferencias irreconciliables entre ellos y terminen por integrar una fórmula única. Una fantasía alimentada por las duras palabras del titular de la Amcham, Facundo Gómez Minujín, en la cumbre anual de esa cámara empresaria, pero también por la encuesta de Fixer de mayo, que atribuye a Juntos haber caído de 38 a 32 puntos en intención de voto por sus peleas internas: el electorado afín le reclama unidad. La sucesión en el gobierno de la ciudad es el vértice de cualquier probable entendimiento.
La falta de acuerdo entre Rodríguez Larreta y Mauricio Macri impide tener un solo candidato del Pro para competir con Martín Lousteau en las PASO de Juntos. Pero también que Diego Santilli unifique la oferta a gobernador bonaerense. Una posibilidad resistida por el jefe del gobierno porteño si antes no hay acuerdo en la ciudad. Lo que habría provocado tensiones entre ellos sin que puedan ser disueltas. Ni siquiera luego de la reunión mantenida el 1° de mayo a la vera del camino Bancalari-Benavídez a la altura de Troncos del Talar. Al parecer, un paisaje elegido con frecuencia por el jefe del gobierno porteño para tratar situaciones sensibles.
Un triunfo en la provincia de Buenos Aires es vital para sostener desde allí al próximo gobierno. Paradójicamente, en las dos alianzas existe la convicción que esa elección se definirá por quien venza en las presidenciales sin importar quién sea el candidato a gobernador. Esa especulación está detrás de los movimientos de Máximo e Insaurralde para que sea Kicillof. Mientras Cristina no se pronuncie, es lo que obliga al gobernador a transitar por la soledad del poder.
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