Juntos por el Cambio, valores e ideología
El año 2022 carece de toda tranquilidad para la coalición opositora, estresada por elementos externos e internos.
La post pandemia viene con novedades, que impactan más fuerte en la coalición opositora que en la oficialista. Entre ellas, el hartazgo como movilizador político de sociedades agotadas frente a burocracias corruptas, incompetentes, caras o desenfocadas. Según el país del que hablemos, en distintas proporciones de cada adjetivo.
Cuando las condiciones son propicias, es fácil construir un fenómeno, y eso está pasando en Argentina.
El tono crispado del debate no debe distraernos. Lo que se está poniendo en discusión no es la libertad, o no únicamente la libertad, sino el modelo de orden público y de organización social. Un debate interesante, estimulante, peligroso pero ineludible; justamente porque no es una impostación, sino un reclamo genuino de gran parte de la sociedad.
¿Es la “derecha disruptiva” lo mismo que el liberalismo clásico? ¿Es un liberalismo “al uso nostro”? ¿Es una fachada que esconde otros intereses?
En términos democráticos, no hay otra forma de enfrentar una idea que ofreciendo un análisis diferente, una visión superadora o poniendo en crisis aquella, con refutaciones creíbles.
El desafío es debatir. ¿Estado gendarme o de bienestar? ¿Mercado libre o regulado? ¿Capitalismo puro o con reglas de sana competencia? Niveles de apertura económica, reconocimiento de nuevas realidades sociales, e incluso cosas del día a día: cómo se enfrenta el populismo fuera de la zona central del país, etc.
¡Bienvenido el debate ideológico! No lo buscamos, pero no lo debemos evitar.
Es imposible adquirir la mayoría de edad coalicional si no se tiene una matriz conceptual, que sea la brújula de una gestión y de sus gestionadores. Nos corresponde sacar a la política del “cualunquismo” donde todo vale y reconstruir un lugar referencial que dé certidumbre y claridad, que le permita a la sociedad visualizar frente al populismo una oferta clara, alternativa, diferenciada, seria, con estrategia de poder y basada en compromisos.
Una coalición que nació solo electoral y que luego agregó el plus de coalición parlamentaria, merece ser una coalición política y de gobierno con mayúsculas. Que sea capaz de derrotar de una vez a décadas de estancamiento y mediocridad.
No aspiro, ni podría hacerlo, a “bajar línea” respecto a esa matriz ideológica. Mas aun, creo que el apasionante desafío es, interpretando las diversidades ideológicas de sus componentes, encontrar la propia ideología de la coalición, al mismo tiempo desafiante y responsable. La Argentina es un país diverso y complejo, que no puede mirarse con un solo lente. Mucho menos pretender aplicar dogmas estrictos, cerrados, que no se complacen con lo que somos. Un país contradictorio, lleno de paradojas, vicios y también muchas, pero muchas oportunidades.
Es obvio que existe una columna vertebral innegociable. Que podría sintetizar en tres pilares: la democracia política representativa, un capitalismo competitivo y la integración al mundo. A partir de allí, como dije, bienvenido el debate.
El resultado sería un decálogo de ideas-fuerza, bases de un programa de gobierno. Se requiere un fuerte compromiso de los protagonistas principales, que, por otra parte, ya vienen desgranando sus ideas en el escenario de la competencia política. No siempre generando certezas, claro. A veces la tentación de ser más novedad que la novedad misma, otras veces el silencio especulativo, dejan flancos de incertidumbre que hay que superar con contundencia.
La democracia liberal está en horas bajas en el mundo. Bajo distintos argumentos justos e injustos, se la está arrinconando. Se mezcla una crisis de expectativas con fracasos objetivos y una nostalgia por un orden perdido. Nuestra responsabilidad política y nuestro deber ético se fusionan. Debemos construir certezas. Certezas de cambio y al mismo tiempo certezas de previsibilidad. Para que los ciudadanos sepan por qué y para qué se quiere ganar. Y, lo más importante, por qué y para qué se quiere gobernar.
(*) El autor es cofundador de Cambiemos