Julio De Vido: el arquitecto del poder K.
Desde la salida de Lavagna, el funcionario más poderoso del Gabinete amplía sus áreas de influencia. Acusado por la oposición de recaudar fondos ilegalmente para la campaña, el superministro no olvida su sueño de volver a Santa Cruz como gobernador
Sobre su mesa de luz, por estos días, tiene La Montonera, un libro de la periodista Gabriela Saidón que cuenta la historia de Norma Arrostito, miembro de la conducción de Montoneros. También muy cerca está La Voluntad de Martín Caparrós . "Soy peronista y setentista", admite mientras suena algún bandoneón en su casa de Palermo.
Nació en la calle Acevedo al 1300, pleno Palermo Viejo, dos días después de la Navidad de 1949. Julio Miguel de Vido es hincha de Boca Juniors y amante del tango, especialmente de Aníbal Troilo y Osvaldo Pugliese. Pero lejos de ser un "porteño de ley", no se cansa de repetirle a quien quiera escucharlo que extraña Santa Cruz tanto como Néstor Kirchner. Tanto como para alentar el sueño del retorno, que incluye el sueño de ser, alguna vez, Gobernador de Santa Cruz.
Hoy, De Vido es el hombre de lealtad indiscutible del Presidente -a quien acompaña desde 1991, cuando el santacruceño asumió la gobernación de la provincia patagónica- y se enorgullece de ser "un pingüino más de la pingüinera" kirchnerista.
Entre la familia y los amigos
Desconfiado hasta el extremo, hermético, amable y áspero a la vez, según los adjetivos que utilizan amigos y enemigos para describirlo, el ministro de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios maneja un presupuesto de 3400 millones de pesos anuales y es, sin duda alguna, la figura con mayor peso específico en el Gabinete desde la salida de Roberto Lavagna.
El arquitecto del poder K. recibió su diploma en la Facultad de Arquitectura de la UBA en 1974. Había sido cuadro de honor del Colegio Guadalupe y aún conserva de aquellos días compañeros como José María Caula, su jefe de asesores en el Ministerio de Planificación e Infraestructura, y Luis Corsiglia, el actual director del Banco Central y de la empresa petrolera estatal Enarsa.
Su madre siempre fue ama de casa y su padre estuvo muy cerca de diplomarse como ingeniero industrial, pero la vida lo llevó a dirigir una fábrica de chocolates. Hugo, cinco años menor, es su único hermano y también trabaja muy cerca del ministro, como secretario general del Consejo Federal de Ciencia y Tecnología (Cofecyt), donde se elaboran proyectos de inversión.
En 1972, cuando todavía era estudiante de arquitectura, ingresó a la antigua Empresa Nacional de Telecomunicaciones (Entel) como dibujante. Dicen que allí comenzó a simpatizar con el folclore peronista y se acercó a la ebullición del gremialismo. Un año más tarde, De Vido ya participaba activamente en la Juventud Trabajadora Peronista (JTP), una rama sindical de jóvenes vinculada a la agrupación Montoneros.
A días del golpe de Estado de 1976, Entel envió al arquitecto De Vido a Puerto San Julián, en Santa Cruz, donde se levantaría una nueva central telefónica. Los tiempos no eran los mejores para quienes habían militado en Montoneros y la perspectiva de instalarse en el sur, ya con una esposa y cuatro hijos, fue casi una bendición que se concretó en 1982, cuando la empresa constructora Rodríguez Carrera le ofreció mudarse a la ventosa Patagonia. La familia De Vido hizo sus valijas y se acomodó en Río Gallegos.
A finales de 1982 conoció a Néstor Kirchner en el Ateneo Teniente General Juan Domingo Perón -un local peronista fundado por el Presidente-, que quedaba a la vuelta de su casa. A De Vido le impactó el pragmatismo de Kirchner y, casi instantáneamente, le dio apoyo a su proyecto para llegar a la intendencia de Río Gallegos. Trabajó día y noche en la planificación de gobierno con Alicia Kirchner, hermana del entonces candidato, pero no dejó por ello su trabajo en la constructora.
Según el currículum vitae que figura en la página web del Ministerio de Planificación, en 1988, ya con Kirchner en la intendencia, De Vido asumió la Dirección de Obras Públicas en el Instituto de Desarrollo Urbano y Vivienda (IDUV) y, en 1990, pasó a ser presidente de Vialidad Provincial.
Aunque De Vido seguía acompañando el proyecto de Kirchner, fue por esa época cuando surgió el primer cortocircuito fuerte entre ambos. El intendente ya planeaba su pase a la gobernación santacruceña pero no terminaba de encontrar un sucesor para su despacho de Río Gallegos. Y De Vido soñaba con ser ese heredero. Su anhelo llegó a ser el centro de un acto en un cine de la ciudad, cuando fue presentado como candidato a intendente de la capital santacruceña, pero algo de su discurso no convenció a Kirchner, que le bajó el pulgar y terminó dándole la bendición a Manolo López Lestón, uno de sus tíos.
El sueño de De Vido se hizo añicos y más de uno lo escuchó criticar por primera vez a Kirchner quien, se sabe, es poco permeable a las críticas y puso la relación en frío patagónico por un tiempo.
Para colmo, por entonces, el fallido candidato le entregó al boxeador Jorge "Locomotora" Castro una placa de reconocimiento por su labor en nombre de la municipalidad de la capital provincial, y la iniciativa fue leída como demasiado apresurada por los "pingüinos" kirchneristas que todavía no habían decidido si le darían su apoyo.
El distanciamiento entre Kirchner y su arquitecto de campaña cedió casi al terminar el año. El 10 de diciembre de 1991, De Vido se hizo cargo del Ministerio de Economía y Obras Públicas de Santa Cruz apenas Kirchner llegó a la gobernación, y allí se quedó hasta el 23 de marzo de 1999. Una moraleja clara le había dejado aquella vieja pelea: no contradecir al jefe político, enseñanza que aún hoy guía sus acciones de gobierno. Aunque muchos sostienen que hubo otra lección y que el arquitecto aprendió de sus errores: esta vez, también está abocado a la construcción de poder propio.
Mientras tanto, De Vido es el funcionario que se encarga de las misiones públicas y secretas de Kirchner. Fue ministro de Economía paralelo durante la gestión de Lavagna y manejó con exclusividad la renegociación de los contratos con las empresas privatizadas; se encargó de la ejecución de la obra pública (clave durante la campaña electoral del 2005) y de la apertura de nuevos negocios en el área energética a través de la empresa estatal Enarsa. El ministro cela con obsesión estos espacios.
También fue y es canciller paralelo cuando se trata de Bolivia y Venezuela, proveedores principales de hidrocarburos. Generó una relación personal con el presidente venezolano Hugo Chávez y su poder interno dentro del actual Gabinete está lo suficientemente consolidado como para haber hecho designar recientemente a uno de sus hombres en el Ministerio, Claudio Uberti, titular del Organo de Control de Concesiones Viales, como futuro embajador argentino en Caracas.
También oficia como ministro de Trabajo paralelo cuando las conversaciones se espesan con el líder de la CGT, Hugo Moyano, a quien conoce por su pasado gremialista en los años 70.
Claro que aún en su entorno niegan que De Vido sea el superministro del gabinete de Kirchner. Y para que quede claro, recuerdan una frase que le escuchan decir a su jefe casi diariamente, luego de una negociación: "No se olviden que soy la penúltima instancia, porque acá todo lo decide el Presidente".
Sin embargo, son muchos quienes ven su mano en la designación de Felisa Miceli como reemplazante de Roberto Lavagna. El esposo de la ministra, Ricardo "Pacha Velasco", es vocal de Enargas y amigo personal de De Vido, y Miceli supo frecuentar en el último año los encuentros semanales que el poderoso ministro organizaba con un grupo de aliados políticos para hablar sobre la marcha de la economía, encuentros que lograban irritar a Lavagna.
De Vido ganó ya esa batalla, pero tiene otras en vista. Este arquitecto de bigotes prominentes y anteojos de vidrio grueso expande su área de influencia con el paso de los días, tanto como para haber pedido que se cancelaran algunos encuentros que la ministra Miceli y el jefe de Gabinete, Alberto Fernandez, habían organizado en su primer viaje a España con directivos de empresas privatizadas, su territorio.
Fuera de los límites del oficialismo, su principal enemiga es Elisa Carrió, quien lo bautizó "el Kohan de Kirchner", en alusión al ex secretario de la presidencia de Carlos Menem. La líder del ARI acusó a De Vido de recaudación ilegal de fondos para la campaña presidencial de 2003, pero la causa hasta ahora no avanzó. También lo acusó de estar relacionado con empresas de Santa Cruz presuntamente vinculadas con hechos de "sobrefacturación y sobreprecios" en obras de esa provincia.
Divorciado de su primera esposa, con quien tuvo cuatro hijos, volvió a formar pareja con Alessandra "Lali" Minnicelli, madre de su hijo Julio y, también, síndica general adjunta de la Nación. Sin duda, ésa es otra arista polémica del poder de De Vido, porque es su esposa la encargada de controlar sus acciones como ministro, lo que llevó a la ONG Poder Ciudadano a denunciar el conflicto de intereses existente. En su declaración jurada, De Vido declaró tener 3 autos (aunque habría vendido uno recientemente), un departamento en Buenos Aires y otro en Río Gallegos. Y es que el ministro sigue pensando en volver a la Patagonia algún día como gobernador pero, esta vez, se quiere asegurar la bendición de Kirchner.
El perfil
Santacruceño por opción
Julio De Vido nació en Palermo Viejo en 1949. Arquitecto de profesión, por cuestiones laborales conoció Santa Cruz en 1976. Seis años después se radicó allí con su esposa y sus cuatro hijos. Hace diez años tuvo otro hijo con su actual pareja, Alessandra Minnicelli, síndica general adjunta de la Nación.
"El Kohan de Kirchner"
Bautizado por Elisa Carrió como "el Kohan de Kirchner", acompaña al Presidente desde que éste asumió como gobernador de Santa Cruz, en 1991. Previamente había sido director de Obras Públicas y presidente de Vialidad provincial. Sus gestiones fueron clave durante la renegociación con las empresas privatizadas.