Juego macabro
Un niñito de cuatro años juega en una plaza con una pistola. Décadas atrás solía ser un juguete bastante común para los varones. El revolver a cebita (un término que quedó olvidado en el fondo de viejos diccionarios) permitía una detonación sin peligro para los que jugaban al poliladron.
Hoy en día está cancelado, y con justa razón. Lo mismo que las metralletas y demás armas de plástico, u otros materiales, que imitan a las verdaderas. Ya hay demasiada violencia en el mundo real como para que los chicos la parodien lúdicamente.
Pero lo que pasó en la habitualmente tranquila plaza 1810, de la localidad de Lobos, no fue ningún juego. El pequeño encontró una Bersa 9 milímetros, modelo Thunder de verdad, cargada y lista para usar, que tenía pedido de secuestro del Departamento Judicial de Quilmes. No hubo una desgracia de milagro.
Esto sucedió el lunes, pero al día siguiente, un transeúnte encontró escondida entre un ligustro del mismo paseo público una mochila con otra arma similar, cargadores y chaleco antibalas.
¿Policías que expresan algún malestar? ¿Malhechores de alta gama que cancherean así su impunidad? Vaya a saber qué diabólica intención se esconde tras un enigma que rozó la tragedia.