Jorge de la Vega: el legado del trovador
Casi cinco décadas después de que el álbum El gusanito en persona marcara un hito en la escena artística porteña, las canciones de su creador vuelven a sonar en distintos proyectos. Mientras tanto, se multiplican las voces contemporáneas que rescatan la pasión por unir arte y música
Es viernes a la noche y la galería Nora Fisch ha perdido su fisonomía habitual. Contra la vitrina que da a la avenida Córdoba a la altura de Villa Crespo, se amontonan cables, pedales de efectos, una hoja de papel pegada al piso con un repertorio posible. En un rato, rodeado de sus obras neoexpresionistas de gran formato, Juan Becú cantará canciones propias y ajenas (covers de la era grunge: Nirvana, Pearl Jam, Los Brujos) en ese mismo registro visceral para un público que lo sigue de pie, dando la espalda a otras de las obras de la muestra-concierto.
Esta imagen de Becú "folkeando" junto a sus pinturas evoca un fantasma de 46 años: el de Jorge de la Vega cantando dos veces por semana junto a los módulos de su Rompecabezas en la galería Carmen Waugh (Florida 948) las canciones de El gusanito en persona, el álbum que había presentado en 1968 en Bonino en una "exposición de canciones". En 2016, el trovador De la Vega está de regreso no sólo como Adán de esta generación de artistas visuales-músicos, sino también con la reposición de sus canciones en distintos proyectos.
Editado en 1968 por el sello Olympia, el único álbum de Jorge De la Vega se reeditó en CD puntualmente para dos muestras: Obras 1966-1971, en Ruth Benzacar (2000), y la retrospectiva Obras 1961-1971 en el Malba (2003). En ambos casos se trató de ediciones tan limitadas como la difusión de su obra sonora por fuera del cenáculo artístico.
Impregnadas de la bohemia de Buenos Aires, las canciones de De la Vega consiguieron atrapar tanto el espíritu de su época como su figuración pop. En un estilo café concert (crítica social, juegos de palabras, alta ironía), se armaba como el Rompezabezas con partes de bossa nova, tango-canción, chanson, jazz, beat y psicodelia. Siempre a la sombra de su pintura, el capítulo musical de De la Vega recibió escasa atención de la crítica y la historia del arte pero devino un consumo fetiche y un referente para los artistas visuales que crecieron con la música pop como insumo básico.
Una de ellas es Florencia Ciliberti, o Hana, que se conoce alternativamente como pintora y cantautora y reunió la música de 19 artistas contemporáneos junto con De la Vega ("El Gusanito") y Federico Manuel Peralta Ramos ("Tengo un algo adentro que se llama el coso", cara B de su único simple para CBS, de 1968). Su compilado Otras formas establece una continuidad discográfica con el proyecto trunco (por su repentina muerte) de De la Vega, que tenía material suficiente para un segundo álbum y, por fin, logró volver al disco acompañado por muchos trovadores visuales que ni siquiera habían nacido cuando él grabó sus canciones.
Otras formas rinden cuenta de la diversidad de la trova visual, que no necesariamente aplica al formato de canción (representado sobre todo por Becú, Matías Duville y el dibujante conceptual Julián Terán) y va desde el registro experimental (Nicolás Bacal y el demencial Alfredo Prior) al tecno-pop (Conchetinas, Hana, Dani Umpi). Como detalle testimonial aparece la voz de Lucio Dorr (fallecido en 2013), a dúo con Magdalena Jitrik en la mayor aproximación a los textos de El gusanito en persona.
Nuevas plataformas
El aluvión de la trova visual llevó la música de De la Vega a las nuevas plataformas. La joya bon vivant "Diamantes en almíbar" fue subida a soundcloud.com por Julián Terán, que capitanea el proyecto digital Run Run Records. Se propone reunir a todos (¡todos!) los artistas visuales que hagan música en la Argentina (incluye en su track list a Peralta Ramos con "Soy un pedazo de atmósfera") y, en una segunda fase, países limítrofes.
Terán, que ha editado tres discos de canciones propias, se presenta en vivo como una especie de indio glam (¿Atahualpa Stardust?) y convoca a los artistas de Run Run para sesiones en vivo. La última fue en CIA (Compañía de Interferencias Artísticas) el 26 de noviembre.
"La búsqueda empezó al ver que muchos artistas hacían una música que guardaban para sí y que valía la pena sacarla a la luz", dice. Al día de hoy tiene subidos 28 tracks de la trova visual y una larga lista de espera: "¡Cada vez salen más debajo de la alfombra!".
Anoténse los nombres del escultor Sandro Pereira y el excéntrico Benito Laren, que lanzará en 2017 su disco debut Saturdidos con Larenband, acompañado por una película. "Será la historia de un pintor que quiere ser cantante para alcanzar la popularidad y lograr vender sus obras", dice a LA NACION. Humor absurdo y tecno-pop 80's dan la clave.
Mientras tanto, en ese refugio que es la antesala de la librería La Internacional Argentina, Francisco Garamona, director de Mansalva, repasa el mastering de su versión de El gusanito en persona. Poeta y editor con impronta musical propia, lleva meses dándole forma a su nuevo proyecto. Consiste en grabar de nuevo, en el mismo orden original, las canciones del único disco de Jorge de la Vega. Acompañado por una banda entrenada en el lenguaje musical de época pero con arreglos que resignifican la obra, El gusanito... según Garamona tiene aportes de Ulises Conti, Daniel Melingo y Vivi Tellas. Mondongo, a cargo del arte del CD, reedita acaso el joint venture entre De la Vega y Oscar Bony, que lo fotografió para la tapa del vinilo.
Ramón de la Vega, de 46 años, el hijo que el artista no llegó a conocer, dio el puntapié de este regreso cuando puso su guitarra en la versión que el grupo indie Viajantes hizo de "La hora de los magos" (versionada por Peralta Ramos y Leo Maslíah) en 2011. Luego de escuchar el remix de las canciones de De la Vega a cargo de Leandro Lopatín (Turf, Poncho) en el CCK, dice estar "encantado" con esta puesta al día de la obra musical de su padre.
"Su obra como cantante pasó casi como una anécdota y a mí siempre me pareció que a nivel lírico era contundente y de un nivel inusual. Facundo Cabral me dijo una vez que le envidiaba a mi viejo ?El gusanito' porque era una canción que todos sabían pero nadie identificaba al autor, y que eso era lo mejor que podía pasarle a un cantante".
Al cuidado de la obra de De la Vega, a Ramón le toca ahora una tarea difícil que puede rubricar este regreso. Anda tras los masters originales de El gusanito en persona con la misión de traer de regreso al mundo de los objetos la versión en vinilo que hoy se ha vuelto un tesoro de coleccionistas.