John Steinbeck, la voz social
Se cumplen 50 años de la muerte del escritor estadounidense, premio Nobel en 1962, autor de novelas que el cine amó filmar y gran testigo de la crisis del 29
Gigante de la literatura estadounidense, John Steinbeck cubrió con sus novelas y relatos un amplio arco temporal y sociopolítico de su país. En distintas ocasiones, fue criticado por sus compatriotas y, en algunos poblados, sus libros fueron quemados por el modo en que el escritor retrataba las condiciones de vida de los más desfavorecidos. Se lo acusó de comunista, de espía, de ateo, de colaboracionista y de belicista por su apoyo a la guerra de Vietnam. Según Harold Bloom, que le dedicó un ensayo, era un mal imitador de Ernest Hemingway. Sin embargo, es probable que las novelas condenadas por el crítico sobrevivan largo tiempo. Si bien escribió obras ambiciosas, como Viñas de ira (1938), es muy apreciado por sus novelas cortas, como La luna se ha puesto (1943) y La perla (1947). En 1962, la Academia Sueca le otorgó el Premio Nobel de Literatura porque era "el menos malo" de los candidatos, entre los que figuraban Robert Graves y Lawrence Durrell.
"Fue un escritor versátil: escribió desde metáforas extendidas convertidas en novelas cortas como La perla hasta novelas río sobre dramas históricos como Viñas de ira, o dramas psicológicos como Al este del Edén (1952), pasando por pequeñas crónicas de pueblo chico como Cannery Row (1945) o vidas de personajes históricos como La taza de oro (1929). Lo más impresionante de su obra es la forma en que combina un relato en principio muy cercano al realismo con una resonancia profundamente simbólica de lo que se cuenta", dice Márgara Averbach, escritora, traductora y docente especializada en literatura norteamericana. La autora de Los que volvieron grafica ese recurso con una escena de Viñas de ira. "En esa novela, donde una familia de expulsados de su tierra por el desastre económico de 1929 viaja por al país, tratando inútilmente de encontrar un lugar donde quedarse, hay un momento en que una joven madre da de mamar a un hombre que se muere de hambre. Aunque sea posible olvidar el resto de los muchos hechos que se narran, ese momento se queda con una para siempre".
Steinbeck era un escritor comprometido y su literatura podría definirse como política. De John Dos Pasos, Sinclair Lewis y Hemingway había aprendido el modo de conjugar vastos elencos de personajes, infinidad de episodios y una trama sólida orientada a describir el modo en que las injusticias sociales recaen, como suele ocurrir, sobre los más débiles. Muchas novelas de Steinbeck fueron llevadas al cine. John Ford, Victor Fleming, Emilio Fernández, Alfred Hitchcock y Elia Kazan, entre otros, se basaron en sus historias, célebres por el modo de abordar momentos de transición en Estados Unidos.
Se consagró también como escritor de aquello que hoy se conoce como no ficción. "En la época de la Depresión, Steinbeck escribió para el San Francisco News una serie de reportajes y crónicas sobre las duras condiciones de vida de los granjeros que migraban con sus familias por las rutas hacia California. Las notas, reunidas en Los vagabundos de la cosecha, son casi la versión escrita de las fotografías que estaba tomando Dorothea Lange, la fotógrafa de los marginados de Estados Unidos", cuenta la escritora y traductora Esther Cross. Con ese material, Steinbeck pudo escribir su versión de la gran novela norteamericana, Viñas de ira. "En esa obra su precisión a lo Hemingway y su ojo clínico de cronista conviven con pasajes entre bíblicos y poéticos, que resuenan como la voz de los evangelistas", agrega la autora de Tres hermanos.
Varias de sus novelas tuvieron efectos extraliterarios. A causa de las denuncias de las condiciones de vida de los trabajadores y excombatientes de la Segunda Guerra, así como también del declive moral de su país en El invierno de nuestro descontento, fue censurado y desacreditado. "En Diario de Rusia, cuenta el viaje que hicieron con Robert Capa a la Unión Soviética estalinista, y analiza las diferencias entre el país que encuentran y el que imaginaron y les habían contado, además de ofrecer un perfil personal de Capa. Pese a sus detractores literarios, Steinbeck fue un gran escritor y un gran lector. El prólogo de Los hechos del Rey Arturo y sus nobles caballeros [publicado póstumamente en 1976 y de final abrupto] es un tratado literario: recuerda que aprender a leer es una operación compleja y difícil, aunque una vez que lo logramos, fascinados por la lectura, tendemos a olvidarlo", agrega Cross.
Hace cincuenta años, el 20 de diciembre de 1968, con una obra de más de veinte títulos en la que se destacan clásicos del siglo XX, Steinbeck moría en Nueva York, a los 66 años. Su sepultura se encuentra en Salinas, el pueblo californiano donde había crecido y donde aprendió a observar las fisuras de una realidad estable solo en apariencia.