Joan Didion: escribir con la materia del dolor
Un documental disponible en Netflix sigue su personal camino creativo, desde el Nuevo Periodismo de los años 60 a la literatura, y el más crudo testimonio personal
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Sus crónicas sobre los contrastes del sueño americano en los años 60 la ubicaron con justicia entre los principales referentes del Nuevo Periodismo estadounidense. Desde hace tiempo, exhibe una rica trayectoria como escritora, guionista y crítica de cine. Sin embargo, fue a partir del anteúltimo de sus libros, El año del pensamiento mágico -el más doloroso y personal, en el que transita el duelo por la pérdida de su marido y su única hija-, que el nombre de Joan Didion trascendió no sólo los límites de los Estados Unidos sino también los de la propia literatura.
El estreno en Netflix del documental Joan Didion: el centro cede , en 2017, lo confirma. Dirigido por el sobrino de la escritora, el actor y cineasta Griffin Dunne, el trabajo desgrana todos y cada uno de los ingredientes que convirtieron a la escritora en un fenómeno masivo, a tal punto que, hace apenas unos años, llegó a posar como modelo de la marca francesa Céline.
Estructurado en forma cronológica, Joan Didion: el centro cede propone un recorrido por lo que ha sido una vida fascinante e intensa, en la que se entremezclan la revista Vogue, la movida hippie y el Flower Power, el clan Manson, el jet set norteamericano y la violencia en El Salvador en los inicios de los años 80.
El viaje se completa con su vida en el presente, fuertemente marcada por la ausencia-presencia de su marido y su hija. El contraste entre aquel porte elegante y enigmático y su gran fragilidad actual provoca un sentimiento de desolación. Una Joan diminuta habla y gesticula con actitud derrotada dando, por momentos, la impresión de no poder dominar sus brazos.
El guion del documental se vale, en gran medida, de fragmentos de sus crónicas y sus libros, tal como si, en definitiva, toda su obra hubiera sido el gran relato de una vida: la suya. Sólo era cuestión de encontrar las piezas y armar el rompecabezas. Ya lo dice ella misma en la primera línea de El álbum blanco, una de sus mejores crónicas: “Nos contamos historias para poder vivir”.
Nacida en 1934 en Sacramento, California, comenzó a escribir desde muy pequeña historias inquietantes, como la de una mujer que sueña que está por ahogarse en un mar helado y, cuando se despierta, resulta que estaba muriendo en el desierto. Estudió literatura inglesa en Berkeley y, durante su último año de estudios, ganó una beca para trabajar en Vogue. La agitación neoyorquina marcaría un antes y un después en su vida. También, por supuesto, su relación con el también periodista, escritor y guionista John Gregory Dunne, con quien se casaría en 1964. "No sé lo que es estar enamorada, pero sabía que no quería que eso terminara", dice en un tramo del documental. Una frase que había escrito, en relación a su marido, en su libro Noches azules.
La pareja se convirtió en una dupla profesional por demás efectiva. Escribieron juntos para diferentes medios, como el Saturday Evening Post, así como también guiones cinematográficos, entre ellos Pánico en Needle Park o Nace una estrella, que sería protagonizada por Barbra Streisand y Kris Kristofferson. A lo largo de su vida en pareja, ambos desarrollaron tal nivel de simbiosis que, con frecuencia, Dunne finalizaba las frases de Didion. El matrimonio tuvo sus crisis, algunas de las cuales se deslizaron en sus escritos.
El documental se detiene en algunos hitos en la vida profesional de la escritora: su primera novela, Run, River, publicada en 1963, su primer libro de crónicas, Arrastrarse hacia Belén (1968), o su ensayo sobre El Salvador, titulado Salvador (1983), escrito tras un viaje a ese país centroamericano que le deparó la experiencia más peligrosa de su vida.
A lo largo de la hora y media en que transcurre el documental se van revelando detalles no tan conocidos sobre la autora. Por ejemplo, que el impenitente donjuán Warren Beatty estuvo enamorado de ella en los años 60; que un jovencísimo Harrison Ford fue el carpintero encargado de ampliar las bibliotecas de su casa en Malibú, también por aquella época; y que ella misma le compró a Linda Kasabian, integrante del clan Manson, la ropa con que la chica asistió a los tribunales durante su enjuiciamiento (Didion siguió el caso muy de cerca). También, que tras morir su hija y mientras trabajaba en la adaptación de El año del pensamiento mágico para el teatro, llegó a pesar 34 kilos, o que, cuando no puede avanzar con algún escrito, toma el material sin terminar y lo congela hasta que puede retomarlo.
Ante la cámara, una Didion octogenaria plantea enigmas sobre su vida, como en el caso de la relación que tenía con su hija, Quintana Roo, adoptada a poco de nacer. "Era adoptada. Me la dieron para que la cuidara y fallé", se lamenta, citándose a sí misma en Noches azules, su último libro, en el que el dolor por la sorpresiva y extraña muerte de su hija, de poco de más de 40 años, y la desazón por saber que nadie la sobrevivirá son los protagonistas. En él profundiza el camino iniciado con El año del pensamiento mágico y, por eso mismo, no fue bien recibido en algunos círculos.
"La vida cambia rápido. La vida cambia en un instante. Te sientas a cenar y la vida que conoces se acaba", escribe Didion en el libro que fue la puerta de entrada a su obra para un sinnúmero de lectores.
Por momentos como protagonista y, por otros, como si fuera una fría y lejana espectadora, en El año del pensamiento mágico Didion explora y analiza, de manera casi obsesiva, sus sentimientos por la muerte de su marido, ocurrida frente a sus ojos el 30 de diciembre de 2003, mientras su hija Quintana se encontraba en coma por un cuadro de neumonía del que se recuperaría meses más tarde.
Tiempo después, Didion reconocería que necesitó escribirlo con las herramientas del periodismo, para entender ese sentimiento de pérdida del que tanto se ha hablado pero del que tan poco se ha dicho. La obra se convirtió en una pieza teatral unipersonal que protagonizó Vanessa Redgrave. Al poco tiempo, la actriz volvería a transitar el territorio del duelo, aunque esta vez de primera mano y a causa de la muerte de una de sus hijas, la actriz Natasha Richardson, ocurrida en marzo de 2009.