Jero
El lunes pasado, la historia de Lidia, una voluntaria que dedicó su vida a ayudar en hospitales, puso en foco el servicio silencioso de mucha gente que nunca trasciende. El caso de Jerónimo Bello, el jugador del SIC que en septiembre del año pasado sufrió una grave lesión cervical durante un partido, dio lugar a otra muestra de entrega y solidaridad.
Jero, de 24 años, quedó cuadripléjico, con parálisis total de sus miembros. Desde entonces está internado en una clínica de Pilar. El primer ejemplo lo da él, que se aferra a la vida y no ha perdido la sonrisa. De sus padres todo el mundo destaca la entereza, el ánimo, la fuerza que le transmiten. Una hermana, kinesióloga, redujo sensiblemente su trabajo para poder ayudarlo. Pero la actitud que no deja de asombrar es la de sus amigos. Sus muchos amigos, básicamente del colegio Pilgrims y del SIC.
Cuando vieron que la convalecencia iba a ser prolongada, se organizaron (planilla Excel mediante) con el objetivo de que siempre haya uno con él, además de su familia. Todos los días, durante las 24 horas, se turnan para acompañarlo. Si alguno no puede, lo reemplaza otro.
Desde su postración, Jero sonríe. No le faltan motivos.