Jeff Koons, el Rey Midas del arte
En el Malba: el museo presenta Ballerina, escultura creada por el artista estadounidense, famoso por transformar sus creaciones en récords de mercado
Bailarina (2010-12), instalada esta semana en la explanada del Malba, es la primera escultura para un espacio público que Jeff Koons presentó en la Argentina. Está inspirada en una figura de porcelana hallada en una fábrica rusa de principios del siglo XX. Tiene algo más de dos metros de alto, es de acero inoxidable pulido espejo y patinado en color transparente, y forma parte de la serie Antigüedad que el artista comenzó en 2008. Una joven bailarina se sienta en un taburete para ajustarse su zapatilla izquierda, cierra sus ojos y su cuerpo se inclina con delicadeza para compensar el desequilibrio que le provoca la postura. Mientras que gran parte de las esculturas con el mismo material son monocromas, en ésta hay variedad de colores: el amarillo de la cabellera atada en cola de caballo, el celeste del tutú y las zapatillas, y el fucsia del tapizado del taburete. La terminación espejada hace que el entorno se refleje y se incorpore a la escultura. Hay una edición limitada de 50 piezas de la misma figura pero en madera y de menor tamaño, comisionada por el Museo de Israel para conmemorar su 50° aniversario en 2015. En acero inoxidable hay también un dúo de bailarinas, una de pie y la otra que se inclina para acomodar las zapatillas a su compañera. Bailarina está destinada para un condominio de lujo en Miami, Oceana Bal Harbor, donde también se ubicará Plutón y Proserpina, otra obra de Koons adquirida por Eduardo Costantini.
El kitsch
Koons ama el kitsch. Por eso sus esculturas evocan juguetes de plástico, adornos y actrices de película clase B, como Jayne Mansfield. El kitsch es una categoría estética que se refiere al objeto de mal gusto, cursi o pretencioso, hecho de un material barato que imita el caro. La estatua de yeso del enano de jardín es kitsch por excelencia, al igual que los souvenirs turísticos. Si bien es característico de la clase media baja, también hay un kitsch lujoso, muy afín al nuevo rico, que abunda en dorados, brillos, joyas ostentosas y animal print. El kitsch no tiene límites: puede ser religioso (el rosario de plástico fluorescente) o fúnebre (ángeles de yeso pintados de colores chillones). La música pegadiza de las peruanas Wendy Sulca y la Tigresa del Oriente es kitsch. Si un artista recurre deliberadamente al kitsch, la categoría estética es camp, como las fotografías del dúo francés Pierre et Gilles o las del santafesino Marcos López. Algunos intelectuales consumen deliberadamente el kitsch y se engolosinan con las películas de Isabel Sarli.
El mercado
No se sabe si Koons va a tener un lugar en la historia del arte, pero ya está instalado en los récords del mercado. Trabajó en la Bolsa y sabe cómo ganar dinero. En 2013 se convirtió en el artista vivo con obra más cara vendida en subasta cuando Perro de globo (Naranja) se remató por 58,4 millones de dólares en Christie’s de Nueva York. Esa casa es un amuleto de buena suerte para Koons: en 2012, Tulipanes había llegado allí a los 33,6 millones de dólares. También en Christie’s, pero en su sede londinense, Flor de globo (Magenta) se vendió en 2008 por 25,7 millones y Diamante (Azul) por 11,8 millones en 2007. Ese mismo año se pagaron US$ 23,6 millones de dólares por Corazón colgante (Magenta/dorado) en Sotheby’s de Nueva York, donde había superado su propio récord en 2001 al vender la escultura de porcelana Michael Jackson y Bubbles por 5.6 millones de dólares.
La crítica de arte
A la hora de elogiar la obra de Koons abundan los adjetivos y exageraciones poco creíbles, como la comparación con Miguel Ángel. Entrevistado semanas atrás por el diario español El País, el alemán Benjamin Buchloh –riguroso historiador del arte y profesor de la universidad de Harvard– dijo sobre Koons: "Si eres un director de museo y sólo te riges por los resultados, la mejor opción sería traer una exposición de Koons detrás de otra. Por suerte, hay directores que aún se resisten. Resistir es una decisión política. Obviamente, vivimos tiempos banales, pero al mismo tiempo enormemente complejos. ¿Dónde están en Koons el ISIS o las migraciones? No sólo nos enfrentamos a preguntas banales, también a cuestiones trágicas. Es absurdo el silogismo: dado que la mayor parte de nuestras experiencias son banales, las estéticas también han de serlo […]. No me gustaría sonar como un profeta, pero dudo que Jeff Koons le interese a nadie dentro de 20 años."
Después del ready made
Koons elige objetos que existen previamente: animales hechos con globos, juguetes inflables con forma de Hulk o langosta de mar y, sobre todo, el bibelot, pequeño objeto decorativo. En particular, las figuras de porcelana. No trabaja como Marcel Duchamp, eligiendo y presentando el objeto (técnicamente llamado ready made por el artista francés), sino que lo transforma mediante dos procesos: lo traslada a otro material (madera, porcelana, acero inoxidable e incluso flores frescas) y lo hace crecer de tamaño. Koons prefiere el bibelot y los juguetes baratos e inflables producidos en forma masiva. La transformación más espectacular fue Cachorro (1992), un gigantesco terrier de trece metros que el artista construyó frente al Guggenheim de Bilbao con begonias, petunias, caléndulas, magnolias y lobelias.
En Buenos Aires
Hace años que varias obras de Koons están accesibles al público en la Fundación Klemm, frente a Plaza San Martín. La escultura Pareja francesa en carroza data de 1986 y fue comprada por Federico Klemm, gran aficionado al kitsch y admirador del artista de Pensilvania. La carroza, en realidad, es un palanquín rococó que lleva a una dama mientras un lacayo la invita a descender. La cita al rococó también aparece en obras emparentadas (todas de acero y de 1986), como Mujer italiana, un busto de base triangular de una dama ataviada a la usanza del siglo XVII; y Luis XIV, otro busto con el rostro del Rey Sol que luce una imponente peluca de bucles.