Javi, Javi, mirá en lo que te has convertido
Por favor, cuántas conclusiones dejó la multitudinaria manifestación en defensa de las universidades públicas. La primera: no fue tan multitudinaria; 270.000 personas, contra 430.000 de la anterior, en abril; claro, la anterior fue en la Plaza de Mayo, y la gente va con la ilusión de que salga Milei al balcón y haga su numerito de loco malo. Al Congreso muchos no quieren ir porque siempre está el riesgo de cruzarte con un diputado o un senador; mirá si se te topás con Máximo: ¿cómo se vuelve de esa experiencia? Además, la Casa Rosada echó a rodar una versión cruel y despiadada: el último orador iba a ser Alberto Fernández.
De todos modos, deberíamos reflexionar sobre esa deserción de 160.000 almas. ¿Ya no les importa el presupuesto de las universidades, la olla de sus docentes, el futuro de nuestros hijos? Claro que les importa. El problema fue que la marcha se politizó: demasiado despliegue de dirigentes, partidos, sindicatos, movimientos sociales… Pablo Moyano, Wado de Pedro, Pérsico, Lousteau, ¡Massita! Nada menos que Massita, autor de dos atentados contra las universidades públicas: tijeretearles los fondos cuando fue ministro y, ahora, aparecer en la plaza. También estuvieron Guillermo Moreno, candidateándose para una cátedra de Estadísticas; el intendente de La Matanza, Fernando Espinoza, que va por la de Géneros y Diversidad, y Larreta, con ganas de volver a las aulas para ver qué cosa entendió mal.
A los que llegaban a la plaza por Rodríguez Peña los esperaba el saludo, personal y gratuito, de Cristina, parada en la puerta del Instituto Patria. A la vuelta, sobre Rivadavia, en uno de los puestos vendían remeras con su cara, a 10.000 pesos; si ibas al Patria a pedirle que la firme ya había que negociar el precio. Ningún puesto ofrecía el poster con su título de abogada. En fin, más olor a casta que a libros. Desde el escenario de 13 metros (13, a quién se le ocurre mufar así tan magna ceremonia) no se leyó una bendición del Papa, sino de Grabois.
Al adelgazamiento de la protesta pudo haber contribuido la filtración de datos sobre la verdad verdadera de los números en las universidades. Genios los de Chequeado, que nos avivaron. Desde enero, el presupuesto cayó 30% en términos reales, y el de todas las partidas destinadas a la educación superior, 31,5%. Conclusión: a no quejarse, que en 2025 va a ser peor. Este año, el Gobierno no les hizo una sola transferencia de capital (para obras e infraestructura). Conclusión: cuando deja de funcionar un baño, siempre hay un árbol. El salario de los docentes en la Argentina (profesores titulares con dedicación exclusiva) es más bajo que en ocho países de la región: 1124 dólares; en Brasil, 4231; Uruguay, 3443; Ecuador, 2786; Chile, 2318; Bolivia, 2170; Perú, 2155; Paraguay, 1870, y Colombia, 1703. Conclusión: no estamos tan lejos de los colombianos.
Al tuitero Juan Doe (Juan Pablo Carreiro, que había jurado que antes de trabajar para el Estado se cortaba la yugular) le premiaron su militancia libertaria con el cargo de director de Comunicaciones Digitales del Gobierno, con un sueldo mensual de 3.424.640 pesos. Profesores, se los digo en lenguaje académico: dejen de joder con los aumentos y póngase a tuitear.
Ya es hora, además, de que auditen a las universidades, porque vaya a saber en qué se patinan las millonadas que reciben. El Gobierno prometió en abril contarles las costillas y todavía no empezó. Urgente: hay que auditar a los auditores.
Al enterarse, gracias al concienzudo relevamiento de LA NACION, de la cifra de 270.000 asistentes, Milei y Santi Caputo lloraron de felicidad, festejo que rima con el agasajo en Olivos a los “87 héroes” que apoyaron el recorte a las jubilaciones. Celebrar con un asado el hambre de los abuelitos y con emocionadas lágrimas el desfinanciamiento de las universidades habla de la determinación de un gobierno que solo nos pide, con Sabina, pasar 19 veranos y 500 inviernos. Pero se avecina un drama: los 87 héroes no estarían dispuestos a un nuevo sacrificio y el veto del Presi sería rechazado. En ese caso, que Carreiro (o Juan Doe, o los dos) justifique su sueldo: acribillamiento mediático de los infieles. A pegarles sin asco a esos villanos hasta que devuelvan el asado.
Hablé del relevamiento de LA NACION y en realidad no sé si Milei lee este pasquín. Yo sí lo leo, hace más de 30 años que trabajo acá y, despistado total, no me había dado cuenta de lo bajo que hemos caído. ¡Javi me abrió los ojos! Él también los abrió: durante la pandemia lo llamé para hacer una nota sobre economía y me contestó: “Claro que sí: es LA NACION, mi diario”. Hicimos la nota, se publicó y me agradeció. Ahora llamó lacra al presidente de la S.A. La Nación y “esbirros” y “pozo séptico del pasquín” a cuatro de sus periodistas, sin nombrarlos. Por mí, ningún problema (no soy uno de los cuatro).
Pero temo que Macri, que ya no se lo fuma, le aplique aquella sentencia que le hizo ganar el debate con Scioli en la campaña de 2015. “Javier, en qué te has transformado”.ß