Javi-Cris: un pacto para cambiar la historia
La fiebre Milei es contagiosa, al menos en el Río de la Plata. Enfrentados en las elecciones de Uruguay un zurdo y un liberal, un casta y un alma pura, ¿quién ganó? El comunista. Recalculando, uruguayos. Nosotros les damos lecciones, les adelantamos los signos de los tiempos, y ustedes votan a un tipo de nombre Yamandú. “Yamandú” lo dice todo, es una declaración de principios: seguro que es indigenista, feminista, ecologista, estatista, chavista, kirchnerista. El mensaje más fervoroso que recibió fue el de Cristina, que acaba de sumar a José Ignacio como posible destino en caso de un exilio. En el río se va a cruzar con las oleadas de uruguayos que huirán a nado o en gomones de la dictadura marxista de este pibe. Nuestros hermanos orientales están perdidos: han contribuido a la expansión de la mancha roja. Boric, Petro, Arce Catacora (Catacora: a revisar urgente sus ancestros), Xiomara Castro (Xiomara, ni hace falta buscar), Maduro, Ortega, Lula, Yamandú... Javi, nos rodearon la manzana. ¡A los botes! ¡A Punta del Este con Cris!
Como que a las fuerzas del cielo les está costando hacer pie en América Latina. Donald querido, ya ves lo solos que estamos: tiranos un hueso. O la revolución de la libertad empieza en estas playas o va a haber bases chinas hasta en el Maracaná.
Podría hacerse una lectura indulgente de las elecciones uruguayas: todo el affaire Bielsa en la selección los tiene distraídos. Suele pasar. Nuestro gobierno, de impecable rigor a la hora de expresarse en foros internacionales, acaba de condenar en la ONU la violencia contra mujeres y niños, 11 días después de haber votado allí mismo exactamente lo contrario. Yo en ese momento aplaudí la bravura con que nuestra cancillería le dio la espalda a la satánica agenda woke, diferenciándose de casi todo el mundo. Y ahora aplaudo la humildad con que, en un reconocimiento de aquel error, dimos marcha para atriqui. Un postrer homenaje a Mondino, que era mejor woke que Werthein. No fui el único que pedaleó en el aire. El facho star de estas horas, Agustín Laje, creyó morir de emoción con el primer voto, y con el segundo se quería matar. La realidad es dinámica, Agus, y la política en manos de Javi, arte.
¿Improvisación? ¿Despistes? ¿Incoherencia? Nada que ver. El Presi sigue la impronta de Machado (o de Serrat, no me acuerdo): se hace camino al andar; sin volver la vista atrás, para no extraviarse en el bulevar de los sueños rotos (¿Perales? ¿Abel Pintos?). Todos hemos madurado desde el 10 de diciembre. Ahora sabemos que haber llamado dolarización a la más radical recuperación del peso pelea el Nobel de Marketing con el salariazo de Menem y la institucionalización de Cristina. Ahora sabemos, con Clausewitz, que Lijo en la Corte es la continuación de la guerra a la casta por otros medios, y que se puede correr en la escudería de Dios y petardear “ficha limpia” como parte de un acuerdo con el kirchnerismo en temas sensibles. ¿Acuerdo Milei-Cristina? Sí, y nada de rasgarse las vestiduras: un renunciamiento histórico de ambas partes ha permitido, por fin, que demos por terminada la grieta que desangró a nuestra sociedad. El Operativo Pantalla (cortarle las jubilaciones de privilegio a Cris, beneficios que, como corresponde, ya le serán devueltos por un juez) cumplió su objetivo de distraernos mientras negociaban la letra chica del tratado de paz y amistad; tratado que reconoce su inspiración en el que Milei firmó en campaña con Massita, con el mismo objetivo: sacar al macrismo de la cancha. Javi, digámoslo, es un monstruo. “Monstruo” en su acepción futbolera: lo bien que le pega con las dos.
Parecían días de extrema tensión, por las peleas del Presi con Vicky Villarruel, con el Papa (“el jefe de la oposición” lo llaman en la Casa Rosada), con la UIA, hasta que los primeros rumores de pacto en las altas cumbres tuvieron un efecto beatífico. “Bienaventurados los que trabajan por la paz” (Mateo 5). Bienaventurado Javi, que ha logrado dinamitar Juntos por el Cambio, dividir a Pro y a la UCR, partir la CGT; no sé si con el peronismo fracasó o le gusta verlo así, un rebaño que se mantiene unido y dócil a la voz de su pastora. Finalmente, con alguien hay que sentarse a negociar cuando se gobierna en minoría. Él es un buen cumplidor de lo que firma, siempre en un contexto de vínculos líquidos. Talibán en lo doctrinario, hiperpragmático en el día a día; le prohíbe a su mano derecha enterarse de las cosas feítas en las que se mete la izquierda. Es lo que pasó en la ONU: mandó a prender fuego a esas movidas progres y enseguida mandó a bendecirlas. Un hombre de mando.
La foto de anteayer del gabinete es un cuadro de época. Él, el único sentado. Pegadas, las tres mujeres del equipo. Sobre la mesa, la motosierra. Con la camisa afuera, Santi Caputo, el que armó ese circo. Escenografía, actores, relato. Para celebrar el pacto, un homenaje a la cultura kirchnerista.