Jaime Abello Banfi: "Los gobiernos les están cobrando a los medios sus errores, pero a cambio no dan algo mejor"
El director de la Fundación Nuevo Periodismo da la bienvenida al debate por el rol del periodismo, pero descree de la capacidad del poder político para saldar la discusión
Formar periodistas y entrenarlos, fomentar el diálogo intergeneracional entre profesionales, estar alertas y dispuestos a enfrentar los desafíos que implican los enormes cambios tecnológicos al mundo de la comunicación. Tales son algunas de las principales inquietudes que motorizan las actividades de la Fundación para el Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI) desde 1995. Sólo durante 2012, casi diez mil periodistas participaron en algunos de sus talleres y seminarios. Y mañana será otra vez noticia ya que se anunciará el Premio Gabriel García Márquez, su mentor, para periodistas de lenguas española y portuguesa.
Para hablar de la impronta que el premio Nobel de Literatura le dio a la FNPI, LA NACION entrevistó a su titular, Jaime Abello Banfi, quien resume que la fundación busca "contar historias y promover autores nuevos, se preocupa por la sostenibilidad de las empresas periodísticas, por el periodismo que investiga temas clave de política, medio ambiente, cultura, la transición a lo digital y cómo hacemos un mejor periodismo marcado por la innovación".
Abello Banfi considera que las transformaciones que se están dando de manera acelerada en el periodismo implican riesgos y desafíos.
"Si bien se está acabando una forma de hacer periodismo –opina el catedrático colombiano–, estamos en una transición donde están surgiendo muchas cosas interesantes nuevas y hay muchos jóvenes en América latina muy entusiasmados en torno de la crónica periodística."
El director general de la FNPI asegura que se está abriendo paso un "periodismo de autor donde el nombre del periodista se vuelve clave, como una marca" y que "hay que asumir que surgen nuevas alianzas y formas de sostenimiento de la profesión".
Al mismo tiempo, Abello Banfi hace un llamado de atención por igual a quienes trabajan en la profesión como a la ciudadanía en general para los tiempos que vienen. "Nuestra sociedad y los periodistas -subraya- tienen que darse cuenta de que a la libertad de prensa hay que defenderla y valorarla siendo solidarios con aquellos que puedan ser víctimas de presiones y agresiones."
-Antes que nada, ¿cómo está García Márquez en la actualidad?
-Ya tiene 86 años y hoy está de vacaciones con su esposa, Mercedes. Se han venido de México a pasar unos días en Cartagena. Está retirado de la vida pública. Ha sido infatigable también como periodista en tantas publicaciones y hasta realizó su sueño de ser empresario de medios, con la revista Cambio. Todo eso hace parte de una búsqueda, de un placer, ya que no tenía necesidad de nada. Era un hombre lleno de éxitos literarios y reconocimientos. Pero el periodismo es por lo menos un 50% de la obra total de García Márquez. La creación de la fundación obedeció a su pasión, al interés y a las ganas de compartir un legado con los más jóvenes y una preocupación ciudadana de contribuir a un periodismo que ayudase a entender un mundo que se volvía más confuso, donde la mentira está cada vez más presente en los discursos y en la vida social.
-¿Cuáles son las fortalezas y debilidades actuales del periodismo?
-Obviamente hay mucho debate sobre el futuro del periodismo y los modelos a seguir. Es una de las carreras menos remunerativas y más inestables, pero al mismo tiempo siento que hay mucha gente interesada en hacer periodismo. Es cada vez más fluido y es algo que le ha vuelto al ciudadano. Tiene una dimensión de trabajo profesional, pero también anima el debate de lo público y eso se está cubriendo a través de muchas vías.
-Aunque los norteamericanos llamaron "nuevo periodismo" a las emergentes corrientes narrativas dentro del oficio, por lo visto ustedes no temieron, de todos modos, usar ese concepto como nombre de la fundación.
-Es que nosotros también tenemos una tradición tan fuerte en ese sentido que, francamente, cuando optamos por el nombre del "nuevo periodismo" sabíamos de la resonancia que tenía ese movimiento, pero lo hicimos ante todo para establecer un paralelismo con otro proyecto de García Márquez, la Fundación de Cine Latinoamericano, y queríamos claramente contribuir a una renovación del periodismo para los más jóvenes. Estamos emparentados tanto con las proyecciones latinoamericanas como con la gran tradición norteamericana del "nuevo periodismo", y ha tenido un impacto muy grande en la revitalización del interés por la crónica y el reportaje en los jóvenes periodistas de América latina.
-La consigna sería salirse lo más posible del periodismo gacetillero en busca de algo más ambicioso, casi como un efecto colateral del boom de la literatura latinoamericana.
-Sin duda, un periodismo mejor y no más rápidamente hecho, de la diversidad y no de las fuentes oficiales. Un periodismo que enganche a los lectores, y no que lo aburra, que vea el peligro de mecanizarse y recupere, en cambio, la capacidad del atractivo de contar historias. Pero también que atienda la preocupación ciudadana, que el periodismo ayude a entender mejor el mundo, que investiga y que no simplemente trabaje en lo que las fuentes o el comunicado dicen. Un periodismo que se quema las pestañas, reportea y sale a la calle y que no sólo está esperando que suene el teléfono.
-¿Cuáles son las premisas que defienden desde la fundación?
-Al principio trabajamos fundamentalmente con la idea de la narración, la escritura periodística, promoviendo la crónica y el reportaje. García Márquez puso mucho énfasis en ese periodismo narrativo. Ahora, por supuesto el contexto ha cambiado. Los talleres no están regidos por un régimen de tipo académico, pero la visión y el mandato fundacional de Gabo se mantienen. Seguimos convencidos de que la mejor manera de mantener vivo ese espíritu del periodismo son estos talleres, abrir espacios de reflexión y permitir que periodistas de distintos países y edades se junten y compartan. La propuesta de la Fundación García Márquez es que el periodismo es un oficio que se aprende en la práctica y que la mejor manera de hacerlo es poniendo a trabajar juntos a veteranos y jóvenes.
-¿Cómo debe actuar un periodista dentro de un ecosistema informativo que ha cambiado?
-El periodista propone una información que ahora es susceptible de ser comentada, completada y modificada por el público. Frente a la idea de que él era el único que detectaba las novedades, pues tiene que estar dispuesto hoy a la interpelación de la audiencia y que ésta puede modificar la visión de un tema o aportar contenidos adicionales que le discutan el enfoque o la interpretación que hace. Se han acabado también las certezas y se están modificando las prácticas en el negocio periodístico. Ahora, todo es más precario y difícil, pero hay nuevos emprendimientos. Se diversifican las maneras de cómo se hace periodismo pues ya no se encuentra sólo en las empresas tradicionales. Estamos viendo surgir medios locales o especializados en determinados temas basados en Internet y los grandes medios diversifican sus productos tanto impresos como de Internet. Asistimos a una época de experimentación, prueba, ensayo y error. El gran desafío está en hacer sostenibles todos estos proyectos, encontrar fórmulas para que el deterioro de los ingresos publicitarios tradicionales y de la venta de unidades de productos sea compensado con otras fuentes de ingreso. Ahí hay un problema real que tarde o temprano se va a solucionar. Se plantean escenarios de nuevas alianzas y financiamiento filantrópico. Múltiples proyectos independientes cierran acuerdos con medios para que les publiquen sus trabajos. Vemos gran diversidad y muchas oportunidades, pero todo con precariedad. Todavía falta claridad en los modelos económicamente sostenibles.
-Antes el periodista decidía adónde desarrollarse y, si podía, elegía entre ser gráfico o audiovisual. Hoy por hoy parece obligación ser multimediático.
-No creo que sea obligación, pero sí conviene que un periodista pueda desenvolverse con comodidad apelando a distintos soportes. Le va a ir mejor. Igual pienso que lo fundamental sigue siendo la capacidad de escritura, que es una matriz organizadora y disciplinadora, la capacidad de reportear, de contar una historia por escrito y de llegar. Hay una cantidad de cosas que están pasando. El público pide cada vez más el video. El consumo de videos crece de una manera increíble. Las redes sociales, el uso de los móviles, hay una cantidad de fenómenos nuevos que se están dando incluso mismo dentro de Internet y son cambios que no van a terminar. Parte de las nuevas habilidades del periodista es que se interese por seguir los cambios tecnológicos, sino con pleno dominio de todos los soportes, al menos intentando una comprensión de cómo funcionan esos distintos lenguajes. Hay que borrar esa frontera que ponía de un lado a los ingenieros y del otro, a los periodistas. Definitivamente hay que acercar más el periodismo a una comprensión clara de estas herramientas que van cambiando constantemente y que el público sigue con gran interés, adaptándose muy rápidamente.
-Cuando empezaron con la fundación, ustedes enseñaban cuestiones que conocían muy bien, pero ahora están enseñando y aprendiendo a la par porque los cambios suceden en tiempo real y se implementan de inmediato. ¿Cómo manejan eso sin perder autoridad?
-Algunos talleres los llevamos ahora a laboratorio porque resulta que si antes nos interesaba que un maestro como Jon Lee Anderson trajera toda su veteranía, hoy en día es tan interesante que también venga un joven que como free lance toma fotos, hace videos y cuenta la historia de una manera atractiva haciendo un periodismo multimedia. Ahora todo el mundo está aprendiendo y por eso vale tanto la veteranía como la experimentación de esos jóvenes que están haciendo cosas nuevas.
-Cada vez se hace más difícil distinguir los formatos clásicos del periodismo de otros que abrevan en él, pero que no lo son.
-El público decide que es lo que tiene valor periodístico, pero nosotros tratamos de no confundirnos sabiendo distinguir el límite entre periodismo y otras formas de comunicación. Así como el periodismo como oficio se ha complicado por la falta de oportunidades y estabilidad de trabajo, en cambio estamos viviendo un florecimiento en la comunicación que se despliega en técnicas y formatos similares. Pero tiene que haber algún tipo de fronteras porque el periodismo no está al servicio de promover causas, productos o ideas sino sobre todo está para construir información que apunte a buscar la verdad de los hechos y a mantener al público con un nivel de noticias tal que pueda tomar decisiones colectivas y seguir el curso de los acontecimientos. Ahora es muy importante que a pesar de todos esos cambios, la ética siga en un primer plano preocupándonos.
-Antes el periodismo tradicional no era criticado de frente, el periodista hablaba desde un púlpito y el público callaba. Ese paradigma terminó y hoy se discute todo.
-Una causa puede ser que antes los canales estaban más controlados. La inconformidad que pudiera haber se quedaba ahí, no afloraba o la carta de lector era convenientemente pasteurizada. La gente hoy en día es mucho más exigente no sólo con el periodismo sino con todos los poderes. Todo es susceptible de ser denunciado y vigilado. Los medios están en manos de la gente y todo el mundo toma fotos y opina en las redes sociales.
-¿Cuánto tiene que ver esto con la ofensiva de gobiernos neopopulistas que desdeñan a los medios tradicionales, dicen no necesitarlos, ya que se comunican directamente con el pueblo, y prometen una utópica "democratización de la palabra"?
-Creo que se les están cobrando a los medios sus errores, pero muchas veces a cambio no ofrecen algo necesariamente mejor. En América latina los medios públicos no han sabido serlo y han terminado siendo para propaganda de los gobiernos. Me parece que es muy buena y sana la diversidad. Deben coexistir medios privados con medios públicos, comunitarios y universitarios, pero de allí a creer que la solución la tiene el Estado es un craso error.
-Se habla de lo público y de lo gubernamental como si fuesen sinónimos.
-Y no lo son. Ahora, establecer límites requiere de una gran cultura. La responsabilidad de los medios está sobre el tapete globalmente, pero creer que la solución es la estatización es un error. Es un trabajo en que vamos a tener que evolucionar juntos todos: los medios, los periodistas, la ciudadanía y los gobiernos. La solución todavía no está clara, pero no pasa por creer que los gobiernos son inocentes al intervenir, ya que por lo general buscan medios que les sirvan para su propaganda.
-Las regulaciones a los medios que están intentando algunos países, ¿a qué responden?
-A una visión política, a una manera de entender el Estado. La mayoría de los países que han hecho eso son los del denominado bloque del ALBA: Venezuela, Ecuador, en Nicaragua ha habido una toma de control de medios, sobre todo en TV por parte de sectores afines al presidente Ortega. Yo no igualo el caso argentino a los anteriores de ninguna manera, pero evidentemente hay algunas afinidades ideológicas. En Brasil optaron por no hacer regulación de medios. Dilma prefirió abstenerse ante el riesgo de que un proceso de regulación tuviera una derivación política complicada. Es un tema complejo. La regulación se puede prestar a un cuestionamiento del orden democrático. Grandes líderes han preferido no regular debido a todos los riesgos que una regulación excesiva pudiese entrañar.