Irán no cumple con sus compromisos en materia nuclear
Una de las primeras medidas de política exterior adoptada, en su momento, por la administración del presidente de los EEUU, Donald Trump, fue la de separarse, muy rápidamente, del acuerdo que había sido suscripto en el 2015 por la comunidad internacional con Irán, en procura de transparentar su peligroso programa nuclear.
Que un país que tiene las enormes reservas de hidrocarburos que posee Irán tenga en marcha un agresivo programa nuclear, obviamente no se sostiene desde el punto de vista energético y genera, en cambio, sospechas de que esa conducta apunta a dotarse efectivamente de armas nucleares.
Cuando, además, ese país apunta a ser una potencia religiosa regional y está conducido, política y económicamente, por una verdadera "clase" clerical y ha abrazado, de alguna manera, el flagelo del fanatismo, como sucede con Irán, esa preocupación luce grave.
No obstante, cuando el presidente norteamericano tomó esa difícil decisión, sus aliados europeos la tildaron ruidosamente de equivocada y procuraron, sin éxito, revertirla.
Ocurrió que, para los norteamericanos, Irán ya entonces trampeaba en la oscuridad, de modo de, en la realidad concreta, incumplir sus compromisos contractuales, lo que parece haber ahora quedado demostrado con la reciente conducta de Irán.
En efecto, la Organización Internacional de Energía Atómica (que es la encargada de vigilar el grado de cumplimiento del referido acuerdo) acaba de informar a sus Estados Miembros que Irán lo está incumpliendo sustancialmente.
Porque enriquece uranio a un grado algo superior al acordado y porque, además, no permite a los inspectores acceder a los lugares que ellos desean inspeccionar.
De ese modo, con el transcurso del tiempo, Irán está transformando al convenio en "letra muerta". Esto ha estado aparentemente sucediendo ya desde mediados del año pasado.
La consecuencia es que Irán ha aumentado su stock de uranio enriquecido por encima de lo acordado; agregado nuevas y modernas centrífugas a su parque de centrífugas autorizado; y dejado abiertamente de lado todo límite operativo a su activo programa nuclear.
La escalada es evidente y no necesita de mayores comentarios. La consecuencia es que Irán está reduciendo aceleradamente el tiempo que ese país necesita para poseer efectivamente armas nucleares. Lo que, para el resto del mundo, sería una verdadera pesadilla.
Estas violaciones se suceden constantemente desde el año pasado, por lo menos. De nada valen las advertencias a Irán de los países europeos.
Paso a paso, el referido acuerdo del 2015 está siendo diluido y perdiendo aceleradamente eficacia y, consecuentemente, también trascendencia. Donald Trump, cabe hoy presumir, no estaba tan equivocado cuando decidió que su país lo dejara de lado, por inservible.
Mientras tanto, la tensión entre los EEUU e Irán no ha disminuido, sino que tiene una clara tendencia a aumentar, en la que es una de las rispideces más peligrosas de la siempre delicada agenda de paz y seguridad internacionales.
El autor es exembajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas