Inversores para proyectos verdes
Diciembre de 2015 representó un logro para quienes durante décadas bregaron por un pacto ambiental global y, a su vez, una esperanza para las generaciones más jóvenes. El largo derrotero de las negociaciones internacionales en materia ambiental tuvo, en realidad, un éxito relativo cuando en esa fecha se firmó el Acuerdo de París. Parte de la relatividad del éxito está basada en que, aun cuando el acuerdo entró en vigor en tiempo récord, su implementación requiere un esfuerzo de todas las partes en un esquema que no contempla sanciones para quienes no cumplan ni para quienes contribuyan en menor medida de lo que potencialmente podrían contribuir para detener el calentamiento global.
Una parte no menor del futuro del acuerdo depende de la financiación. Los países acordaron disminuir los gases de efecto invernadero (GEI) que generan a través de medidas incondicionales que implican una reducción respecto de sus emisiones actuales. Por su lado, las llamadas medidas condicionales ofrecidas por los países en desarrollo están sujetas a recibir transferencia de tecnología y capacidades, así como a acceder a financiación de parte de los países desarrollados. Para eso, estos últimos asumieron el compromiso de proveer fondos anuales por 100.000 millones de dólares a partir de 2020.
Afortunadamente, las vías para financiar proyectos verdes no se agotan en eso. Desde hace años existen numerosas iniciativas en el marco de las finanzas sustentables. Estas experiencias no se circunscriben a los países escandinavos ni a fondos de pensión vanguardistas como Calpers, sino que incluyen casos de relevancia en la región. El Protocolo Verde en Colombia y la Mesa de Finanzas Sostenibles en Paraguay son dos claros ejemplos. De modo análogo, el Índice de Sostenibilidad Empresarial de la Bolsa de San Pablo es acompañado desde 2015 por su par de Santiago de Chile. Brasil es uno de los cuatro países del mundo que cuentan con lineamientos para la emisión de bonos verdes, la estrella del mercado internacional de capitales, cuyas emisiones de este año triplicarían las de 2015.
A nivel del G-20, que presidirá la Argentina el próximo año, funciona el Green Finance Study Group, que fija la agenda en materia de finanzas sustentables. Y en junio de este año se conocieron las recomendaciones finales del grupo de trabajo Task Force on Climate-related Financial Disclosure (TCFD), que promueve el Consejo de Estabilidad Financiera (Financial Stability Board), que establece mejores prácticas en cuanto a la divulgación de este tipo de información por parte de las grandes compañías.
¿Cuál es la situación en la Argentina? Una encuesta de Vida Silvestre y la Corporación Interamericana de Inversiones a bancos confirma que nuestro país es una de las naciones con menos avances en lo que a finanzas sustentables se refiere. Pero también señala un interés creciente en la materia. Esto se vio reflejado en la Mesa Redonda Regional de la Iniciativa Financiera de ONU Ambiente, que tuvo lugar en septiembre en Buenos Aires, evento en el cual Vida Silvestre y WWF (World Wildlife Fund) participaron activamente dando a conocer sus propuestas.
La Argentina ha regresado a un mercado internacional de capitales que cuenta con inversores ávidos por financiar proyectos sustentables desde lo ambiental. Este año, dos provincias consiguieron fondeo para proyectos relacionados con las energías alternativas.
Parece haber llegado la hora de ponerse a tono con tendencias y oportunidades de las cuales otros países ya se están beneficiando.
Focal point de Finanzas Sustentables de Vida Silvestre para WWF