Intolerantes
Irritables, intolerantes, irascibles, violentos. Todos estados de ánimo que la sociedad argentina viene mostrando desde hace demasiado tiempo. A lo que se suma la vulgaridad. El problema lleva décadas y se acentúa con las sucesivas crisis económicas y educativas. Pero hay algo que puede profundizarlo aún más: cuando los responsables de dirigir el país incentivan ese comportamiento.
No es nuevo. El presidente Javier Milei volvió a insultar hace unos días a quienes no piensan como él. Pretendiendo descalificar a los economistas que advierten sobre el atraso cambiario, los llamó “econochantas de Mandrilandia”, una referencia a la que suele recurrir sobre la anatomía trasera de esos simios. Y remató: “Que reciban una lección, que no alcance toda la vaselina que anda danto vueltas por el mundo”. Hasta en el barrio se escandalizaron.
Antes había descalificado a Domingo Cavallo, que había calculado el atraso en un 20%. “Me parece una vergüenza la declaración. Es irritante e insultante la estupidez que dijo”, lo insultó el Presidente, que recordó que Cavallo, siendo ministro, “cuando le hablaban del tipo de cambio se ponía como loco, bastante violento”. Cavallo sabe de lo que habla. Lo sufrió en carne propia cuando la convertibilidad empezó a fallar. Pero nunca insultó a nadie.