Instrucciones para crear una obra (y una muestra) de arte
Dos jóvenes artistas, dos galerías y un curador invitado organizaron en el barrio de Recoleta una muestra original
Sitio ideado específicamente por partida doble, gesto político para (si no cerrar) al menos “dorar la grieta” y, además, intervención poética sobre el espacio, Rodeados, a cargo de Sofía Durrieu y Gaspar Acebo, propone una serie de experiencias lúdicas y reflexivas a los asistentes. Desde vestir un poncho de jean que imita la puerta de un garaje de la calle Quintana hasta cerrar las grietas del Ministerio de Cultura con anillos de bronce, son varias las consignas, las tramas y lecturas que la muestra propone.
Con la colaboración de Eleonora Molina, Cecilia Caballero y Santiago Bengolea, Rodeados intenta conjugar la agudeza de los artistas con la del público. Los límites de las galerías se vuelven porosos, abiertos, y las obras cruzan de vereda. Un telescopio hecho con materiales económicos (hierro y cartón) enfoca, desde Miranda Bosch, una huella dorada en la puerta de Cecilia Caballero, así como los moldes de papel madera que se exhiben en una de las galerías se convierten, en la otra, en una prenda para ser usada por cinco personas al mismo tiempo. Pero también se trasponen los umbrales de esos espacios. En Rodeados, el territorio del barrio se convierte en una plataforma artística.
“Es la misma muestra en las dos galerías –señala Bengolea, curador de la muestra-. Son dos artistas en dos galerías en simultáneo. Todas las piezas son de Sofía y Gaspar, que en conjunto diseñaron un proyecto site-specific para ambos espacios y para las calles del barrio alrededor de las galerías.” El día de la inauguración, cuentan Molina y Caballero, los asistentes “tomaron” la coqueta cuadra de Montevideo al 1700 (donde se ubican las dos galerías) y ejecutaron varias de las instrucciones ideadas por el tándem Durrieu-Acebo. Dejaron los moldes de papel en la sastrería de Rodríguez Peña 1842, acudieron al supermercado de Quintana 259 con un vale de la obra No retornable para volver de allí con una cerveza helada, ataron cintas de raso de color amarillo en las rejas de un edificio de la avenida Alvear.
El video filmado por la mujer de Acebo muestra algunos de los imprácticos usos prácticos que las obras de Rodeados facilitan.
Se dice que el arte, en ocasiones, es sólo una guía de instrucciones que permite que el desarrollo de una obra prosiga. El público, en este caso como en tantos otros, completa las obras exhibidas. “Cuestionamos el espacio, los roles y trabajamos en horizontalidad”, dice Bengolea sobre la labor de las galerías “enfrentadas” de la calle Montevideo, una en cada vereda. A la manera de un procedimiento soñado por Julio Cortázar o Georges Perec, en Rodeados se fusionan en un mismo territorio la poesía, la política y el juego.
Varias de las obras son soberbias y a la vez frágiles, precarias. Las piezas de hierro y bronce que imitan las formas de la puerta enrejada de una mansión de la calle Parera están presentadas en cajas forradas de terciopelo como si fueran verdaderas joyas. Y lo son. Esa serie, en un acto de justicia estética, se denomina Aizenberg.
“En soledad o en contacto con otros, habrá que moverse: salir del espacio consensuado y reconocible de las galerías y ganar la calle. Habrá que manipular objetos que no serán propios y hacerse responsable por ellos, establecer acuerdos, buscar y hasta distraerse para lograr ver. Con estos rodeos, se intentará habitar el borde y de ese modo perforarlo, estirarlo, disolverlo, sacudirlo, desconocerlo, con la esperanza de que la forma pueda manifestarse como reverberancia”, se lee en la gacetilla-manifiesto, escrita con tiza en el pizarrón ubicado en el subsuelo de Cecilia Caballero. Con esa invitación al merodeo como especie de la acción artística, Durrieu y Acebo podrán alegar fácilmente sus razones cuando se los interpele al grito de “¡Están rodeados!” (Acaso acuda primero la policía que dictamina lo que el arte contemporáneo debe ser.) ¿No era ése, en parte, el propósito?
Rodeados en Miranda Bosch (Montevideo 1723) y Cecilia Caballero Arte Contemporáneo (Montevideo 1720) hasta el 15 de marzo.