¿Ingreso universal para atender la base electoral del Gobierno en el conurbano?
La ayuda a los sectores más vulnerables de la sociedad, especialmente necesaria en el contexto de las severas consecuencias económicas y sociales que está ocasionando y ocasionará el manejo de la pandemia, no debería implicar la continuación del uso abusivo del término "universal".
El Gobierno comienza a balbucear la idea de instaurar un denominado "Ingreso Universal" y aun cuando no sabemos si se implementará o cual sería su contenido es interesante revisar el uso del término "universal" en la política social argentina.
En primer término, la denominada Asignación Universal por Hijo (AUH) que en realidad debería ser rebautizada como Asignación Familiar para la Informalidad Laboral (AFIL) que cubre a un tercio de los niños y adolescentes y se complementa con las asignaciones familiares para los trabajadores formales y con la deducción por hijo del impuesto a las ganancias. En conjunto, aún no cubren a toda la infancia argentina.
Luego se habla de la universalidad del sistema público de salud para indicar que cualquier ciudadano puede utilizarlo pero de allí a que lo use efectivamente hay un gran trecho. Resulta que los sectores de mayores ingresos acceden a las prestaciones de salud a través de empresas de medicina prepaga o gastando de sus bolsillos y los trabajadores formales a través de las obras sociales. Ambos no consideran deseable estar cubiertos por el sector público y de esta manera, y con muy pocas excepciones, el sistema público "universal" queda restringido a los sectores informales y más pobres de la sociedad.
No muy diferente es el caso del sistema educativo público. Un sistema que efectivamente estuvo cerca de la universalidad en la década del 60 (90% de la matrícula escolar) y que progresivamente fue cediendo lugar a la iniciativa privada. De esta forma en la actualidad, mientras los sectores de mayores ingresos envían a sus hijos a colegios privados sin subsidios, sectores medios lo hacen a las "escuelas públicas de gestión privada", un eufemismo para evitar decir escuela privada lisa y llanamente. Así, la educación pública ha ido quedando para quienes no pueden afrontar las escuelas privadas, es decir, los más pobres.
Volvamos entonces al probable "Ingreso Universal" para, en vista de estos antecedentes, realizar algunas hipótesis de que se podría tratar. Claramente, nada de universal. No es imaginable que jueces, docentes universitarios o el resto de los sectores formales del mercado de trabajo lo reciban junto al resto de la sociedad. Es probable entonces que esté dirigido a los sectores informales o lo que es más probable, a una parte de ellos.
Si su valor es pequeño no debería ser mayor problema su implementación. Un subsidio mensual de $3000 por ejemplo, no debería asustar a nadie; claro que su utilidad sería bastante escasa. Ahora, si se pretendiera cubrir la canasta básica, el costo y el impacto en el mercado laboral serian tales que harían muy poco probable su aplicación o su duración. En otras palabras su viabilidad seguramente provendría solo si se tratara de una muy modesta ayuda a los sectores donde reina la informalidad. En tiempos antiguos a esto se le llamaba caridad.
¿Como seleccionar entre informales o pobres? No hay otra forma que la discrecionalidad; alguien que diga este y no este otro, discrecionalidad que es la base del clientelismo
Si la opción fuera extender un ingreso más sustantivo seguramente solo podría cubrir a una porción de los informales y aquí el problema que se presenta es la elegibilidad. Los censos y las encuestas nos dicen cuantos son los pobres o los informales pero no nos dice quienes son. ¿Como seleccionar entre informales o pobres? No hay otra forma que la discrecionalidad; alguien que diga este y no este otro, discrecionalidad que es la base del clientelismo. Esta es la razón por la que los programas de empleo gubernamentales cubren a un porcentaje muy bajo de desocupados y con una distribución territorial extremadamente desigual revelando que el interés político del gobierno o la capacidad de presión de grupos sociales es la causa de aquella desigualdad. Por ejemplo los programas de "Argentina Trabaja" y "Ellas Hacen" que cubrían en 2016 solo a 17% de los desocupados del país, tenían dos tercios de sus beneficiarios en la provincia de Buenos Aires mientras que 7 provincias no tenían beneficiario alguno.
¿Será el "Ingreso Universal" una vez más, una distribución de recursos para atender prioritariamente a la principal base de apoyo político del actual gobierno; esto es el Conurbano de Buenos Aires? Si es así, sería deseable un nombre más modesto.
Sociólogo y Politólogo, Universidad de San Andrés