Una Copa de Hinchas con otros países, asados masivos, previas, grupos en redes sociales para conseguir entradas, banderas y mucha camaradería, así se organizan los que van a alentar desde la tribuna a la Selección
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Consultar dudas, intercambiar entradas, organizar asados masivos, compras de camisetas comunitarias, fiestas de cumpleaños y hasta un Mundial de Hinchas. Los grupos de WhatsApp y otras redes sociales estallan de mensajes de argentinos que viajan a Qatar. Comenzó la cuenta regresiva para ultimar detalles imprescindibles, como el alojamiento y las entradas y la creatividad y un poco de ansiedad se apodera de los viajeros. Y también esa pasión por seguir a la selección de Messi, de mostrar que la Argentina también tiene “hinchas” como los clubes de fútbol. Todos coinciden en que no es un Mundial fácil, con requisitos que hacen un poco más complicada la organización.
Para reservar alojamiento es necesario tener al menos una entrada para alguno de los 64 partidos del Mundial. Para tramitar la nueva Hayya Card, una especie de Fan ID, indispensable para entrar en Qatar (funciona como un visado), es obligatorio tener alojamiento reservado. Un camino de obstáculos que otras Copas del Mundo no tenían y que desalentarán (o no) lo que fue moneda corriente en los mundiales de Brasil y Rusia “Allá veo cómo conseguir las entradas”. Sin entradas en la mano, no se podrá ingresar en Qatar.
Como ya es costumbre, miles de argentinos acompañarán a la selección, en muchos casos haciendo hasta lo imposible por estar. ¿Quiénes son y cómo se preparan algunos de los compatriotas que viajarán desde la Argentina al Mundial?
Las cosas están bastante complicadas para Pablo Leiva, de 38 años, pero nada va a detener su entusiasmo por viajar, por repetir la experiencia (estuvo en Rusia). Tiene, junto con tres amigos, vuelo a Dubai, donde llegarán el 21 de noviembre a la noche, pocas horas antes del partido contra Arabia Saudita. Pero todavía no compraron la conexión a Doha: “Nos falta ese tramo. Hay muy poco lugar y está carísimo, casi lo que pagamos por el vuelo a Dubai por un vuelo corto. En ómnibus no nos daría el tiempo, no nos va quedar otra que pagar una fortuna y comprarlo antes que se agote, porque nos está ganando la ansiedad”, cuenta. Tampoco, hasta ahora, lograron conseguir entradas para los partidos de la Argentina (tienen para un partido de otro grupo para tramitar los permisos). “Vamos a esperar la última fase de venta oficial. Uno de mis amigos estuvo a punto de bajarse, pero justo conseguimos alojamiento y se entusiasmó un poco. Después veremos cómo hacemos con las entradas, pasa el tiempo y nos ponemos nerviosos, pero no queremos caer en la reventa cara. En Rusia fue todo más sencillo”, reflexiona.
Pero estas complicaciones no empañan la alegría de pensar en ver el posible último Mundial de Messi. El grupo se alojará en el complejo Barwa Barahat Al Janoub, que es uno de los más económicos, a una hora al sur de Doha y parece que estará copado por argentinos: “De los tres grupos de WhatsApp en los que estoy, la mayoría se alojará ahí, porque es muy económico. Ya estamos organizando previas a los partidos, asados y hasta fiestas. Uno de mis amigos, que cumple años el 25 de noviembre, ya mandó invitaciones para su festejo en todos los grupos, aunque no sabemos cómo lo va a organizar”.
Christian Crivelli será otro de los vecinos del Barwa. A muchos otros los conoció hace unas semanas cuando se reunieron en una pizzería porteña. Hicieron una colecta y mandaron a hacer una bandera que dice “La banda del Barwargento”, con imágenes de Maradona y Messi. Además, es organizador de un curioso Mundial e Hinchas: “Ya contactamos a hinchas de 7 países (Canadá, Marruecos, Inglaterra, Uruguay, Ecuador, México y Brasil) para organizar un campeonato. Estamos muy avanzados con los preparativos.
Cada país está haciendo listas de jugadores voluntarios para elegir a los mejores. Jugaríamos en una canchita de futbol 5 que sabemos que tendrá el complejo”, cuenta el politólogo de 31 años que va por su tercer Mundial y está superentusiasmado con esta nueva experiencia, para la que ahorró durante 4 años. En su caso tuvo suerte con las entradas y se va a dar una panzada de fútbol: además de toda la serie de la Argentina hasta cuartos, tiene tickets para 14 partidos más, incluso habrá días que irá dos veces a la cancha. Por ejemplo, va a ir junto con otros 100 argentinos a ver Senegal -Holanda (uno de los partidos más fácil de conseguir entradas), y alentar al equipo africano. También está organizando un asado masivo para los vecinos del Barwa: “Ya conseguimos dónde comprar carbón y leña y estamos averiguando los precios de un cordero, porque la carne de vaca es impagable. Calculo que saldrá entre 12 y 13 dólares por comensal”.
Trabajar desde allá
Para Pablo, que prefiere mantener su apellido en reserva para evitar conflictos prematuros con su exmujer en pleno divorcio, será el primer Mundial. Con 31 años, está a punto de cumplir uno de los sueños de su vida: “Siempre quise ir a un Mundial, pero hay que organizarse con tiempo, hace mucho que estoy ahorrado para viajar”, cuenta desde Tucumán, donde vive.
Ya tiene los pasajes vía Madrid con regreso después de la final, que compró hace unos meses y consiguió la entrada para el primer partido de la Argentina contra Arabia de reventa. Se la compró a otro tucumano que no podía viajar para ese encuentro a un precio que consideró razonable.
“No salí en el sorteo de ventas de la FIFA, pero espero tener suerte en la tercera fase, en octubre, porque las Hospitality son carísimas, no las puedo pagar”, explica. Pero confía que de alguna manera va a poder adquirir las entradas. También le falta reservar el alojamiento y está buscando otros argentinos para compartir la estada y abaratar costos. Allá, incluso, piensa trabajar para costear el viaje: “Trabajo de periodista y me estoy organizando para generar contenidos para diferentes medios locales y así financiarme, porque es muy caro todo”, cuenta entusiasmado.
Hay dos caminos para conseguir entradas, las que se compran por medio de la Web de la FIFA, a precios más accesibles, con sorteos o por orden de llegada (según la fase) y las Hospitality, de categoría superior que comercializan agencias e incluyen comidas y traslados.
“Las entradas Hospitality para ver a la Argentina están prácticamente agotadas desde noviembre pasado, solo quedan las más caras, una categoría especial que solo existe en el partido contra México en Lusail, que cuestan 4850 dólares cada una”, explica Gustavo Signorio. El director de la agencia Mundoreps, representante oficial de la agencia de la FIFA en la Argentina, es experto en el tema: vende entradas y viajes a Mundiales desde España 82 y estuvo presente en todas las Copas desde ese entonces hasta ahora.
El alojamiento es otro de los grandes problemas que enfrenta esta copa: hay poca oferta disponible. “La totalidad del alojamiento se concentra en un organismo del gobierno qatarí y solo se puede reservar a través de ellos. Es un sistema muy complicado porque el gobierno decidió controlar absolutamente todo. Además, queda muy poco disponible, por eso mucha gente directamente va a tener que alojarse en Dubai o en Abu Dhabi y viajar para los partidos”, asegura Signori.
Las chicas de la Copa
El Mundial también es cosa de mujeres. Karina Medina, profesora del nivel medio, de 40 años, es organizadora de Hinchas Argentinos, un grupo de apasionados por la selección que la sigue a donde sea, con bandera y bombos propios y que se formó en el Mundial de Brasil. Tienen su propia cuenta de Instagram (@hinchas.argentinos), hicieron una colecta para comprar la bandera de 10 metros con las imágenes de Maradona y Messi y los bombos. Ella es una de las que sigue a la selección a todas partes: eliminatorias, estuvo en Brasil, en Rusia, en las últimas Copa América, en la Finalissima de Londres y ahora ultima detalles para ir a Qatar. “Siempre soñé con seguir a la selección, de chiquita, y ahora que soy más grande, lo pude hacer. Lo que gano como profesora lo gasto en esto, que es mi pasión. Mis compañeros ya saben que me tomo licencia sin goce de sueldo para poder viajar cuando hay una copa”, cuenta desde Ingeniero Maschwitz, donde vive.
Todavía no decidió dónde se va a alojar porque está muy caro. En cuanto a las entradas, consiguió para las fases finales, pero le falta para la primera ronda. “Es un Mundial difícil, con muchas restricciones, muy complicado, mucha gente se baja porque no consigue entradas. Veremos cómo hago para sobrevivir un mes, me la jugué y saqué el regreso para cuando termina el Mundial. Espero poder alquilar una casa con varios amigos, puede aparecer esta alternativa extraoficialmente, porque si no, no se puede”, comenta.
“No quería ver más el Mundial por la tele. Me dije tengo que ir, aunque no fue fácil tomar la decisión. Siendo mujer viajar sola a un país como Qatar es complicado, pero ahora, con todo organizado, siento que toco el cielo con las manos”, cuenta, exultante, Lorena Rodríguez, de 35 años. Aunque empezó su sueño mundialista en soledad, fue conociendo a otros argentinos que van y siente que viaja acompañada.
“Conocí gente increíble, que hasta me han prestado la tarjeta de crédito sin haberme visto nunca para que pueda reservar pasajes que me faltaban. Es increíble la comunidad que se generó, el domingo próximo nos reunimos en un asado en Parque Sarmiento todos los que nos vamos a alojar en el Barwa, para conocernos más; ya casi no duermo de la ansiedad que tengo por viajar”. También cuenta que junto con otros que se alojan en el complejo están organizando la compra de una parrilla para hacer asado y crearon la cuenta de IG @barwargento y planean hacer el Fan Fest Barwargento para ver los partidos cuando no tengan entradas. Ella por ahora solo tienen tickets para Argentina contra México.
Celeste Bello, psicóloga, de 32 años, vivirá junto con su marido Emiliano y su hijo Bautista, próximo a cumplir un año, su primer Mundial desde la cancha. Nada la detuvo: ni tener un bebé chiquito, ni tener que conseguir entradas para los tres, porque Bautista también paga, ni las dificultades de ir prácticamente del otro lado del mundo, ni la comida diferente, ni escuchar más de una vez “están locos, como van a ir con un bebé”. “Somos nómades, mi hijo está muy acostumbrado a viajar y nosotros trabajamos a distancia y también vamos a seguir con nuestro trabajo desde ella. Vamos improvisando, en principio nos quedamos 15 días y si la Argentina gana, intentaremos quedarnos más tiempo, porque tenemos pasajes de vuelta desde Europa a fines de diciembre”, explica. ¿Por qué decidieron ir al Mundial? “Porque somos muy futboleros, seguimos a Vélez por todos lados, además ya habíamos ido a las copas América de Chile y Brasil y veníamos desde el Mundial pasado soñando con esta posibilidad”. Por ahora tienen entradas para el partido frente a Polonia y esperan conseguir para los otros dos partidos. También les falta definir el alojamiento.
Dólar sobre dólar
“No somos millonarios, no derrocho cuando salgo de noche, mis últimas vacaciones fueron hace cuatro años al Mundial de Rusia. Cuando volvimos, empezamos a planificar el viaje a Qatar”, cuenta Martín, contador, de 31 años, desde Capitán Bermúdez, Santa Fe. Junto con su amigo Nelson, mecánico, de 29 años, ahorran dólar sobre dólar para poder darse el gusto de sus vidas. “Vamos comprando todo de a poco, a medida que podemos, incluso nos vamos a endeudar, pero no nos queremos perder el Mundial. Compramos una entrada de reventa para hacer la Hayya, nos faltaba ahorrar la mitad del viaje y nos agarró la renuncia de Guzmán. Fueron tres semanas donde pensamos lo peor, pero por suerte se estabilizó un poco”. Ya tienen también los aéreos y el alojamiento. “Todavía me falta ahorrar bastante, pero tarjeteo todo, me gustaría que la gente sepa que se puede ir, solamente hay que ajustarse”.
Desde que la Argentina quedó eliminada prematuramente en el Mundial de Rusia, que empezó a ahorrar para el viaje a Qatar. Tenía varias entradas para los cuartos y las semifinales, que revendió a buen precio y guardó esos dólares para la revancha, cuatro años más adelante. Es un estratega en el arte de vender y comprar entradas. Adrián prefiere no dar su apellido porque todavía no avisó en su nuevo trabajo que se va un mes al Mundial. No quiere repetir la experiencia de Rusia, que se vio obligado a renunciar a su empleo para viajar y, además, se separó de su novia, que no avalaba la experiencia mundialista.
Es uno de los pocos que tiene todas las entradas, de la primera fase hasta la final (que son condicionales si llega el equipo de Scaloni). Esta será su tercera copa del Mundo y se las sabe todas. “Primero compré entradas a ciegas, antes del sorteo, para asegurarme tener algo y después hicimos muchas cuentas FIFA con amigos y familiares y logré conseguir entradas oficiales. También compré las instancias siguientes pensando que la Argentina sale primero en el grupo. En Rusia me falló y tuve que salir a buscar croatas para cambiárselas, por suerte conseguí. Espero que esta vez la Argentina clasifique primera”, cuenta entre risas. Todavía está resolviendo el complicado tema del alojamiento. Ya reservó los 3 días imprescindibles para obtener la Hayya Card y espera que un amigo que vive allá lo pueda alojar en la casa, una opción que por ahora prohíbe el gobierno.
Estas son solo algunos de los malabares y locuras que hacen los argentinos para cumplir el sueño de ver a Messi levantando la copa en tierras árabes.