Independencia, democracia y educación en la Argentina
“El objeto de la educación es formar seres aptos para gobernarse a sí mismos, y no para ser gobernados por los demás” (Herbert Spencer).
Hace doscientos siete años, en 1816, nuestro país se declaraba independiente. El objetivo: cortar lazos con el reino dominante y afirmar la autodeterminación de los ciudadanos de las provincias unidas para gobernarse a sí mismos. Consolidar ese sistema de gobierno nos llevó mucho tiempo más.
Treinta y siete años después, en 1853, nos comprometimos a respetar una Constitución que se afianzó en 1860 con la adhesión de Buenos Aires. Allí se adoptó la forma representativa, republicana y federal pero no, la verdadera democracia. Ésta tuvo que vivir hitos fundamentales para arraigarse: el voto obligatorio y secreto (1912), la ley de derechos políticos de la mujer (1947), la eliminación de proscripciones y amnistías (1973) y el punto final a los golpes y gobiernos militares, que surgió como una necesidad imprescindible con el gobierno elegido en 1983. A partir de ese año, el grito de libertad de 1816 se conjugó con la consolidación de un sistema democrático. Votar se convirtió en una costumbre.
Durante muchos años, una serie de leyes fundamentales fueron votadas y modificadas para reglamentar el ejercicio de nuestros derechos básicos; entre ellos, uno fundamental para el desarrollo de nuestra nación: el derecho de enseñar y de aprender. Y así, en el año 2006, por una mayoría absoluta de votos de legisladores (161 a favor en Diputados, 2 en contra y 52 a favor en Senadores, 2 abstenciones) se sancionó la Ley de Educación Nacional hoy vigente, pilar fundamental para lograr la formación ciudadana necesaria para la democracia que supimos conseguir.
¿Qué dice esta norma al respecto? En muchas de sus disposiciones garantiza el respeto de los derechos constitucionales, pero quizás lo más trascedente es la que establece la obligatoriedad de la secundaria completa con “la finalidad de habilitar a los/las adolescentes y jóvenes para el ejercicio pleno de la ciudadanía…”, objetivo a ser alcanzado por los estudiantes al egresar. Lo triste es que hoy, diecisiete años más tarde, estamos muy lejos de alcanzarlo.
Veamos el tema en detalle. Hay dos datos que marcan claramente que la mayoría de nuestros adolescentes y jóvenes no logran las habilidades necesarias “para el ejercicio pleno de la ciudadanía” aludido. El primer dato es que, pese a un importante incremento en el acceso de estudiantes a la secundaria en estos años, la cantidad de estudiantes que no la termina es alta (cerca del 50% no egresa en tiempo y forma y el 66% egresa con sobre edad entre 19 y 24 años); y el segundo dato, más grave, es el bajo nivel de aprendizaje de los que sí egresan.
Los resultados de las pruebas Aprender 2022, que evaluaron a alumnos/as del último año del ciclo obligatorio y que se informaron días atrás, lo demuestran: el 43% no alcanza los conocimientos mínimos de Lengua y el 82%, los de Matemática. Adolescentes con este pobre nivel de aprendizaje no alcanzan la habilidad para el ejercicio de la ciudadanía democrática.
La enorme pena es que este bajísimo nivel de los jóvenes votantes no es una novedad en la Argentina. Los datos de las pruebas internacionales PISA (para estudiantes de 15 años de edad) nos muestran que este problema de calidad de aprendizajes lo padecemos desde hace más de 20 años y que no hemos mejorado en nada desde entonces (pese a que países vecinos de Latinoamérica sí lo han hecho).
La conclusión es dolorosa: no estamos logrando que la mayoría de nuestros jóvenes y adolescentes alcance la formación suficiente para ejercer como ciudadanos. Y no lograrlo es una frustración para los sueños de libertad de los héroes de la independencia y de nuestra Constitución.
Este debe ser un hecho que grita prioridad.
¿Cómo es posible que tantos estudiantes no finalicen la escuela obligatoria y que aquellos que recorren 14 años de estudios alcancen resultados tan bajos?
Este año volvemos a elegir presidente: ¿qué pasos concretos proponen los candidatos para solucionar esta dolorosa situación? Desde Educar 2050 llevaremos adelante por tercera vez en elecciones presidenciales argentina la campaña #YoVotoEducación. Debatamos este punto en la campaña. Exijámoslo. La independencia de un país no se limita solo a la autodeterminación política, sino que también implica la capacidad de autogobernarse de manera informada y responsable. La mayoría de nuestros jóvenes no lo puede hacer. ¿Es esto independencia?
Presidente de Educar 2050