Incendios forestales: ¿cómo evitar el pensamiento mágico?
Se desprende la necesidad del uso periódico de quemas controladas y cortafuegos
El devastador paso del fuego en gran parte de las sierras de Córdoba, dejó un panorama desolador y varios planteos a abordar. La convergencia de una gran masa de vegetación y prolongados períodos de sequía delimitan las condiciones. El intenso calor deshidrata la vegetación que compensa la pérdida de agua absorbiéndola del suelo, pero cuando los niveles de humedad de éste son muy bajos, la misma comienza a secarse liberando etileno, una substancia contenida en la materia vegetal muy combustible. Es allí donde se produce lo que los expertos forestales norteamericanos denominan el efecto "Tinder Box": tanto la biomasa como el aire que la rodea se tornan altamente inflamable multiplicando el potencial de incendio. Una vez que ocurre, de manera inducida o accidental, el viento lo propaga de acuerdo a su velocidad y contenido de humedad.
El fuego regenerativo pasa rápidamente quemando solo las partes superficiales, manteniendo su densidad natural
Los desmontes y el sobre pastoreo de estas especies producen erosión y eventualmente desertificación pronunciando los ciclos de aridez del clima. Lo más importante: en la zona de origen del fuego (campos en la villa alpina) y en vastos segmentos del valle, la vegetación nativa ha sido reemplazada por forestación de pinos europeos que debido a su tamaño y mayor consumo de agua, bajo condiciones de extrema sequía, se deshidrata rápidamente ofreciendo enormes cantidades de material combustible, convirtiendo al bosque exótico en un barril de pólvora.
Existe una relación de mutua correspondencia entre el bosque natural y el fuego. Hace relativamente poco que se comprendió su importancia para la gestión de bosques, muchos de los cuales se regeneran con incendios periódicos naturales. El fuego regenerativo pasa rápidamente quemando solo las partes superficiales, manteniendo su densidad natural.
El desconocimiento de este mecanismo, la obsesión por evitar incendios, generó problemas mayores al producir el incremento artificial de la densidad del bosque. Cuando el fuego finalmente adviene, sea por causa naturales o inducidas, su temperatura es tan alta que lo quema a niveles profundos, más allá de su capacidad de regeneración. De aquí se desprende la necesidad del uso periódico de quemas controladas y cortafuegos, como también de interacción con la comunidad científica para conocer los límites y modos de funcionamiento de cada ecosistema, su interacción con el ambiente y su comportamiento frente a la sequía prolongada y al fuego.
El riesgo es que cuando se apague el último incendio, y con la debida perspectiva que da el tiempo, esta mirada persista
En países desarrollados, con fuerte presión demográfica sobre extensas áreas de bosque, los estrictos códigos de zonificación limitan la expansión urbana y cuentan con protocolos de acción que van desde consideraciones de materiales usados para la construcción de viviendas, distancias, delimitación de zonas de seguridad y ejercicios de evacuación. El nivel de entrenamiento y profesionalidad de las fuerzas vivas es tan importante y socialmente valorado como el arsenal de infraestructura con el que se cuenta para combatir rápidamente focos declarados. Muy por el contrario, en nuestro país, se evidencian carencias y dificultades de todo tipo para controlar los incendios. Más allá de los esperados gestos solidarios hacia las provincias más afectadas, pareciera prevalecer un retorno generalizado a una forma de pensamiento mágico que como una excusa- o por sensibilidad a la inmediatez de los hechos-, subordina el análisis profundo de las debilidades y carencias mencionadas a un desenlace climático favorable. El riesgo es que cuando se apague el último incendio, y con la debida perspectiva que da el tiempo, esta mirada -quizás justificada en la coyuntura- persista. Mientras tanto las familias de Sara Gonzales y Moisés López, conocidos puesteros de la zona, aprendieron a golpes de naturaleza a no esperar milagros.