Imágenes para volver a mirar
Hay ventanas. Muchas. De postigos de madera o de metal, abiertas a una arboleda o al abigarrado paisaje urbano, vistas de cerca o de lejos.
Hay otras, múltiples cosas en la edición 2020 de la BIM, Bienal de la imagen en movimiento, pero lo que predomina es el registro de las pequeñas aberturas con las que se puede observar al menos un fragmento del mundo. Porque es la edición 2020, la del año de la peste, la de la cuarentena, el aislamiento o como cada quien desee nombrar un fenómeno –la epidemia– que no es nuevo, pero que estamos viviendo de manera inéditamente global.
Hay muchas ventanas físicas en las obras audiovisuales que nutren la BIM, y hay también ventanas de las otras: monitores, cámaras, conexiones virtuales que, este año como nunca, se convirtieron en el modo de estar juntos aun sin estarlo. En rigor, la Bienal se realizará de manera virtual entre el 22 y el 31 de este mes. Durante esos días tendrán lugar los encuentros nacionales e internacionales, las charlas, los debates, las discusiones. Pero el resto de la propuesta, su otra sustancia que son las obras, ya está disponible en el sitio de este evento producido desde 2012 por la Universidad Tres de Febrero.
El leit motiv de esta edición es singularmente pregnante: "mirarnos a los ojos (volver a)". Con este impulso, el llamado a recuperar una mirada que la pandemia puso en suspenso, se realizó la convocatoria que reunió a más de setenta artistas de diversas partes del mundo. Sus trabajos, que en otras circunstancias habríamos observado desde el lento recorrer de alguna sala en algún espacio cultural, hoy están expuestos en lo que los directores de la BIM, Andrés de Negri y Gabriela Golder, definen como "una plataforma audiovisual coral".
Y así es. Al ingresar al sitio web de la Bienal (https://bim.com.ar/mirarnos-a-los-ojos), nos encontramos con diversas posibilidades de navegación que son, al mismo tiempo, posibilidades de observación. El cursor puede optar por ascender y "mirar al cielo", descender y "mirar hacia dentro", o girar un poco hacia las alternativas de "mirar por la ventana" y "mirar la pantalla". Desde ya, también se puede ir al ordenado Menú y organizar el recorrido, por ejemplo, a través del listado de artistas. A mí me gustó la primera propuesta. Delicias de lo aleatorio, invitación a degustar de a poco el cruce entre arte contemporáneo e indagación audiovisual, ése que en muchas de sus expresiones suele ser al cine lo que la poesía es a la prosa.
Hay mucho para ver, distintos registros, y uno no tiene por qué acordar o descubrirse interpelado por todos. Lo convocante es la circunstancia colectiva, ese sabernos atravesados por un vendaval inesperado, masivo y de final aún incierto.
"¿Qué hacías mientras esperabas?", se pregunta, por ejemplo, Gustavo Galuppo en El árbol de Alejandría, proyecto que presenta en la BIM, y que es una obra, es una búsqueda, es la paradójica admisión de algo que su autor declara que nunca va a concretar, y si embargo desarrolla aquí –amparado por la espera obligatoria de la cuarentena–en una suerte de boceto plagado de voces, imágenes, sugerencias. Hay un tenue y fascinante nudo narrativo: Barciano de Córcega, cristiano disidente y herético, vivió varias vidas a lo largo de un milenio, y todas esas vidas transcurrieron al unísono e implicaron una fatal ronda de muertes y sustituciones.
¿Otros itinerarios? El rescate que la austríaca Michaela Grill y la canadiense Sophie Trudeau hacen de la expresividad del cine mudo, para señalar un grito que el presente no termina de dar; la protesta brasileña captada por la obra colectiva Janelas desobedientes; la cotidianidad observada por la argentina Mariela Yerequi, en diálogo con las delicadas, fugaces, animaciones de Yan yun Chen. Y la frase de esta artista de Singapur, que parece hablarle a la época: "Hay furia en mis pulmones, un fuego en el bosque que no enciende las palabras".