¿Igualdad de género vs. paz intercultural?
Discusión. Para el feminismo alemán, el escándalo de las mujeres atacadas por hombres árabes en Colonia inaugura un ríspido debate
Berlín.- Malin Schulz volvía caminando a su casa de Hamburgo la noche de Año Nuevo cuando notó que dos hombres la seguían. Aceleró el paso. Ellos también. Les gritó. La insultaron. Después de minutos eternos de pánico, sintió que uno de los hombres se abalanzaba sobre ella. Malin logró defenderse a golpes, escapó y se refugió en su casa. Cuando al día siguiente vio que cientos de mujeres habían sido agredidas sexualmente esa misma noche en varias ciudades alemanas por hombres de origen árabe, como sus atacantes, la periodista decidió relatar su experiencia. No para liberarse de un trauma. Ni para rendir cuentas. Lo hizo para lanzar una advertencia. "Llevo años siguiendo los debates de igualdad de género. Es material de discusión tomado de la parte de abajo del cajón de compost de la sociedad: ya está procesado", escribió en primera plana del periódico semanal Die Zeit. "Los ataques de Colonia y otras ciudades arrojan ahora una gran pila de material en la parte de arriba. Crudo y sin digerir."
De todo ese material escandalosamente inédito que la noche del 31 de diciembre arrojó al corazón de Europa, con sus más de 1100 denuncias por robos y agresiones sexuales, el problema de género mencionado por Schulz puede resultar el más difícil de "digerir" en un país avanzado en igualdad y con un sólido movimiento feminista. Las preguntas incomodan. ¿Se puede establecer una relación entre los ataques a mujeres y el origen árabe de los agresores? ¿Qué debe hacer un país que sólo en 2015 acogió 1,1 millones de refugiados, en su mayoría varones musulmanes jóvenes y solos? ¿Existe un problema con el rol de la mujer en el islam?
"Vincular un brote de violencia con una religión es problemático. Lo que hay que preguntarse es de qué entorno provienen esos hombres", explica a la nacion Meltem Kulaçatan, experta en discurso de género y religión de la Universidad Goethe de Fráncfort. Quien busque un vínculo entre el islam y los ataques de Colonia, añade, "debería preguntarse cuánto hay de cristianismo en los abusos sexuales dentro de la Iglesia alemana". La experta alerta contra las generalizaciones. No existen, en rigor, "los refugiados", sino "un grupo de personas de diferente origen en el que hay de todo, también criminales". Tampoco es justo hablar del "mundo musulmán", porque esa concepción unificadora ignora la diversidad de los países que lo componen.
Como ejemplo de los prejuicios exacerbados por el escándalo de Año Nuevo, Kulaçatan evoca la portada del semanario Focus sobre el tema, en la que se ve a una mujer rubia desnuda con manchas de manos negras en todo el cuerpo. "Es el cliché del musulmán que viola a la mujer rubia, la ensucia y, lo que es muy interesante, mancha a una nación", interpreta. "Eso es tremendamente patriarcal. Se está usando a la mujer como símbolo de la nación alemana, se la está objetivizando con fines chauvinistas." Vuelta de tuerca: el sexismo descubierto por el escándalo no sería el islámico, sino el alemán.
Con espíritu similar, un grupo de feministas viene pidiendo combatir la violencia sexual "sin excepciones" . El colectivo asegura que en Alemania se denuncian un promedio de 20 violaciones o agresiones sexuales cada día. Y critica que ese dato no escandalice tanto como el de Colonia.
"No es posible que se hable de violencia sexual sólo cuando la perpetran los supuestos ?otros': musulmanes, árabes, negros, norafricanos o, en resumen, todos aquellos a quienes la derecha populista considera ?no alemanes'", indica el manifiesto. Más de 11.000 personas lo firmaron en una semana, incluyendo a la ministra alemana de Familia y líderes de varios partidos. Susanne Spindler, profesora de Sociología de la Universidad de Darmstadt, coincide en reorientar el debate a un drama que va más allá de nacionalidades: el de la violencia machista. "En todas las culturas se da el fenómeno de la masculinidad usada para mantener el poder, aunque en diferentes niveles. No es algo exclusivo de una cultura", dice.
Su enfoque ilumina un efecto lateral positivo del desastre de Colonia: "La cultura de denuncia cambió. Las mujeres vieron que pueden hacer público este tipo de delitos y sentirse seguras ante el riesgo de estigmatización. Muchas superaron la vergüenza, vieron que violencia sexual es no sólo una violación, sino también la invasión en la autonomía".
Las consultas a refugiados desarman clichés: en los hogares de acogida se percibe una mayoría ansiosa por integrarse y preocupada por una minoría conflictiva. "No me sorprende lo que ocurrió en Colonia", dice Khalid, un iraquí de 30 años, en un centro de asilo en Berlín. "Hay grupos peligrosos. Entre nosotros hay delincuentes. También tenemos miedo".
Otros comentaristas creen que pasar por alto el origen de los atacantes representa un acto de inocencia y un pecado de corrección política. Hasta el tipo de agresión -grupos de hombres que aíslan a una mujer para robarle, tocarla o violarla- es importado de las protestas de hace dos años en la plaza Tahrir de El Cairo. En Alemania, un país con más de cuatro millones de musulmanes, son conocidos los desafíos que plantea una interpretación radical del islam. Organizaciones como la galardonada Heroes trabajan desde hace años con jóvenes musulmanes de origen problemático para educarlos en valores como igualdad de género y darles herramientas contra la radicalización.
Una versión extrema de lo ocurrido en Colonia proviene de Alice Schwarzer, la feminista más célebre -y polémica- de Alemania. "La violencia sexual me parece una nueva estrategia en la ?guerra' del islam politizado contra el Estado de Derecho y la igualdad de géneros", respondió en un correo electrónico a la nacion. La editora de la revista Emma está convencida de que lo ocurrido en Año Nuevo fue coordinado, una hipótesis aún no descartada ni confirmada por los investigadores. "Que nadie me cuente que eso fue casualidad. Estos ataques la misma noche en una docena de ciudades me parecen provocados. Para eso basta con un puñado de islamistas que arrastren a sus pares y cómplices", sostuvo. "Se buscaba intimidar y humillar a mujeres emancipadas. Y de ese modo a sus hombres, que no pudieron protegerlas."
A falta de certezas, los ataques de Año Nuevo trajeron ya sus consecuencias sociales y políticas. Las solicitudes para portar armas se multiplicaron, los mensajes de odio racista proliferan en la Red. "La cultura de bienvenida se está convirtiendo en cultura del miedo", resumió Malin Schulz. El partido de derecha populista Alternativa para Alemania subió en las encuestas, mientras la canciller Angela Merkel afronta una presión creciente en una crisis que, para muchos, podría costarle el gobierno. El escándalo de Colonia sigue abierto. "Crudo y sin digerir." Nadie puede predecir cuánto tardará Alemania en procesarlo. Lo que parece claro es que, cuando haya terminado de hacerlo, ni el país ni Europa serán iguales.
lanacionar