Ideas descabelladas del plan de Grabois que avala el Presidente
El Presidente Fernández afirmó que el proyecto de Grabois, "es una idea a tener en cuenta, no es descabellada", refiriéndose al Plan de Desarrollo Humano Integral elaborado por un conjunto de organizaciones sociales. Es indispensable que Argentina converse sobre proyectos.
Ahora bien, lo que da solidez a un proyecto es un diagnóstico correcto y el alineamiento entre los objetivos seleccionados y los instrumentos disponibles, y en proyectos de carácter sociopolítico como este, el nivel de acuerdo y la habilidad para gestionar en contextos complejos.
El desequilibrio territorial argentino, la falta de empleo formal suficiente y la degradación de las condiciones de hábitat de los sectores más humildes son, entre otras cosas, tres rostros del fracaso macroeconómico nacional.
Sin una economía ordenada, la inversión no logra alcanzar los niveles adecuados para generar trabajo suficiente, el estado posterga las infraestructuras que podrían reequilibrar el país y no hay crédito para que los sectores populares accedan a suelo urbano.
Tenemos un problema nacional recurrente, cuyo nombre técnico es "restricción externa", y que no es otra cosa que la necesidad de un superávit comercial significativo, que pueda proveer de dólares a importadores, turistas y eventuales ahorristas.
Salvo que el precio de los productos que tradicionalmente exportamos trepe por las nubes (lo que no deja de ser una hermosa noticia, pero impredecible), la solución esta por el lado de exportar una variedad mayor de productos, crecientemente sofisticados, a una diversidad mayor de mercados.
Argentina está en condiciones de hacerlo, si pone el esfuerzo en esa dirección.
Ahora bien, el proyecto al que hizo mención el Presidente se propone crear 4 millones de puestos de trabajo, un objetivo noble, pero si en paralelo Argentina no incrementa su potencia exportadora, a poco de andar, el consumo agregado pondría al país (como tantas veces) en situación de estrangulamiento por falta de divisas; sencillamente porque una porción de ese consumo adicional es importado o tiene insumos o componentes importados, y según surge del propio documento no parece que nada de lo que se orientan a producir tenga como destino la exportación.
El proyecto al que hizo mención el Presidente se propone crear 4 millones de puestos de trabajo, un objetivo noble, pero si en paralelo Argentina no incrementa su potencia exportadora, a poco de andar, el consumo agregado pondría al país (como tantas veces) en situación de estrangulamiento por falta de divisas
Ese estrangulamiento externo no puede ser ignorado en ningún proyecto consistente. A esta altura del partido y luego de los reiterados procesos traumáticos por falta de divisas y financiamiento es una idea descabellada.
No podemos seguir ignorando la piedra en la que tropezamos tantas veces.
Existe una condición adicional para que los empleos a generar provean condiciones dignas de vida, un imprescindible proceso de capitalización humana y organizacional. Concretamente más tecnología y formación de calidad. Solo eso posibilita producir bienes y servicios útiles a costos razonables. La alternativa es trabajo de baja productividad, tutelado o complementado con recursos fiscales, que cada vez son más exiguos. Lejos del ideal de emancipación que el proyecto evoca.
Es ilusorio pensar que con baja calificación y fuerza de voluntad se pueden resolver limitaciones estructurales, que efectivamente requieren de un plan que no las ignore.
Ahora bien, el plan tiene aportes que deben ser considerados: el rol integrador del hábitat y la posibilidad de generar incentivos para quienes quieran abandonar las áreas metropolitanas. Sin embargo, las palabras de Alberto Fernández son paradojales, porque hace apenas horas votamos un presupuesto que destina el 80% de los subsidios del transporte al AMBA, para no destacar la postergación que están sufriendo las provincias en la asignación de fondos discrecionales que la actual Administración decidió concentrar en la provincia de Buenos Aires.
Las reformas sociales que debemos impulsar no nos eximen de atender las barreras intangibles al desarrollo que nos vienen postergando desde hace décadas: acuerdos para sostener procesos, presupuesto serio para financiarlo, fiscalidad sostenible, aliento a las exportaciones, inversión para generar oportunidades.
Un plan no llega a ser "un verdadero plan" y es apenas un listado, si no toma en cuenta las restricciones que debe superar.
Diputado nacional por la provincia de Bueno Aires (UCR-Juntos por el Cambio)