Reseña. Agencia general del suicidio, de Jacques Rigaut
Al igual que Arthur Cravan, el apolíneo pugilista que aseguraba ser sobrino de Oscar Wilde, Jacques Rigaut (París, 1898-1929) fue una figura mítica de la vanguardia de principios del siglo XX y un escritor que escribió poco y nada. Casi toda su obra está reunida en un volumen póstumo que no supera las setenta páginas. El libro se titula Agencia general del suicidio y su autor, irónicamente, decidió ponerle fin a su vida con un disparo en el corazón. Para entonces tenía treinta años y se hospedaba en una residencia para intelectuales depresivos que había pertenecido a Chateaubriand.
Joven pobre devenido en dandy, ladrón de botones, dadaísta, toxicómano y marido fugaz de una millonaria norteamericana, Rigaut se codeó con la crema de la intelligentsia parisina despertando fascinación entre sus pares. Duchamp lo consideraba divertidísimo, Man Ray "el mejor vestido y el más hermoso" y Drieu la Rochelle lo homenajeó en tres libros, uno de los cuales, El fuego fatuo, fue llevado al cine por Louis Malle.
Agencia general del suicidio reúne textos breves y aforísticos, fragmentarios y autorreferenciales. Dotados de un alto voltaje de humor y ciertos destellos de poesía, los relatos de Rigaut parecieran no haber envejecido y aquello que declaman, con una prosa seca y axiomática, es siempre transgresor, caótico y letal. Fabulitas retorcidas ante las que el lector no puede dejar de sospechar que todo lo que se afirma es pose y a su vez que nada lo es: "Mi libro de cabecera es un revólver".
El dinero es un tema recurrente en sus escritos. Por un lado lo asquea, por otro lo hipnotiza. Sin demasiadas vueltas, Rigaut ansiaba ser rico sin tener que trabajar. Otro aspecto que no debe pasarse por alto es su costado futurista. En "Novela de un muchacho pobre", por ejemplo, proclama su devoción por la velocidad y los autos lujosos: "Cada Rolls-Royce que encuentro prolonga mi vida un cuarto de hora".
Lejos del morbo y la necrofilia, la vocación de suicidio que sobrevuela este libro tiene más que ver con un deseo de liberación, una gimnasia de desapego pueril próxima a lo absurdo. "Yo seré un gran muerto", pronosticó Rigaut en un rapto de inescrupulosa soberbia, y la magnífica biografía que Jean-Luc Bitton acaba de publicar en Francia prueba que algo de razón tenía.
AGENCIA GENERAL DEL SUICIDIO
Jacques Rigaut
Trad: Edgardo Scott
Interzona
73 páginas, $375