Humedales: una deuda legislativa pendiente que arriesga nuestro presente y futuro
Desde hace más de 10 años que en la Argentina la sociedad civil viene reclamando por una Ley de Humedales, pero esta demanda aún no ha sido atendida. El Congreso Nacional sigue haciendo oídos sordos mientras, a diario, se multiplican las amenazas y las afectaciones a la biodiversidad y comunidades que habitan estos ecosistemas centrales para la vida.
Pero, ¿por qué son esenciales los humedales? Estos ecosistemas poseen un enorme valor biológico, social, cultural y económico. El 40% de la biodiversidad mundial vive o se reproduce en ellos. Son grandes filtros depuradores y reservorios de agua dulce. Amortiguan los impactos de las lluvias, permiten sobrellevar de mejor manera las sequías y almacenan más carbono que ningún otro ecosistema. También se encuentran unidos a diversas culturas y tradiciones. Se trata de ecosistemas fundamentales para detener y revertir la reinante crisis ecológica y climática.
Sin embargo, pese a su relevancia, los humedales son de los ecosistemas que más han retrocedido en el mundo. En los últimos 300 años ha desaparecido el 87% de la superficie conocida de humedales a nivel global. En este sentido, este 2 de febrero la Convención Ramsar, en el marco del Día Mundial de los Humedales, llama a revitalizar y restaurar estos ecosistemas que se encuentran en estado de emergencia y que requieren atención urgente.
Año tras año vemos como miles de hectáreas de humedales a lo largo de todo el país son afectadas por los incendios. La región del Delta del Paraná, el mayor sistema de humedales de la Argentina, es de las más afectadas, con más de un millón y medio de hectáreas arrasadas por el fuego en los últimos tres años. Según el Servicio Nacional del Manejo del Fuego, el 95% de los incendios en Argentina son de origen humano. En el Delta, las quemas son intencionales, ya que el fuego no es un elemento natural en esta región, a diferencia de otras zonas del país. Ya no hay “estaciones” de quemas en el Delta, sino que se dan sostenidamente durante los 365 días del año con el daño que esto conlleva para la biodiversidad, los medios de vida y la salud de comunidades enteras. Literalmente estamos jugando con fuego, llevando al límite la resiliencia de los ecosistemas, es decir, su capacidad de aguantar las perturbaciones sin perder sus propiedades, funciones y estructura.
Adicionalmente, estamos vivenciando una sequía histórica que afecta sobre todo a la región centro del país, en donde ríos, lagunas y arroyos disminuyen drásticamente su caudal produciendo así la mortandad de animales. Un claro ejemplo de esto fueron los miles de peces que aparecieron muertos en la costa de la Laguna del Plata, en la localidad de Vera y Pintado, provincia de Santa Fe. La dirigencia a todos los niveles y el sector productivo concentrado, lejos de asumir la responsabilidad que le cabe en este asunto, lo limita a un evento natural aislado al que responder con las clásicas (y ya eternas) declaraciones de desastres, emergencias ígneas, agropecuarias etc., y las consecuentes ayudas económicas al paso. La falta de acción estatal preventiva, sostenida y a la altura de la crisis socioambiental que atravesamos resulta ya desesperante y roza con el negacionismo.
Cuanto más alteramos los ecosistemas, más peligro corremos. Las prácticas productivas a contramano del sostenimiento de la integridad ecológica de los humedales son cortoplacistas, benefician a pocos y profundizan la vulnerabilidad social. Necesitamos ecosistemas sanos para vivir y producir. Argentina se debe una Ley de Humedales que ayude a poner fin a la falta de control de las actividades humanas que se realizan en los humedales, que promueva un proceso de ordenamiento ambiental participativo y que impulse un inventario nacional de humedales para contar con información científica fundamental para la toma de decisiones estratégicas.
La sostenida presión social -que incluyó el pasado mes de septiembre una Acción Plurinacional por los Humedales impulsada por más de 540 organizaciones, movimientos, grupos y asambleas ciudadanas, y que movilizó a miles de personas a lo largo del país- hizo que hacia fines de 2022 la Ley de Humedales lograra por primera vez dictamen en Diputados, cámara que históricamente se le ha resistido a esta norma. La ley no llegó a ser tratada en el recinto antes del cierre de las sesiones ordinarias del año pasado, ni quedó en agenda de extraordinarias, pero los dictámenes de minoría y mayoría alcanzados tienen estado parlamentario durante todo 2023.
Es menester su tratamiento inmediato en cuanto se inicie desde el próximo mes de marzo un nuevo año parlamentario. Es hora de que se impulsen y construyan los consensos políticos necesarios entre bloques parlamentarios y que se hagan eco de este reclamo ciudadano para proteger el bien común, sancionar una #LeyDeHumedalesYa basada en la ciencia, participativa y con apoyo social, y finalmente reaccionar y actuar por la salvaguarda de la red de la vida.
Directora ejecutiva adjunta de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales