Hugo Moyano: golpear primero, negociar después
El combativo líder de la CGT, que logró la semana última desabastecer de gaseosas la ciudad, es el aliado más imprevisible de Néstor Kirchner. Llegó a pedir la renuncia de Lavagna y no cumplió su promesa al Gobierno de no realizar paros antes de las elecciones
"Golpear para negociar", solía repetir Augusto Timoteo Vandor cuando era el jefe de la poderosa Unión Obrera Metalúrgica a mediados de los años 60. Ese era el secreto del poder sindical. Y lo sigue siendo para el áspero camionero Hugo Moyano.
El líder combativo de la Confederación General de Trabajadores fue a contramano del resto de sus "compañeros" en los 90 y se opuso con marchas, ollas populares y paros al modelo económico de Carlos Menem, y contradijo sin titubeos a la opinión pública a poco de iniciado el gobierno de la Alianza, cuando pidió antes que nadie que terminara la convertibilidad. Meses más tarde, denunció al ex ministro de Trabajo Alberto Flamarique por intentar convencer a los senadores de votar la reforma laboral "con una Banelco" en lo que fue el principio del fin para Fernando de la Rúa. Respaldó incondicionalmente la fugaz presidencia de Adolfo Rodríguez Saá, amagó con hacerle un paro a Eduardo Duhalde, que luego suspendió por lluvia, y aunque no lo votó en primera vuelta, se acercó al proyecto de Néstor Kirchner, con quien se entendió "desde un primer momento". Hasta ahora.
Hugo Moyano nació en La Plata en 1944, pero se crió entre los vientos oceánicos de Mar del Plata, ciudad a donde se trasladó su padre, también llamado Hugo, gremialista y camionero, en busca de trabajo. Celina Carrizo, su madre, evangelista y peronista, trabajaba como obrera en la fábrica de pescado Machiavelo. A sus 61 años y con siete hijos en su haber, Moyano se considera un "peronista sin retorno", un camino político que comenzó en las filas de la Juventud Sindical Peronista, creada por el secretario general de la CGT José Ignacio Rucci, en las antípodas del peronismo en el que entonces militaban los Kirchner.
A los 10 años etiquetaba salamines, pero a los 17 años ya manejaba por la ruta 2 como empleado de la empresa Verga Hermanos, su primer trabajo estable. Allí organizó un reclamo iniciático: pidió mamelucos de trabajo para sus compañeros fleteros, y sus reclamos fueron lo suficientemente convincentes como para que se los dieran a los pocos días.
¿Cómo es y qué quiere Hugo Moyano, ungido único secretario general de la CGT en los tiempos de Néstor Kirchner? Intempestivo, rebelde, irritable, de léxico limitado pero marcada inteligencia, despiadado con sus adversarios, "el Negro", como lo llaman los compañeros que lo siguen, es "un duro".
"Moyano se ubica poéticamente con una idea de sindicalismo vandorista. La mejor defensa es estar en una permanente actitud firme y generando resultados permanentes: aumentos salariales, condiciones de trabajo, eso es lo prioritario. Es un resultadista y desde allí hace luego sus exploraciones políticas", grafica a LA NACION un analista laboral de larga trayectoria que conoce al camionero desde que tomó el mando de ese sindicato en 1991.
Conductor nato
Sus aliados dentro del gremialismo hablan de Moyano con cierta admiración. "Es un conductor nato por su inteligencia, por su sensibilidad, por el gran manejo que tiene de los tiempos en cuanto a los momentos de los conflictos", asegura el líder de los trabajadores judiciales, Julio Piumato.
También el abogado de la CGT, Hector Recalde, lo define con cierto tono épico: "Moyano es un dirigente de primera línea; hoy es el dirigente sindical más encumbrado. Tiene la actitud de un delegado que pelea por sus compañeros. Estoy convencido de que en el país hay una nueva era y él inaugura una nueva era en el sindicalismo. Volvió a las fuentes y es importante por el crédito que tiene que tener el sindicalismo".
Piumato y el secretario de los colectiveros, Juan Manuel Palacios, lo acompañaron en su cruzada antimenemista dentro de la CGT. Juntos, en 1994, fundaron el MTA (Movimiento de Trabajadores Argentinos), una línea fuerte de resistencia que lo llevó a una colisión violenta con los "Gordos", el sector pesado del sindicalismo que integran Oscar Lescano (Luz y Fuerza), Armando Cavallieri (Comercio); Carlos West Ocampo (Sanidad), y el ex secretario general Rodolfo Daer, entre otros.
Desde el MTA, exploró alianzas con la CTA de Víctor De Gennaro y con el movimiento de jubilados y desocupados de Raúl Castells, una relación que aún hoy cultiva. Pero no fue ninguna de estas amistades la que le dio el empujón final hacia el unicato en la CGT en julio de este años. Detrás de Moyano hay un "Gordo" aliado, el antikirchnerista líder gastronómico, Luis Barrionuevo. Su apoyo fue vital para liderar la central obrera, una circunstancia que aceptan con resignación en la Casa Rosada.
Barrionuevo y Moyano no comparten los gustos políticos dentro del peronismo, pero sí la pasión (y el sufrimiento) por el fútbol. Sus detractores acusan a Moyano de manejar la barrabrava de Independiente y sus compañeros aseguran que uno de los sueños del camionero es presidir el club rojo de Avellaneda alguna vez.
Para Moyano la confrontación es un motor permanente. Sueña con un sindicato de camioneros que sea el más fuerte de la Argentina. De allí que repita a quien quiera escucharlo que anhela ser "el Jimmy Hoffa versión nacional". Hoffa fue el legendario secretario general del sindicato de transporte estadounidense de fines de los 60. Llegó a representar a un millón de afiliados y se enfrentó con reclamos al entonces presidente Kennedy. De todas maneras, como ejemplo es un tanto peculiar, porque Hoffa no tuvo un final feliz: estuvo preso por un desfalco con los fondos de pensión del sindicato y se lo acusó de haber pactado con la mafia.
Para el director del Centro de Estudios para la Nueva Mayoría, Rosendo Fraga, el objetivo de Moyano no es irreal: "Los camioneros son hoy el sindicato líder en materia de movilización, como lo fueron los metalúrgicos en los años 60 o los ferroviarios en los 40. Moyano es quien controla la confederación de gremios del transporte y tiene, además, un proyecto de transformar Camioneros en un gran sindicato de la logística que aumentará su poder e influencia". De ahí su obsesión por el encuadramiento sindical, y su pelea por lograr que empleados de otros gremios, como el mercantil, se pasen a Camioneros.
"Metodología de apriete"
Patricia Bullrich, ex ministra de Trabajo de la Alianza, sufrió los embates públicos de Moyano cuando propuso transparentar las cuentas de los líderes sindicales y obligarlos a hacer públicas sus declaraciones juradas. "Moyano tiene una metodología de apriete. Toda la lucha que tiene por el encuadramiento sindical con los mercantiles de Armando Cavallieri la hace desde el apriete. Es parte de la falta de libertad sindical en la Argentina, porque si los camioneros no paran cuando Moyano lo ordena al otro día aparecen con los camiones todos rotos", afirma Bullrich a LA NACION.
"Golpear la mesa antes de negociar", "cruzar los camiones y después pedir", bloquear las fronteras en protesta por asimetrías con los choferes de otros países del Mercosur o pegar piñas de ser necesario, como ocurrió en 2002 durante una discusión con un empresario en el Ministerio de Trabajo que comandaba entonces la duhaldista Graciela Camaño. Es el estilo de Moyano, que tampoco se privó de defender al controvertido empresario postal Alfredo Yabrán, porque "les pagaba bien a los empleados".
¿Puede confiar Néstor Kirchner en su nuevo sindicalista amigo? En la Casa Rosada comienzan a dudarlo. Para Rosendo Fraga, "Moyano políticamente ha estado con Duhalde, Rodríguez Saá, y ahora con Kirchner. Su actitud de no respetar la tregua con el Presidente, que le había pedido que no hubiera paros antes de las elecciones, y su anuncio de que Camioneros reabre sus paritarias a partir del 1° de enero, muestran que tiene objetivos propios y no subordinados a la estrategia del Gobierno". Bullrich añade: "El problema más serio es que el presidente Kirchner acepta la base de la relación, acepta la manera en que se plantea la relación con Moyano".
Un aliado peculiar
En sus más de dos años de gobierno, el santacruceño rozó la exasperación más de una vez por las imprevistas medidas del sindicalista aliado, que generalmente tienen un alto impacto mediático. Moyano sugirió públicamente que el ministro de Economía, Roberto Lavagna, debía abandonar su cargo por oponerse a un aumento de salarios ; resistió una orden judicial que ordenaba el desalojo de los camiones que bloqueaban un centro de distribución de los supermercados Coto, y ordenó no levantar la basura de la ciudad de Buenos Aires por un reclamo salarial. En todos los casos, el Presidente terminó interviniendo para calmar al camionero y sacar los conflictos de los diarios.
Esta semana, Moyano volvió a golpear la mesa a días de las elecciones legislativas. El paro a las embotelladoras generó desabastecimiento de gaseosas, hizo subir los precios de las bebidas e instaló una sensación de desprotección en la opinión pública. Y otra vez el Presidente terminó siendo el único que calmó los ánimos del camionero.
Kirchner ya lleva cumplidos varios pedidos del camionero. Creó el Consejo del Salario Mínimo, dio aumentos en las asignaciones familiares, otorgó incrementos a empleados privados y estatales y el Ejecutivo también le concedió un reclamo personal cuando le devolvió la personería gremial a la Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte (CATT), que aglutina a sindicatos moyanistas.
En el Ministerio de Trabajo, que maneja Carlos Tomada, quien supo ganarse la vida como abogado de los sindicatos, dicen que "Moyano es así", aunque aseguran que "cuando finalmente se llega a un acuerdo cumple, lo que pasa es que siempre surgen conflictos nuevos".
En los últimos meses, los hombres del líder de la CGT hablan de una "interna" entre Hugo y su hijo Pablo, que heredó la conducción de los camioneros y -aseguran- quiere ser aún más duro que el padre. "No creíamos esas versiones, pero el anuncio fallido del otro día, cuando Moyano padre aseguró que el conflicto con las embotelladoras se había resuelto, y su hijo Pablo decidió que no, nos hizo pensar que algo de verdad puede haber en ese enfrentamiento", confió a LA NACION un colaborador de Tomada.
Rosendo Fraga deja flotar una advertencia: "Moyano es un aliado difícil para el Gobierno, que de acuerdo con las circunstancias puede transformarse en adversario".
Evangelista, amante del boxeo, cultor de los buenos asados y los viajes internacionales, Hugo Moyano también es un romántico. Cuando lo llama su esposa al celular, suena como timbre identificatorio la marcha nupcial. Aunque está más que claro que, como sindicalista, no se casa con nadie.
Quién es
Salamines y camiones
Hugo Moyano nació en La Plata en 1944, aunque se crió en Mar del Plata. Allí tuvo su primer trabajo etiquetando salamines y a los 17 años ya manejaba su primer camión por la ruta 2. Hoy tiene siete hijos. Con uno de ellos, también sindicalista, mantuvo diferencias públicas la semana última.
Líder natural
Sus pares le reconocen capacidad para la conducción y elogian sus convicciones para negociar mejores salarios. Apoyó a Duhalde y a Rodríguez Saá y, por ahora, respalda a Kirchner. Pero el sindicalista más duro con el gobierno de Carlos Menem.